LAR, ejemplo de asociativismo y modelo de desarrollo

Agregar valor, pero un con espíritu cooperativo

Dentro de la rica tradición entrerriana, La Agrícola Regional es una referencia ineludible para ponderar la potencialidad del sector cooperativo como motor y estrategia de desarrollo local. Los 580 empleados y 5.000 asociados permiten hacerse una idea de enorme diversificación de sus acciones. Agregar valor, no sólo económico, es el leiv motiv que hace propio la gerente, Noelia Zapata.
10-10-2018 | 18:24 |

Noelia Zapata: “hoy encuentro más mujeres en las reuniones”
Mirador Entre Ríos
redacció[email protected]

En ambos extremos de los 42 kilómetros que deben recorrerse hasta llegar a Crespo para entrevistar a Noelia Zapata, gerente de La Agrícola Regional, hay que sortear sendos laberintos: en Paraná, de calles, para evitar los semáforos discordinados y la concentración de tráfico en ciertas arterias; en Moreno 1404 de la vecina localidad, para esquivar góndolas de hipermercado, tomar atajos y escaleras y llegar hasta la oficina indicada, en la planta alta del edificio.

“No es sencillo en el actual contexto económico lograr un equilibrio entre la necesidad del consumidor, del productor y los usuarios, de una manera que además sea sustentable a futuro para la empresa cooperativa”, comenzó señalando Zapata, mientras sugiere dónde podría suceder el encuentro. “Por suerte, tenemos estructuras de compra, de análisis, de proyección y de estrategias que facilitan el trabajo”, dijo, no sin dejar de aclarar que “en empresas como la nuestra, el concepto rentabilidad debe estar presente pero de una manera especial: el norte no es la maximización de la ganancia sino la sustentabilidad económica, social y ambiental”. Así, “para poder seguir ofreciendo productos y servicios de altísima calidad debemos trabajar permanentemente en la estructura de costos para ser eficientes, pero responsablemente”.

La cooperativa es, en rigor, una comunidad de emprendimientos y formas de asociarse. Son tantos y tan diversos, que sólo enumerarlos con algún nivel de detalle necesitaría del espacio que debe ocupar la entrevista completa. La entrevistada los repasa, de todos modos, porque le sirve para conceptualizar. Sin que expresamente se lo proponga, LAR es también un modelo de desarrollo que, aplicado a escala provincial, permitiría resolver buena parte de los problemas estructurales de Entre Ríos.

“Se hecho justifica la entrevista para una empresa que, además, está entre las más importantes de su característica a nivel nacional. En busca de precisar la información, Zapata comentó que la Unión Agrícola de Avellaneda, provincia de Santa Fe, surgida de la alianza de dos cooperativas, es la empresa de ese tipo (cooperativa primer grado) más importante del país, luego de la caída de SanCor. “LAR debe ser la segunda”, añadió. Por niveles de facturación, “en primer lugar está Asociación de Cooperativas Argentinas, de la que nosotros formamos parte, pero es de segundo grado”.

La integración múltiple es una característica de La Agrícola, tanto que pueden estar asociadas a emprendimientos de otras cooperativas (de distintos puntos del país) o tener acuerdos con empresas o cadenas privadas. También son socios fundadores del Consejo Empresario, padrinos de la Universidad Nacional del Litoral y aliados especiales de la Universidad Nacional de Entre Ríos y la Universidad Adventista del Plata. “Entendemos que la educación es un factor importantísimo”, destaca, y establece un puente dialéctico entre lo que acaba de señalar y proyectos de interacción con las 21 escuelas rurales que LAR tiene en su radio de acción.

Trayectos

Hace 44 años Noelia Zapata empezó a trabajar en LAR, con las expectativas de toda estudiante a cuestas. Sonríe, como si se ruborizara, cuando comparte el dato aunque, acaso, hacerlo sea una forma de recordar que su vida, en buena medida, está atravesada por esta experiencia. Zapata no oculta que las fotos la incomodan. Lo explicita, hace algún chiste, se distrae cuando el reportero gatilla. Luego retoma. “Pasé por todas las áreas: recursos humanos, cuenta corriente, contabilidad central, sistemas, finanzas, subgerencia general y, finalmente, la gerencia”, rememoró, al confirmar que es una estrategia para ampliar la mirada. Pero va un pasito más allá. “Uno puede tener una sólida formación, pero hay que entender cabalmente cuál es la misión de una empresa de este tipo”.

–¿Cuál es su formación?

–Soy licenciada en Cooperativismo, la carrera que me marcó; y, luego, licenciada en Administración de Empresas y Contadora pública. Siempre me ha gustado la economía, pero desde la premisa de que debe estar al servicio de las personas y de que, en la organización, las comunidades deben ir viendo cómo hacer frente a sus necesidades. Para que el logro sea completo, todos debemos ganar, incluso las generaciones futuras.

Y, para que eso ocurra, hay que ver, con claridad, que no todo lo importado es bueno, que no todo lo llegado desde otros lados es de calidad y que, a veces, lo producido acá cerca cumple más que satisfactoriamente lo que se le reclama y, concomitantemente, ayudamos a que la riqueza se realice entre nosotros y podamos consolidar nuestros proyectos de vida.

