Juan Manuel Fernández
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En la últimas seis cosechas la producción de arroz en Santa Fe se desplomó un 35%, al caer desde 262.200 toneladas en el ciclo 2010/11 a poco más de 170.000 en la más reciente, según el informe de final de campaña difundido por el Sistema de Estimaciones Agrícolas de la Bolsa de Comercio de Santa Fe. Esas 92.000 toneladas menos -a $3.500 cada una- hoy hubieran significado $322 millones de pesos más para los arroceros, teniendo en cuenta sólo la venta primaria. Indirectamente, por ejemplo, también podrían haberse sumado unos 3.066 fletes en camión a la actividad económica de la región.
Los técnicos no tienen dudas sobre las causas del derrumbe. “El problema principal sigue siendo el arroz rojo, una maleza de difícil control y en la zona no se hacen las rotaciones que podrían ayudar a contrarrestarla”, señaló el ingeniero Rodolfo Vicino, titular de la oficina local de la cartera productiva provincial. A esto -indicó- también se suma “el deterioro de los términos de intercambio”, que implica “un menor poder adquisitivo” el grano.
“Tenemos que arrimar cada vez más kilos de arroz para conseguir los mismos insumos”. El problema es que el precio del arroz se mantiene estancado, con inflación en dólares y una presión impositiva y de servicios (electricidad) creciente.
El reporte SEA consigna, además, un fuerte impacto en la superficie cosechada y los rendimientos. En 2013/14 el área recolectada alcanzó casi 45.000 hectáreas, mientas este año no llegó a 30.000 (29.810), lo que implica alrededor de 15.000 hectáreas menos (33,8%). En tanto, la curva de rindes muestra un punto de quiebre en la campaña 2011/12: hasta ese ciclo inclusive, el promedio por hectárea rondaba los 6.000 kilos, pero a partir de entonces se plancharon por debajo de 5.000. Si bien en 2016/17 se ve un repunte a 5.750, es porque “muchas tierras muy infestadas se abandonaron, y al haber menos hectáreas, más otras nuevas con mayor aptitud, eso levantó un poco el rendimiento respecto del año anterior”, explicó Vicino.
El problema con el arroz rojo es otro ejemplo de los perjuicios que ocasiona el mal uso de la tecnología por parte de los productores. Cuando la tecnología Clearfield llegó al cultivo los arroceros santafesinos se encontraron con una herramienta formidable que les permitía controlar las malezas con mayor facilidad y efectividad gracias a variedades tolerantes a las imidazolinonas, una familia de herbicidas con excelente desempeño. Sin embargo -como ellos mismos admiten- los productores subdosificaron -para ahorrar- porque observaban que igual actuaba, sin prever el enorme problema que estaban construyendo: la resistencia al principio activo de la maleza más temible.
La ingeniera María Noel Dopazo, que al igual que Vicino integra el grupo Técnicos Arroceros San Javier, una reciente iniciativa que apunta a encontrar soluciones a dificultades como esta, aseguró que es “el gran problema de la zona” y precisó que la consecuencia son “rindes son mucho menores”. Por ejemplo, lotes que podrían rendir 5.000 kilos dan 1.500/2.000. Dopazo comentó que en otras regiones arroceras no sufren el problema porque se trabaja distinto. Por ejemplo se usa semilla fiscalizada, limpia de colorado, “mientras en bolsa blanca hay semilla de maleza”. Además en Entre Ríos pueden rotar con soja “pero nuestro suelos no lo permiten”. Por lo tanto la repetición de principios activos también incide en el agravamiento de las resistencias.
En San Javier -dijo la asesora- la rotación natural sería con ganadería, implantando pasturas como gramma rohdes, pero muchos arroceros no son ganaderos. Por eso declaró: “nosotros, como técnicos, queremos hacer una red de ensayos parar ver si logramos alguna alternativa de rotación para el control del colorado”. Aseguró que están al tanto de las tecnologías que están por salir, pero advirtió: “no tenemos la certeza de que tengan una continuidad por la mala experiencia con el Clearfield”.