Triatlón

Irradia pétalos de vida

La triatleta paranaense Florencia Solari sobrevivió a un grave accidente de tránsito y su recuperación roza lo milagroso. Los facultativos coinciden en que el entrenamiento deportivo y los hábitos de vida sana le otorgaron la resistencia que salvó su vida. En charla exclusiva con MIRADOR ENTRE RÍOS, no dudó que volverá a caminar y anticipó más hazañas.
03-02-2019 | 15:41 |

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Florencia Solari en Paraná, disfrutando de la calidez del hogar y el afecto de sus seres cercanos. Estimula aún más su recuperación. Foto: Marcelo Miño



Luis Gómez

Está ganando una increíble carrera y contagia esperanza a quienes se aferran a la vida como valor supremo. La triatleta Florencia Solari se recupera en tiempo récord de un tremendo accidente que sufrió hace cuatro meses y, fortalecida, hace planes para volver a estar a pleno.

Si bien superó lo peor con una tenacidad asombrosa, aún debe luchar mucho para volver a caminar, meta en la cual se enfoca con espíritu positivo.

Por lo pronto goza de un alta temporaria en su domicilio, donde recibió a MIRADOR ENTRE RÍOS para contar su buena nueva y animar a quienes atraviesan situaciones traumáticas.

El primer milagro

Flor sufrió un accidente de tránsito cuando iba de acompañante en una moto. La resultante fue que una rueda de camión pasó por encima de su pierna derecha y de su cadera. Literalmente.

Extraordinariamente, sobrevivió a ese siniestro pero quedó seriamente complicada. Tuvieron que unirles uno a unos los vasos sanguíneos pélvicos y estuvo a punto de perder las funciones de su sistema reproductor.

Por si fuera poco, tres virus pusieron en jaque su sistema inmunológico, pero ella resistió estoicamente y hoy puede contarla.

Zafó por poco de que le cortaran la pierna afectada y le saquen masa muscular hasta llegar al hueso. Por fortuna, la columna vertebral no fue afectada ni hubo infección ósea.

Aún así, estuvo tres semanas en estado de coma y, al despertar, no reconoció su cuerpo. Es que tenía una pierna completamente atrofiada y unos tutores (fijadores de metal) sujetando su frágil cadera.

Durante el primer mes y medio internada, fue sometida a intervenciones quirúrgicas diariamente o día por medio, con ayunos (incluso de agua) de 22 horas.

Llegaron a inyectarle tres bolsas de suero a la vez y a suministrarle 20 pastillas diarias, mientras le aplicaban anestesia e inyecciones de morfina. Con su mejoría, se las quitaron, pero los politraumatismos que presentaba le provocaron fortísimos dolores.

El segundo

Infortunada el 18 de septiembre en Paraná, estuvo 28 días en el hospital General San Martín paranaense hasta que pudo ser trasladada a otro nosocomio: Profesor Alejandro Posadas, de El Palomar (Buenos Aires).

Los especialistas estimaron que su internación demandaría entre nueve meses y un año y que los virus podrían ser eliminados después de un intenso combate durante unas 12 semanas.
Sin embargo, cerca de las fiestas de fin de año, Flor ya estaba en condiciones de recibir un alta temporaria.

Así, la deportista volvió a la capital entrerriana justo para recibir el año nuevo en familia y celebrar, a los pocos días, su 25º natalicio.

Cuando se estaba cumpliendo un mes de internación domiciliaria y la cicatrización de heridas evidenciaba enormes avances, estuvo en condiciones de recibir a MIRADOR ENTRE RÍOS para contar en primera persona una historia emotiva y aleccionadora como pocas.

El próximo

“Estoy en la mitad del proceso de recuperación, lo peor ya pasó. Debemos esperar que las heridas de la piel cicatricen y terminen de soldarse los huesos. Mientras, los tutores ayudan a fijarlos”, contó, animada, su estado de situación.

Acostada, con vendas que cubren la parte más afectada y los pies apenas elevados sobre unos almohadones, no disimuló su ansiedad por alcanzar la siguiente etapa.

“Recientemente, me hicieron una tomografía de pelvis y cadera y la enviaron a Buenos Aires. Depende de la contestación de los especialistas para saber cuándo viajaré y si me operarán”, adelantó.

“El paso a seguir es caminar, eso ayudará a cicatrizar la herida, al tener más circulación y movimiento. Luego, vendría la cirugía plástica, para reconstruir todo”, continuó, hablando con celeridad, como imitando sus ritmos de entrenamiento.

Luchadora de la vida

La recuperación asombrosa de Flor Solari no estuvo exenta de tormentas que probaron su físico y también su carácter.

“La primera vez que me destapé entré en estado de shock. Tenía sondas en la nariz y los brazos, bolsitas, y las manos estaban sujetadas. Pensé que estaba presa y quería sacarme los tutores y me tiraba de los pelos”, recordó.

“Al principio, tomé el accidente como una desgracia. Es que era de las precavidas que andaba a baja velocidad y usaba casco. Pero empezaron a contarme sobre un montón de factores que casi desencadenan mi muerte y entonces hice el clic mental”.

Cuantas más dificultades tenía, más positiva se ponía: “Empecé a ser autosuficiente. Aunque me enchastrara, comía por mis propios medios y me peinaba lo más prolija posible”.