–¿En qué sentido la marcó haber hecho la Licenciatura en Cooperativismo?

–Allí analicé la historia del movimiento entrerriano, que es muy rica, sobre todo en el sector agrícola. Ahí comprendí la enorme potencialidad del sector.

Las cooperativas pueden incorporarse a distintos procesos para capacitar a los productores, ayudar a organizarlos, financiar sus emprendimientos, bajar los costos, conformar redes asociativas y cadenas de valor más equilibradas.

–¿La profesionalización de la actividad es una premisa válida?

–Sí, pero también la eficiencia. Y, por encima de todo, encontrarle un sentido al trabajo, asumir los valores y principios cooperativos, sentirnos parte en serio, no sólo de la boca para afuera que es como decir, sentir que nos pertenece la cooperativa y, con ella, todo lo que nos permite hacer.
Valoro eso de los consejos de administración que nos permitieron llegar hasta acá: todos tuvieron una mirada superadora del acontecimiento económico y productivo, al incorporar a sus intereses los aspectos vinculados al consumo que, por otra parte, no todas las cooperativas de nuestro tipo lo tienen.

–¿Hay algún desafío que deba integrar a las empresas cooperativas y a las privadas de Entre Ríos?

–Creo, modestamente, que todas deben plantearse cómo agregar valor a lo que producen, que es lo que deja una estela de bienestar y progreso en el territorio. Eso nos permitirá marcar diferencias y no conformarnos con obtener sólo buenos resultados registrales.

Realidades

–¿Faltan mujeres en las cooperativas?

–Hoy las mujeres tienen mayores posibilidades de formación y, de hecho, las aprovechan. Y, los varones, por suerte, van advirtiendo que somos un buen complemento para el trabajo en equipo. En mi caso, fue fundamental que el entorno afectivo, la familia, me haya acompañado porque a veces estas tareas reclaman un tiempo importante si se quieren hacer bien las cosas. Ese acompañamiento consiste en prever que todo siga funcionando de manera aceptable, no son sólo declaraciones de ocasión, lindas palabras y punto.

Veinte años atrás, estaba solita. Hoy encuentro más mujeres en las reuniones y, ojalá, en el futuro estas presencias se multipliquen. Entre todos debemos ayudar a que la puerta se abra, claro; pero también a que se mantenga abierta…

–¿Y cómo se logra?

–Con compromiso, capacitación permanente, interesándose en aquello que se está haciendo y queriéndolo, que es una forma de valorarse a sí mismo también.

–¿Y los jóvenes?

–Pareciera que no son tan visibles en el sistema cooperativo. Mi experiencia indica que se preocupan por el medio ambiente, que les interesa más el futuro que el pasado y que si la cooperativa se integra a su perspectiva vital se comprometen e involucran. Puede que les falte experiencia, pero les sobra las ganas de hacer. A los mayores nos corresponde imaginar cómo ensamblar esas energías con nuestra experiencia. Y a ellos, entender que el porvenir se construye con esfuerzo y con compromisos cotidianos, que no alcanza con quejarse o criticar a prudente distancia.

Un ADN asociativo

En 1910, La Agrícola Regional surgió porque era preciso recibir y acopiar el trigo y la rueda, al moverse, trajo de su mano el seguro, el almacén de ramos generales, la ferretería para fines rurales, la provisión de energía eléctrica para el agro y localidades vecinas como General San Martín, María Luisa, Racedo, Puiggari y Camps.

A los productores, además del asesoramiento agronómico gratuito, se ofrece la semilla adecuada de producción propia, combustibles, fertilización, fumigación, entre otros insumos agropecuarios, la mayor parte de ellos entregados a campo. La red, incluye sucursales en Federal, Alcaraz, Tabossi, Hernández, Valle María, Diamante y Crespo.

Terminado el proceso, se recibe y acondiciona el cereal o se media para que sea entregado directamente a puerto; y con el producido, puede comprar -de manera ventajosa- repuestos para todo tipo de vehículos o incluso contratar viajes.

Al cereal (maíz, soja o trigo) en una fábrica propia se lo puede procesar como alimento balanceado y envasar para agricultura, ganadería, cría de caballos y conejos. Por ese camino, marca fuerte presencia en la provincia de Corrientes.

El alimento balanceado (y pasturas) sirve también para abastecer un corral de engorde de terneros adquiridos en la zona; una vez faenados, será el insumo de las carnicerías (cortes y chacinados) instaladas en Crespo, Nogoyá y Hernández. En el mismo sentido se promueve la consolidación de un cordón hortícola, cuya producción (calabaza, calabacita, repollo, pepino, lechuga de todo tipo, tomate, cebolla, papa) es adquirida para los supermercados y cubre el 25% de la demanda. Sucede otro tanto con explotaciones dedicadas a hierbas aromáticas, que son procesadas, secadas y envasadas por LAR que ofrece un catálogo de 16 productos.

También el trigo acopiado puede ser industrializado, en el molino marinero que funciona en la localidad de Ramírez, junto a otras dos cooperativas; lo que les permita involucrarse con otras cadenas de valor. En el mismo sentido, se hace el fasón (manufactura por pedido de un tercero, dueño de los insumos o los medios necesarios) del arroz que provee una cooperativa de San Salvador, con la cual LAR se integra a una cadena nacional.
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