Datos oficiales de la Municipalidad de Santo Tomé

Violencia de género: en 6 meses hubo 80 casos más que en todo 2016

Son los casos que llegaron al Comité municipal. En el primer semestre de 2017 se contabilizaron 225 situaciones vinculadas a esta problemática, frente a las 144 que se registraron a lo largo de todo el año pasado. La coordinadora de Políticas de Género del municipio santotomesino aseguró que lo ocurrido en esta ciudad no es una situación extraordinaria, sino que no escapa a una realidad general. 63 mujeres tienen botón de alerta.
18-07-2017 | 14:50 |

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Visibilizar el problema. Las marchas #NiUnaMenos pusieron en foco esta problemática. Para Depaoli, “desde que se empezaron a brindar herramientas para afrontar las situaciones, como lugares donde las mujeres pueden ser escuchadas, puestas a resguardo y acompañadas, las afectadas se animan a denunciar mucho más”. Foto: Gentileza.


Luis Amsler
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En la actualidad los casos de violencia de género ocupan un espacio importante dentro de la abultada agenda de noticias de los medios de comunicación. Cada día se conocen nuevos episodios donde muchas mujeres sufren distintos tipos de violencia. Incluso muchos de ellos, por desgracia, terminan de la peor manera. La ciudad de Santo Tomé no queda exenta de estas situaciones y muy por el contrario, los números reflejan la seriedad de la problemática en el distrito.
En lo que va del año, el Comité de Violencia de Género, que funciona bajo la órbita de la Coordinación Municipal de Políticas de Género (dependiente de la Secretaría de Salud del municipio), registró un total de 225 situaciones vinculadas a la temática. Esta cifra alarma si se compara con los datos arrojados el año pasado, puesto que a lo largo de todo el 2016 -desde enero a diciembre- se contabilizaron 144. Es decir que en poco más de seis meses, hubo 81 casos más que en todo el último año.
Estos datos fueron aportados por la titular de la coordinación, Carina Depaoli: “En Santo Tomé no hay una situación extraordinaria o especial, sino que no escapamos a los números generales”. “Si bien estas cifras duras llaman la atención, el hecho de poder darlas a conocer dibuja una idea de cómo está la sociedad”, apuntó. Para ser claros, los guarismos representan la cantidad de personas que se acercaron al Comité con algún problema de estas característica o, en su defecto, para realizar una consulta relacionada a episodios de agresiones contra mujeres, niñas y niños. “Este número representa la cantidad de hechos que nos derivan de las comisarías locales; de personas que se acercan a consultar o de las que nos cuentan sus problemas”, precisó Depaoli, quien también aclaró que de esa cifra general de personas que van al comité, “el 95 por ciento termina efectuando la denuncia formal ante la Justicia”.
Análisis social
En otro tramo del diálogo con este medio, Carina aclaró que estas 225 situaciones nuevas se suman a las más de 2.000 historias clínicas que arrastran desde hace tiempo. “Esa es la cantidad de personas que vinieron por diversos episodios vividos desde hace algunos años, los que incluyen violencia contra las mujeres de diversa índole y, además, abusos sexuales infantiles”, especificó. “Los mayores porcentajes se relacionan a las mujeres, algunos de ellos de una gravedad importante, con víctimas internadas y los agresores detenidos; pero en menor medida también se registra un bajo número de abusos sexuales de mayores hacia niñas y niños”, agregó la coordinadora. “A ver, uno dice ’número bajo’, pero ya es algo atroz que haya uno solo”, consideró.
Otra particularidad de estos casos es que usualmente se producen en un contexto intrafamiliar, es decir que los agresores y/o abusadores forman parte del círculo íntimo de la persona afectada. “Siempre es algún familiar o alguien cercano: el padre o padrastro, la madre, el abuelo o abuela y hasta un vecino de mucha confianza”, indicó Depaoli.
Consultada sobre los barrios o clases sociales donde más se perciben este tipo de ataques, Carina señaló que no hay un punto específico o estrato al que se lo podamos atribuir, sino que “es una problemática de todos los sectores”. “Si armamos una georeferencia, podemos afirmar que hay situaciones en todos lados, ya que la violencia de género no diferencia clases”, agregó.
“Usualmente se lo asocia a las clases bajas, y creo que la gente hace eso porque el primer recurso que tienen los vecinos de los barrios más carenciados es justamente ir a los espacios que el Estado tiene en estos lugares, como la comisaría, los efectores de salud y en todo caso el Comité de Violencia de Género de la ciudad (Córdoba 2.727)”, señaló.
“En el caso de las personas con otros recursos, muchas veces por vergüenza, prejuicio o preconcepto de que en estos sitios mencionados tienen que ir las mujeres de ciertas zonas, no se acercan allí y van a otros lugares”, aclaró.
Más allá de este proceder, Carina Depaoli confirmó que reciben consultas de toda la localidad y hasta se articulan acciones junto a la vecina comuna de Sauce Viejo, como la entrega de botones de alertas. “En estos momentos tenemos entregados unos 63, los que son monitoreados desde la Municipalidad de Santa Fe, por lo que también llevamos a cabo un trabajo conjunto con ellos”, comentó para cerrar.

