José Prinsich
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¿Qué podrían llegar a tener en común Walt Disney, Albert Einstein, Charles Chaplin, Los Beatles y el ramirense Lucas Müller? Posiblemente, sea complejo encontrar semejanzas entre estos referentes mundiales y un joven de 15 años que le apasiona hacer actividad física, ya que todos provienen de épocas y ámbitos totalmente diferentes como el cine, la ciencia, la música y el deporte. Pero hay un elemento que los integra por completo y los hace personas extraordinarias, cuyas historias de vida son enriquecedoras para cualquiera que las escuche.

Más allá de sus capacidades y talentos, ellos entendieron al pie de la letra el concepto de resiliencia, es decir, la capacidad de superar las adversidades y circunstancias que se puedan presentar en la vida. En definitiva, es el arte de rehacerse y así lo recuerda Lucas después de sufrir una grave lesión en la cadera. A partir de allí, su vida hizo un giro de 180 grados en todo sentido.

Una pasión sin límites

Desde pequeño, el oriundo de General Ramírez sintió cierto apego por el baloncesto llegando a jugar en la Escuela Municipal de la localidad. Con el transcurrir de los partidos empezó a adquirir mayor experiencia en el rectángulo de juego, bajo las órdenes de Guillermo Cuello. Pero, tras disputar un partido en Lucas González en 2013, una lesión en la cadera lo deja afuera de las canchas.

Después de un parate por dos meses, el alero volvió con las energías renovadas y las ganas de encestarla como antes. La cita tuvo lugar en el parquet del Club Unión de Crespo. En ese momento, una nueva lesión sacude la fisonomía del jugador. “Como todo gurí que se cae, me levanté y seguí jugando”, recordó Müller en una entrevista con Mirador Entre Ríos. Y agregó: “Pensé que iba a ser algo pronto pero después me tiré abajo”.

El infarto de cadera (o necrosis de cadera) fue la peor noticia no sólo para el deportista ramirense sino también para todo su entorno, especialmente la familia. El cambio de rutina no tardó en llegar. Las muletas canadienses se convirtieron en una prolongación de su cuerpo ya que no podía pisar. Fue en ese momento que comenzaron los estudios médicos y consultas en diversas ciudades, además le recomendaron hacer equinoterapia y bicicleta para la rehabilitación.

“Lo derivaron al hospital Garrahan, donde le dijeron que no era fácil y que el tratamiento era largo pero que, en algún momento, iba a poder pisar nuevamente”, expresó su mamá Claudia.

La inserción deportiva

Luego de la lesión en la Capital Nacional de la Avicultura, el estudiante de la Escuela Técnica Nº114 “Justo José de Urquiza” tuvo su primera participación en deportes adaptados, gracias a la colaboración del actual Director de Deportes de General Ramírez, César Omarini, quien decidió inscribirlo en los Juegos Nacionales Evita. “Como sabía que él estaba nadando, la idea era que participe y que encuentre un lugar donde pueda canalizar todo lo que practica”, sostuvo el profesor de educación física.

Los resultados salieron a flote al conseguir la medalla de Oro en la instancia provincial. El primer gran logro llegó debajo del agua. “Nada como un chico federado, es muy rápido”, agregó Omarini. La historia en los Evita no termina aquí. Guillermo Moren, quien se desempeñó como voluntario en los Juegos Paralímpicos, observó la performance del ramirense y lo convocó para formar parte del staff entrerriano de básquet adaptado.

“No me costó adaptarme porque ya tenía experiencia en el básquet convencional. Eso me dio una gran ayuda. Guille fue uno de los que me ayudó a llegar donde estoy hoy. Fue el que inició todo esto”, dejó el joven. Los frutos de los arduos entrenamientos se vieron reflejados en las dos medallas de bronce conseguidas en Mar del Plata (2017 y 2018), además de un cuarto puesto en 2016. “Veremos si podemos traer la de Oro”, dijo ilusionado el ramirense.

El año pasado, el basquetbolista entrerriano comenzó su temporada en la segunda división de CILSA (Santa Fe), donde tuvo una destacada actuación debajo del aro. “Lo que busca el técnico es rendimiento, no resultados. A él no le importa ganar o perder sino el rendimiento dentro de la cancha para ver qué es lo que hicimos hasta ahora”, resaltó el atleta que entre sus sueños se destacan no sólo llegar a la Primera División sino también poder conocer a uno de sus ídolos: Manu Ginóbili.

Celeste y blanca

Después de la alegría por los logros obtenidos en los Evita, Lucas recibió otra gran noticia ya que fue convocado para participar de la tecnificación con los juveniles Sub21 y U23 de la Selección Argentina de básquet adaptado en silla de ruedas. Mauro Varela, actual entrenador del seleccionado nacional, fue el responsable de la convocatoria ya que lo vio en varias oportunidades. “Me mandaron un mail en septiembre del año pasado avisándome que me habían convocado. Le comenté primero a mi mamá y después a la kinesióloga, que es la que está siempre ayudándome”, relató emocionado el joven.

“La verdad que me fue de 10. Fue una semana intensa de aprendizaje. Lo más importante fue la parte técnica y táctica. Es una emoción muy grande poder representar a Entre Ríos. Antes veíamos los partidos con mi mamá y ahora estar vistiendo la camiseta de la selección es un orgullo”, culminó.

La próxima tecnificación tendrá lugar en el CeNARD de Buenos Aires del 15 al 18 de febrero. En diálogo con este medio, Varela mencionó el desempeño deportivo del ramirense: “Desde que ha llegado a la fecha, claramente ha demostrado una evolución muy grande. Lo que trato de explicarle es que no es tanto el salto cuantitativo que va a dar sino más bien de calidad. Eso lleva tiempo mejorarlo porque hay que entrenarlo toda la vida”, y agregó que “tiene muchas chances ya que es un chico muy dócil, que escucha pero sobre todo mejora sobre lo que se le marca. Tiene a su favor, por ejemplo, la edad. No todos los chicos con discapacidad tienen la posibilidad a temprana edad de hacer deporte competitivo”, concluyó el entrenador.