En Rosario

Viaje al camposanto de los ilustres

El Cementerio de Disidentes es un espacio donde descansan los restos de personas muy influyentes para la historia rosarina y de la provincia. Desconocido por la mayoría, allí están enterrados los restos de personalidades reconocidas como Isaac Newell, Colin Calden o Juan Gödeken.
29-01-2018 | 13:57 |

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La necrópolis es poco conocida, pero guarda una parte muy valiosa de la historia provincial. Foto: Mirador Provincial.


Hernán Alvarez
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Mucha gente pasa por allí, pero probablemente no repara en la importancia que tiene esta necrópolis en la historia de Rosario. Sin el tamaño de El Salvador o La Piedad, el Cementerio de Disidentes cuenta con las tumbas de personas que dejaron una huella profunda en las décadas de explosión demográfica de esa ciudad. Mirador Provincial recorrió ese espacio para saber algo más sobre un lugar muy poco conocido por los habitantes de la ciudad del sur.

En el siglo XIX, a los fallecidos de religión anglicana y protestante no se les permitía ser sepultados en cementerios católicos. Es por eso que alrededor de 1880, este lugar fue elegido para honrar a los muertos con aquellas creencias. Alemanes, suizos y británicos e hijos de estos fallecidos ocuparon sus primeros sitios. Hoy es considerado un cementerio cristiano, sin importar la rama que se haya profesado de la religión mayoritaria de Argentina.

En el camposanto de avenida Avellaneda al 1.800 se encuentran los restos del maestro inglés Isaac Newell. El nacido en Strood (en el sureste de Inglaterra) llegó a Rosario atraído por el movimiento económico que el Ferrocarril Central Argentino generó en esta ciudad. Tras ser docente en el Colegio San Bartolomé fundó su propia escuela, el Comercial Anglo Argentino. Aquel fue el germen del Club Atlético Newell’s Old Boys. También en esa necrópolis se encuentran la tumba de su hijo Claudio, fundamental en los primeros años de la entidad rojinegra, y su esposa Anna Margaretha Jockinsen junto a otros familiares directos. Un busto y una placa hecha por autoridades de Newell’s recuerda su aporte indispensable para el nacimiento de la institución que lleva su apellido.

También se puede encontrar la tumba de otro referente de los años primigenios del fútbol argentino como Colin Calder. Su tumba, referenciada en inglés, especifica su nombre completo: Colin Bain (apellido materno) Calder. Este escocés nacido en Dingwall, en el norte de ese país, fue uno de los fundadores y el primer presidente del Club Atlético Rosario Central.

Siendo joven, el británico arribó a Rosario para trabajar en los talleres de pintura del Central Argentino. Propulsó la creación de Central allí en el Barrio Inglés. Tanto Calder como Isaac Newell murieron el mismo año, 1907.

El impulsor del tranvía
Otro hombre que es menos conocido por el común de la gente, pero que hizo un gran aporte a Rosario fue Malcolm Ross. Nacido en Nueva York, arribó a la provincia en aquellas décadas fundacionales del XIX. Obtuvo una concesión para instalar tranvías de tracción a sangre y consiguió la habilitación de una línea tranviaria en Rosario en 1886. Fue un propulsor de ese medio de transporte. Una calle en la zona sur lo recuerda.

También se encuentra allí la lápida de Johann Gödeken, un alemán venido a nuestro país que se dedicó a vender parcelas de tierra a inmigrantes europeos. El pueblo del departamento Caseros debe su nombre a este hombre nacido en Horn-Lehe, una localidad pegada a Bremen. Su tumba está escrita en el idioma materno de este europeo fallecido en la Cuna de la Bandera en 1911.

El camposanto no es demasiado grande: ocupa unas dos manzanas. Tiene una entrada, oficinas administrativas y una capilla cristiana (pequeña en dimensiones) en el centro, hecha hace décadas. Las tumbas cuentan con elementos de piedra, pero también con bases de césped en su mayoría. Los árboles son un elemento distintivo en el paisaje de este lugar. Los hay en todo el predio.

Las maestras olvidadas

Domingo Sarmiento fue -y es sabido- uno de los grandes impulsores de la educación argentina. Cuando llegó a la presidencia en 1868 logró traer a 65 maestros desde Estados Unidos a las antiguas Provincias Unidas del Sud.

Fueron 61 profesoras y cuatro profesores varones. Seis de ellas se quedaron en Rosario para siempre. Ellas son: Maria Anne Gilles, Guillermina Tallon, Jennie Hunt, Clara Gilles, Virginia Disisway y Sara Strong. El Concejo Deliberante local las recordó en 2012 con una placa puesta en el exterior de la iglesia que está dentro del cementerio.

Olvidadas por la inmensa mayoría, fueron educadoras pioneras en los tiempos donde se asentaron las bases de la educación laica nacional, líder por décadas en América Latina.



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