Evaluación, asistencia y acompañamiento

“El trabajo de abordaje que realiza el Comité de Violencia de Género implica dos partes, una protocolar y otra artesanal”, explicó Carina Depaoli al ser consultada sobre cómo se trabaja desde el área que preside. “Cuando trabajas con personas no tenés un único modelo de acción”, aclaró.
“Usualmente recepcionamos el caso y junto al equipo multidisciplinario hacemos una evaluación de riesgo; es decir, analizamos el caso, asesoramos a las víctimas en los pasos que se deben dar ante estos episodios y posteriormente, las integrantes del comité llevan a cabo el acompañamiento para ver cómo están las mujeres. Siempre tratamos de mantener reserva ya que hemos tenido situaciones donde los agresores vienen y nos preguntan dónde están sus mujeres e hijos, a lo que respondemos que están bien, bajo nuestra custodia y al resguardo del Estado”, comentó Depaoli.
Otro de los grandes problemas que usualmente abordan desde la Coordinación de Políticas de Género es la de convencer a las mujeres afectadas de no naturalizar las situaciones de violencia.
“Vos le preguntás a una mujer si el hombre abusa sexualmente de ella y te dicen que no, que eso no lo hizo nunca; pero cuando le consultás si ella siempre tiene ganas de tener relaciones cuando él se lo pide, te dicen que no, que lo hacen para evitar problemas y para no tener que responder preguntas como si estuvo con otro, que por qué no quiere y demás. Eso, en síntesis, es abuso”, aseveró.
Pese a todo, con el correr del tiempo y gracias a la visibilidad que han adquirido los casos relacionados a la violencia de género, hoy las mujeres se animan a denunciar más. “A medida que el movimiento ha ido peleando por ponerle nombre a las cosas, esto se pudo visibilizar y por eso hoy tomamos nociones más reales de lo que implica la problemática y hasta donde llega”, sostuvo la coordinadora. “Desde que se empezaron a brindar algunas herramientas para afrontar las situaciones, como por ejemplo lugares donde las mujeres pueden ser escuchadas, puestas a resguardo y acompañadas, las afectadas se animan a denunciar mucho más”, ratificó.
“Más allá de estos avances, los casos de violencia de género siguen ocurriendo como consecuencia de las estructuras y pautas culturales existentes, en donde la mujer es propiedad del varón... van a buscarlas porque son de ellos y de nadie más, y siempre escuchamos una famosa frase que impacta: ‘o es mía o de nadie’”, disparó. “El Estado no es más el Big Brother (o Gran Hermano), es decir que no tiene puesto el ojo en cada caso, y aunque estemos acompañadas -incluso con la policía al lado-, nos matan igual”, concluyó Depaoli.

Ruta crítica

Carina Depaoli cuestionó los actuales protocolos de acción que dispone la Justicia para tratar los casos de violencia de género. “Creo que hay que ajustar estas cuestiones; si bien tenemos un muy buen diálogo con las comisarías (sobre todo con la Comisaría de la Mujer) y con el Ministerio Público de la Acusación, aún existen algunos problemas con el funcionamiento de la Justicia”, consideró. En este sentido, la coordinadora recalcó que “el inconveniente aquí no es la falta de intervención ni el involucramiento, sino la disponibilidad”.
“Nosotros planteamos este problema como una ruta crítica, y damos un ejemplo de esto: una mujer viene a las dos de la mañana con dos o tres hijos por problemas de violencia; el proceso para dejar el registro del caso demanda varias horas, luego la acompañamos a hacer la denuncia y a veces terminamos con todo ese procedimiento a las 3 de la tarde, es decir doce horas después”, ejemplificó. “Creo que falta aceitar todo el protocolo, buscar alguna manera para que esto sea un trámite más breve”, sostuvo. “Después preguntan por qué las mujeres no quieren denunciar, y ahí está la respuesta: en muchos casos es porque es muy engorroso el trámite", evaluó.



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