Rugby femenino

Liderazgo, dentro y fuera de la cancha

Vanina y Melina Cornejo son hermanas y comparten no sólo la sangre sino también la pasión por el rugby, deporte que conocieron por casualidad en 2012 y les cambió la vida. Dos historias de superación que dividen su día a día entre el trabajo de ser mamá y los entrenamientos.
08-11-2018 | 17:07 |

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Un entrenamiento en familia. Amor por el rugby. Foto: Marcelo Miño



Milagros Cardozo Guzmán
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Desde hace más de 25 años en nuestro país hay mujeres que se suman a este deporte tan rudo como disciplinado. En 2011, comenzaron a verse las primeras prácticas en las inmediaciones del Parque Berduc en la capital provincial. En 2012 el Atlético Echagüe Club decide formar un equipo de rugby femenino y es entonces cuando un amigo de Vanina y Melina las invita a sumarse a los entrenamientos. Allí jugaron hasta el 2017 cuando decidieron sumarse al equipo del Paraná Rowing Club.

Historia de vida

Vanina y Melina son las más grandes de seis hermanos. Reconocen su infancia como un momento duro de sus vidas. Eligieron vivir con su papá, “Willy”, que les marcó la infancia con una anécdota sencilla pero con un gran mensaje: “Papá siempre elegía cinco fósforos, los separaba, tomaba uno por uno y podía quebrarlos con facilidad. Ahora, si él tomaba los cinco fósforos juntos e intentaba quebrarlos, ya no era fácil. Nos enseñó que eso iba a pasar en la vida con nosotros, si como hermanos nos separábamos nos iban a lastimar”, relatan las dos con los ojos llenos de emoción.
“Somos diferentes”, reconocen las hermanas, la rubia y la morocha. Vanina, la mayor, tiene 25 años y es temperamental y de carácter fuerte. Su talón de Aquiles es Tiara, su hija de 10 años que desde los primeros entrenamientos estuvo al costado de la cancha, hasta que cumplió los 7 años y empezó a jugar con los infantiles del Paraná Rowing Club. Melina, de 24 años, a simple vista deja ver que es mucho más tranquila pero no quedan dudas de su carácter al momento de reconocer que se planta en la vida por la familia que armó. Tiene dos hijos, Tomás de 9 años y Martiniano de 1 año y medio. Pero si algo tienen en común es que ambas reconocen que este deporte les cambió la vida y se reconocen como mujeres líderes dentro y fuera de la cancha.

– ¿En qué sentís que te cambió la vida este deporte?

– V.C. Me cambió la vida, me llenó de historias, de experiencias y me llenó el corazón. Aprendí a respetar, que el rival siempre te enseña algo.

– M.C. Soy otra persona totalmente distinta. Aprendí sobre todo a respetar, a no pasar límites y me enseñó que siempre se puede dar más.

– ¿Cómo se manejan los prejuicios que hay alrededor de la mujer que elige jugar al rugby?

– V.C. Cuando alguien tiene prejuicios, lo invito a ver un partido. La gente me ha hecho comentarios negativos porque mi hija juega con infantiles en modalidad mixta y es necesario que todos sepan que es un deporte muy inclusivo, que todos tienen un lugar dentro del equipo.

– M.C. Estoy segura de lo que elegí y lo demuestro. Generalmente son los hombres los que creen que no podemos hacer este deporte, pero en los últimos años lo hemos demostrado. El rugby no es ni femenino ni masculino, es rugby. Dentro de la cancha somos todos iguales, jugamos de la misma manera.

– ¿Cómo es en el día a día ser mamá y jugadora de rugby?

– V.C. Mi vida se divide entre el club y mi hija. Cuando empecé a entrenar, Tiara iba conmigo a casi todos los entrenamientos, partidos y viajes. Hoy vivo todos los días en el club, además de los días de entrenamientos, soy profe de otras categorías. El hecho de que mi hija juegue al rugby es una responsabilidad mayor, siento que soy su ejemplo porque siempre ha estado en los partidos alentándome. Y como mamá de una nena que juega al rugby he aprendido mucho, Tiara viaja a jugar a otras ciudades donde la alojan otras familias y ella vuelve feliz.