Así transformó su actitud, acelerando la recuperación con ejercicios para reactivar los músculos atrofiados. Sin esperar autorización de los kinesiólogos, pasó de mover los dedos de los pies a levantarlos y a hacer el doble de las repeticiones que le pedían.

“Todo lo que moviera, repercutía con mucho dolor en la cadera y la columna, pero seguía”, recordó.
“Aún hoy los médicos no saben decirme si podré caminar, pero yo sé que sí. Hago ejercicios de fortalecimiento y puedo darme vuelta en la cama. Sé que me voy a recuperar físicamente, pero también psicológicamente, porque tuve un cambio muy brusco”, adicionó, incluyendo otro aspecto fundamental.

Todo por ganar

Sin dejar de pedir mates a su hermana Brenda, la quinta de nueve consanguíneos dio cuenta, en otra afirmación, de la fortaleza que la sustenta.

“Los médicos me explicaron que, cuando estás deprimido, tus células no se regeneran. Por el contrario, si te metés en la cabeza que te vas a recuperar, tu cuerpo mejora efectivamente”, dijo, mientras movía acompasadamente sus pies.

“Me siento muy afortunada, aunque no tomo total dimensión de lo que me pasó. Igualmente, si tuve esa suerte, no puedo tirarme para atrás porque desaprovecho esta nueva oportunidad de la vida”, amplió, otorgándole un brillo distintivo a sus ojos.

El plan está en marcha hace rato. “Tengo muchas ganas de hacer cosas y vivir. Sé que voy a aprovechar la vida mucho más que antes; mi existencia cambió para siempre y para mejor”, enfatizó.

Entretenida con la música de fondo de un canal de televisión, habló de otro método para combatir la rutina: “Vi un montón de películas y, entre ellas, El Ascenso. Me motivó a proponerme escalar un día el monte Everest”, sentenció, sin pestañear.

“En serio”, insistió, con una sonrisa convincente, mientras sus pestañas se arqueaban un poco más para proyectar el brillo de su mirada.
Lo hará. No lo duden.

Corpore sano

Si bien hasta su adolescencia Florencia Solari no practicó deportes, sí caminó mucho. Vivía en la zona rural del Sur de San Benito y cubrió a pie el trayecto hasta la escuela Los Cielitos o el colegio secundario de la localidad, que estaban a cuatro kilómetros cada uno.

La costumbre se extendió cuando empezó a trabajar en Paraná. Todo transcurría a ritmo cansino, hasta que su novio Lisandro Vera la animó a un cambio que sería decisivo: sumarse a un grupo de corredores.

“Ella se enganchó a salir a trotar, informalmente al principio, pero en los últimos dos años y medio empezó a combinar entrenamientos a pie y en bicicleta”, dijo el también runner.
“Quería hacer triatlón pero no sabía nadar y menos en el río. Sin embargo, su decisión era tal que al poco tiempo ya había aprendido”, recordó Licha.

Su hermana Brenda también dio cuenta de sus cualidades: “Tiene un físico extraordinario. Desde el comienzo, corría a la par de chicas que tenían mucho tiempo de entrenamiento. Para su primera carrera pedestre, se preparó una semana antes y ganó en su categoría”, destacó.

Meses después, Flor se integró al grupo de entrenamiento de Viviana Paiva. Corrió varias pruebas de calle y en la primera de aventura que intervino, en Santa Fe, fue segunda en la clasificación general y ganadora en Damas.

Eso no fue todo. Tanta sensación de felicidad la llevó al triatlón, el deporte que reta a la superación de los límites. Hace exactamente un año debutó en la capital entrerriana, triunfando en su franja de edad.

Su siguiente apuesta fue convertirse en maratonista y para ello se preparó desde el receso invernal de 2018. Llegaba con registros increíbles, hasta que cinco días antes de competir en Buenos Aires el destino le impuso otra lucha.

¿Predestinación?

La edad (24 años al momento del accidente) y los hábitos saludables fueron determinantes para que Florencia Solari pudiera seguir con vida, tras ser arrollada por un camión. Es la conclusión unánime de los médicos que intervinieron en las distintas etapas.

“El que no practica deportes es probable que no lo entienda”, avisó la triatleta y corredora que, por costumbre, se levantaba los sábados a las 6 para realizar las sesiones de fondo en la zona rural de Paraná.

“Yo hacía mucho deporte y, por supuesto, no ingería alcohol ni fumaba cigarrillos. Cuando entrenás, te sentís bien, y esa sensación te lleva a tener una alimentación sana. Fue lo que me salvó”, concluyó.

“Los doctores me dicen que tengo mucha fortaleza en mi sistema inmunológico y que el destino me preparó para el accidente”, soltó, sonriendo.

Ahora, los galenos tienen un gran desafío por delante. Lejos de las creencias y aferrándose a la ciencia, deben intervenir en campo no explorado, ya que no hay antecedentes de supervivencia a una situación semejante a la que vivió Florencia.

Agradecida


Al despedirse, Florencia Solari expresó su gratitud con todos los que intervinieron en su recuperación.

Desde sus familiares, su novio y amistades más cercanas, a todos los profesionales de los hospitales San Martín (de Paraná) y Posadas (de Buenos Aires), sin olvidarse de sus compañeros y colegas del deporte.

"Son muchos, pero todos me ayudaron tanto", cerró.

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