Hace unos días, un grupo de mujeres emprendedoras, las Birreras Argentinas, se juntaron en la ciudad de Rosario con un fin común: cocinar cerveza que luego va a ser comercializada para ayudar a una ONG.

Fue la primera experiencia de este tipo en Santa Fe. Antes, se hizo en Mar del Plata con el lanzamiento de Juana Azurduy, cerveza feminista que se lanzó al mercado el pasado fin de enero. En ese entonces, lo recaudado fue destinado a combatir la violencia de género.

Después de esta primera movida de visualización del grupo, la movida escaló en Santa Fe. Desplegaron todo su arsenal en la cervecería Némesis para producir 700 litros de IPA. Ya tienen más de la mitad de los litros “colocados” y esperan que dentro de 15 días más o menos esté al alcance de los consumidores en los comercios.

Esta vez, decidieron darle una mano a la ONG Ampliando Derechos y homenajear a la docente Olga Cossettini, de reconocida militancia y trayectoria en la educación.

Es para mencionar que dentro de este grupo de birreras, hay mujeres de distintos puntos de la Argentina. Varias de ellas son santafesinas, que cocinan o encararon proyectos propios como cervecerías o comercialización de marcas propias.

Atracción por el lúpulo
Gisela Munafo es química, tiene 39 años y está próxima a graduarse como licenciada en Alimentos. Desde su adolescencia, su fanatismo por la “cervecita”, la llevó a incursionar más allá de una juntada con amigos: se volvió toda una especialista en el rubro, es sommelier y prontamente jueza internacional de la bebida.

Viajó por diversas partes de Latinoamérica y Europa, asistiendo a cursos y talleres. Hace cuatro años, renunció a su trabajo de toda la vida, montó un taller en Funes al lado de la casa de sus padres y cocina desde entonces su cerveza.

Arrancó con la fabricación de diez litros y cada vez se fue involucrando más. Admite una especie de “seducción”. De hecho, combinó su pasión por el estudio y le puso su impronta a una cerveza para celíacos.

Pero en su camino, no hay nada de improvisación. Está continuamente incorporando conocimientos teóricos, prácticos y sobre todo invierte en equipos. Nunca pensó que existían tantas variedades de cervezas. O que llevara semejante complejidad la cerveza artesanal que se apoya sobre una mesa. “Me tiré a la pileta en un momento económico difícil del país. Pero gané en tranquilidad, en sentirme alegre todas las mañanas”, aclara.

Sororidad
En cuanto a la experiencia con las Birreras Argentinas, dice que se fue interiorizando sobre las actividades, pero que a su vez le pareció interesante manifestar la solidaridad con los sectores vulnerables. Hoy son cerca de 130 las integrantes que provienen de varias localidades del país.

“Vamos a seguir juntándonos. Ahora queremos recaudar fondos para destinarlos a nuestra capacitación”, asegura.

Finalmente, cuenta: “Me gustan todos los estilos. Hay cerca de 140 aunque me inclino más por los alemanes, belgas, ingleses y las de Abadia, entre otros”. Próximamente va a lanzar al mercado su producto, en botella y barril. Se llama “Simona”.