Intensa actividad

A la hora del balance en la escena y el quehacer teatral rosarino en 2018

En 2018, tanto en la ciudad de Rosario como en todo el país, el teatro tuvo una explosión y exposición pública y masiva en el (casi) cotidiano de (casi) todos los argentinos.
17-01-2019 | 17:17 |

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La versión rosarina de Macbeth fue escrita y dirigida por el actor, escenógrafo y director Carlos Romagnoli, e inunda de talento la cartelera, y sorprende en una hora y media de teatro puro. Foto: Gentileza: producción.


Leonel Giacometto
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Y no fue por algún tipo de acontecimiento artístico que se produjo entre quienes los hacen y quienes lo ven; no fue por una obra hermosa, o una actuación despampanante. Como no sucedía prácticamente desde hacía 15 años, el teatro argentino (el independiente, el off, el experimental, el comercial, el barrial, el amateur o el profesional), fue noticia álgida, entramada por los vaivenes ásperos socio político económicos que afectaron directamente sobre una coyuntura que, tampoco, hoy, encuentra una señal de solución.

En la cultura oficial de hoy día lo que abundan son los egos, pero mal colocados. Y hasta las personas que no suelen ni ver ni leer ni enterarse qué cosa es el teatro, qué hacen esas personas encerradas en esos teatros enormes o en esas salitas claustrofóbicas, llegó a preguntarse (y se pregunta) sobre la disputa institucional gestada en y desde el Instituto Nacional del Teatro (INT), y que hoy late la espera estival.

Chicago

En la ciudad de Rosario el teatro parece más ecléctico de lo que en realidad es. Muy parcializado y sectorizado, no sólo por género o "tribus urbanas", sino por cuestiones partidarias y etarias. Aun así, siempre, la cartelera rosarina explota semana tras semana, y no sólo de viernes a domingos.

Desde lo intrínsecamente teatral, desde la cocina y sus hacedores, quizás, al teatro rosarino (como a muchísimas ciudades del país) le falta una comunicación más directa y práctica con críticos e investigadores, para así hacer más visibles y "asibles" los hacedores.

Abandonar la idea de difusión no quiere decir esto, sino otra forma de abordaje de la información, sobre la forma de creación de material de quienes hacen el teatro, sobre los por qué y cómos de ciertas obras, etc. Todos los diarios en papel de la ciudad, por suerte, cuentan con periodistas especializados; pero sólo el plantel del diario La Capital, por ejemplo, cubre todas las ofertas teatrales sin medir prejuicios o avatares cotidianos. El resto, difunde y aplaude las mismas luces de hace años, casi como un modo de preservación más que de periodismo.

Obraza 1
A principios de 2018, en el teatro Caras y Caretas, Héctor Ansaldi (Rosario, 1951) escribió, dirigió y estrenó Las Flores, con su dramaturgia y dirección; y las actuaciones de Esteban Angeloff, Marcos Giordano, Daniel López, Martín Costa. Pero, como suele suceder en el teatro, donde todo puede ser más excitante, riesgoso, depresivo y/o sorpresivo, los avatares de la cotidianeidad del elenco y la obra estrenada, hizo que el mismo Ansaldi subiera a escena, no sólo reemplazando a unos de los actores, sino, casi sin pensarlo, como forma perfecta de cierre dramático de una de las mejores propuestas teatrales del 2018.

Obraza 2
Una de las grandes, merecidas y sorprendentes puestas del 2018 en la ciudad de Rosario sucedió, no en un gran escenario, sino en la pequeña y modesta sala del Teatro La escalera. Lo modesto no es peyorativo sino fundante del teatro que, grita, cuando se estrenan obras como MKB, la trama escocesa, sobre Macbeth, de William Shakespeare, con versión, adaptación, dramaturgia y dirección de Carlos Romagnoli; y las actuaciones de Marcela Espíndola Galante, Nacho Farías, Germán Geminale, Marcelo Pucheta, Nicolás Jaworski.

Hacía años que en la cartelera teatral rosarina no ocurría una puesta de una obra de William Shakespeare (Inglaterra, 1564-1616) que convocase el asombro y esa que, al menos, se desea ver, escuchar y sentir en y desde la escena. MKB, la trama escocesa, versión de Macbeth (publicada en 1623) escrita y dirigida por el actor, escenógrafo y director Carlos Romagnoli, inunda de talento la cartelera, y sorprende en una hora y media de teatro puro.

La suma de todas las actuaciones
Atentado por la represión misma del formato de un balance, a gritos pide destaque todo aquello se genera desde un cuerpo humano hacia la platea los actores. "Eso" que generan, manosean y acarician en lo sensorial, las precisas de sentido y emoción de algunas actuaciones que, haciendo énfasis en lo recortado del formato, generaron ciertos nombres y apellidos en Rosario en 2018.

En los últimos meses del 2018, Paula García Jurado mostraba un nuevo costado de su actuación, donde todo su cuerpo es arma de sentido y fuerza en un personaje del que, como el que hace de Dios o de un perro, algunos no salen airosos. Fue en Fausto o la pasión según Margarita, con dirección de Gustavo Guirado. En los primeros meses del 2018, Severo Callaci crea una hora y media de unipersonal con un personaje tan entrañable como imposible, con una bondad inherente, casi genética. Fue en El ángel de la valija, con dirección de Sergio Mercurio.

Aunque estrenada en 2012, 2018 fue el fin de funciones de Christine y Lea Papin, con dirección de Hugo Cardozo, y las impresionantes actuaciones de Lorena Salvaggio, Laura Wulfson. Y, por último, a mediados de 2018, en La Peruta, con dirección de Verónica Leal, Melisa Martyniuk, referente de la nueva generación de hacedores teatrales, solita y tullida en Border, actúa en la planta alta de una casa, al borde de caerse o matarse. Y habla, o piensa. Es lo mismo para ella. La actuación de Melisa Martyniuk es sobre decidir, sobre saberse uno, pero no admitirlo en la carne y en lo material; sobre aceptar y luego luchar y batallarse con eso: con uno haciendo lo que uno debe hacer.

En la ciudad de Rosario el teatro parece más ecléctico de lo que en realidad es. Muy parcializado y sectorizado, no sólo por género o "tribus urbanas", sino por cuestiones partidarias y etarias. Aun así, siempre, la cartelera rosarina explota semana tras semana, y no solo de viernes a domingos.

Desde lo intrínsecamente teatral, desde la cocina y sus hacedores, quizás, al teatro rosarino (como a muchísimas ciudades del país) le falta una comunicación más directa y práctica con críticos e investigadores, para así hacer más visibles y "asibles" los hacedores.



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