– M.C. Encontré el momento del día para dedicarme a mí, que cuando sos mamá es difícil. Cuando empecé a jugar, la abuela de Tomás lo cuidaba para que yo pueda entrenar y hoy que Martiniano es chiquito cuento con la ayuda de su papá, Maximiliano, que lo cuida, me apoya y acompaña para que yo pueda seguir jugando.

– Estamos en un momento histórico donde a la mujer se la ve empoderada y ha crecido la figura femenina dentro del rugby. Desde adentro, ¿en qué sentís que se avanzó y que falta aún?

– V.C. El rugby femenino sigue creciendo a nivel infantil y eso es muy importante, que los clubes apoyen la iniciativa para que en un futuro lleguen a primera jugadoras formadas. Para eso, es necesario que los dirigentes apoyen y acompañen a las nenas que se inician. En Rowing nos dan espacio, hasta la M8 somos todas entrenadoras mujeres, nuestra manager también forma parte de la Comisión Directiva.

– M.C. Lo ideal sería tener mujeres que nos representen en todas partes, mujeres entrenadoras y mujeres dirigentes en la UER.

De selección

Desde que se formó el primer equipo femenino de la UER Vanina estuvo convocada a los entrenamientos y formó parte del seleccionado, demostrando su compromiso con la camiseta que la llevó a ser hoy la capitana. “El seleccionado significa representar a todas las jugadoras de la provincia, incluyendo a mi hija”, sostiene orgullosa. Actualmente la UER se encuentra jugando un Circuito de Selecciones. El 18 de noviembre se disputará la última fecha en Santa Fe, donde la provincia buscará quedarse con el segundo puesto. Fue un año de recambio de jugadoras y los entrenadores están buscando el equipo que represente a Entre Ríos en el Seven de la República que se desarrollará en Paraná, el 8 y 9 de diciembre venidero.

En el 2016, se desarrolló el Nacional de Clubes cuando Melina era capitana de la UER, la vieron y no dudaron en llamarla para participar de una concentración con el equipo nacional. “Fue una experiencia hermosa, estuve una semana concentrada y cuando volví me enteré que estaba embarazada. Me pasaron todas las cosas maravillosas en el mismo momento”, sostiene. Su rol de mamá la alejó de las canchas, volvió y un mes después la volvieron a convocar.

– Se iniciaron juntas, comparten la cancha cada fin de semana, compartieron el Seleccionado de la UER, ¿qué sueño queda por cumplir?

– V.C. Mili, nuestra hermana de 17 años, el próximo año va a entrar a la cancha con nosotras y ese será un sueño. Pero mi máximo deseo es compartir la cancha con mi hija, Tiara tiene 10 años, faltan 8 y quiero trabajar para mantenerme hasta ese momento. A corto plazo, se viene el Seven de la República, en nuestra ciudad, va a ser hermoso poder compartir la cancha de nuevo y que la familia nos pueda acompañar.

– M.C. Seguir sumando minutos, que son experiencias siempre porque somos amigas. Jugar con Mili va a ser hermoso pero además quiero seguir mi vida junto al rugby, quisiera ser entrenadora, dirigente y ocupar esos lugares donde las mujeres no han llegado aún.

– El rugby las unió más, las hizo amigas. ¿En algún momento difícil sintieron que se aferraron al deporte para seguir adelante?

– V.C. En 2016 falleció mamá. La despedimos y una semana después estábamos en una cancha jugando juntas abrazándonos. Y nos sentimos muy contenidas por las compañeras de ese equipo, no nos dejaron caer.

– M.C. Si bien hacía un año que veníamos jugando, en ese momento nos aferramos más al deporte porque fue lo único que nos daba una alegría. El rugby nos permitió sonreír después de pasar el peor momento de nuestra vida.

– Son mujeres líderes dentro de la cancha, ¿en qué momento sentís que sos una mujer líder fuera de la cancha?

– V.C. Yo soy así, de carácter fuerte y defiendo siempre lo que quiero. Lo vivo con mi hija, quiero que sea valiente, que sepa defenderse y que respete. Eso se lo brindó el rugby y quiero que lo lleve a la vida cotidiana.

– M.C. El liderazgo que se tiene dentro de la cancha no es distinto al que tengo en mi vida diaria.
En algo más coinciden Vanina y Melina, hoy son mujeres valientes gracias al rugby. “Estar adentro de una cancha te hace sentir valiente y te hace perder miedo”. Y eso lo han llevado a su vida fuera de las canchas.
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