De Concordia rumbo a Rosario

Una mano hecha por una impresora 3D unió dos ciudades y cumplió un sueño

Julieta tiene ocho años y desde que nació aprendió a vivir con una sola mano. Su familia pidió en una página una prótesis y, luego de una larga espera, la niña pudo recibirla. La entrega fue gratuita, pero la retribución queda en el corazón de quienes trabajan duro para devolver sonrisas.
16-05-2019 | 17:42 |

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La niña rosarina recibió su mano impresa en 3D, tras ocho meses de estar a la espera.


Belén Fedullo
 
Después de una charla TEDx, integrantes de la UTN Concordia se reunieron y pensaron en replicar algo de lo que habían oído. Es que fueron testigos de lo que contó Gino Tubaro, quien creó la fábrica Atomic Lab y es conocido a nivel nacional e internacional por fabricar manos con impresoras 3D y entregarlas de manera gratuita.
 
Julieta, una pequeña rosarina que tiene ocho años, fue quien obtuvo la mano hecha en Concordia. Sueña con ser tenista y lo primero que probó fue tomar una pelota de tenis. El último día de abril, dos representantes de la universidad fueron a entregar y adaptar la prótesis a la pequeña que, emocionada, quiso compartir ese momento con todos sus amigos y allegados.
 
Una historia de solidaridad
 
El licenciado Martín Azzali, responsable de la Unidad de Vinculación Tecnológica de UTN Concordia, contó a Mirador Entre Ríos: “Todo empezó en Gualeguaychú, en un evento TED. Ahí lo conocí a Gino Tubaro, que es el impulsor de todo esto y a su compañera Alexia Gozuk, que es su socia. Ella dio una charla y Gino mostró qué es lo que hacían y dijo que necesitan embajadores, personas que tengan una impresora 3D, que ellos les muestran cómo hacer una mano que diseñaron y les dan pedidos. Entonces aquellos que quieran, aprenden a hacerlo y reciben solicitudes”.
 
Luego de ese encuentro, Azzali y su compañero Guido Adente se inscribieron como embajadores desde la universidad y al otro día recibieron el pedido de Julieta, la nena de ocho años que hacía ocho meses estaba esperando la mano ortopédica pero no había podido recibirla por la alta demanda que tiene Atomic Lab.

Martín no es el único que hizo posible la entrega de una mano, por eso en varias ocasiones menciona a sus compañeros: “En el laboratorio, con la impresora 3D, se encuentra Guido Adente, el secretario de extensión académica es Marcelo Arlettaz y Fabricio Bonato, de la parte de comunicación, fueron quienes colaboraron”, indicó y aclaró: “Yo soy licenciado en administración rural y estoy en la redacción de la tesis de maestría en ingeniería ambiental; siquiera manejé la impresora 3D porque no se hacerlo. Hice las gestiones, al conocer la idea pensé que esto debíamos hacerlo, ya que para quien conoce como funciona no es tan complejo”.
 
Sobre el procedimiento, detalló: “Lo que hizo Julieta, al igual que hacen todos los que realizan un pedido, fue mandar sobre una hoja cuadriculada la foto de su mano entera y por otro lado la foto del muñón. Se hace sobre una hoja cuadriculada para poder escalarla, entonces sabes de que tamaño es la mano. Se imprime, lleva más o menos unas 24 horas, suponiendo que la impresora esté un día imprimiendo, y luego viene la parte del armado”.
 
En este caso, Julieta nació sin la mano, “tiene una pequeña articulación que puede mover y gracias a eso se le coloca el brazo, al accionar ella esa parte la mano abre y cierra”, explicó Azzali acerca de cómo funciona la prótesis.
 
Emociones y características
 
Aunque la confección y entrega de una mano hecha por una impresora 3D no dejé un rédito económico, la retribución pasa por otro lado. La satisfacción que sienten los realizadores se nota y se convierte en un impulso para ir por más. “Para ambos fue algo muy fuerte. Cuando fuimos a entregar la mano ver a Julieta agarrar una pelota de tenis por primera vez y emocionarse tratando de agarrar las cosas fue muy lindo”, aseguró Azzali y mencionó: “Ella quería que todos salieran para verla, ya que su familia había ido a esperar esta entrega, entonces se la notaba muy emocionada y expectante ya que ensayaba y quería mostrar todo lo que hacía”.
 
Que sea gratuito no es la única característica, desde Atomic Lab consideran lo que quiere cada destinatario. “Ellos pretenden que sea un accesorio. Se le pregunta a quienes la reciben de qué color la quieren y se han encontrado, con todo lo que está de moda, que muchos piden una parecida a la de Iron Man, entonces cuando van a la escuela, como muchos niños llevan este tipo de objetos, pueden utilizarla también para jugar”, contó.
 
Tener los equipos para colaborar puede no ser tan caro, mientras exista la voluntad, quienes deseen ayudar pueden trabajar con impresoras de bajo costo y así lo hicieron saber desde el equipo concordiense. “Al tema del presupuesto lo comparo con autos, podés tener un ‘Fitito' o una Ferrari. Hay desde 25 mil pesos a 400 mil pesos, aproximadamente. La que tenemos nosotros es de las más baratas, se compran partes y se van ensamblando. Se puede trabajar bien con poco dinero”, dijo Azzali.
 
Lazos que generan entusiasmo
 
Aunque Rosario no es una ciudad cercana, el viaje no resultó tan largo para quienes sabían que iban a ser bien recibidos. “No sabíamos si enviarla o viajar, pero desde la universidad creyeron que era mejor hacer el contacto y probar la mano, por si algo no había quedado bien”, rememoró uno de los mentores del proyecto.
 
—¿Lo más cercano que tenía Julieta era Concordia?
 
—Evidentemente hay pocos embajadores y los pocos deben estar imprimiendo manos sin descanso, ya que cuando te unís vas aceptando o rechazando los pedidos, teniendo en cuenta que todos hacemos otras actividades también. Julieta estaba esperando hace ocho meses y fue el caso que nos derivaron. Atomic Lab no puede hacer todo. Tienen 7 u 8 impresoras trabajando todo el tiempo, pero son demasiados los pedidos y por eso es que ofrecen hacer el trabajo a los embajadores, para no demorar tanto.
 
—¿En una semana se puede hacer este trabajo o cuánto tiempo se necesita?
 
—Tranquilamente se podría hacer, pero depende del tiempo que vayas teniendo. Se imprimen pequeñas partecitas y después está todo el trabajo de ir uniendo. Con la mano de Julieta tardamos aproximadamente dos semanas ya que tuvimos que aprender a hacerla, leer el manual e informarnos sobre los detalles. Además, el uso de la impresora es intercalado porque imprimíamos una parte y quizás necesitaban usarla en la facultad entonces no era una cosa exclusiva.
 
—¿Tienen algún pedido nuevo?
 
—Todavía no recibimos nada, porque es bastante reciente la entrega de esta primera mano, pero la facultad se puso como meta hacer entrega de una mano por mes y reforzar el laboratorio de impresión 3D. Así que estamos viendo si podemos adquirir nuevos equipos y hacer cursos para reforzar esta iniciativa en la ciudad y estimular a que haya nuevos embajadores.
 
—Entonces valió la pena...
 
—Absolutamente. Lo primero que pensamos cuando volvíamos fue cómo podemos reforzar esto. No solo hacer más nosotros, sino reforzar la capacidad de la universidad y lograr que más personas en Concordia lo hagan, porque cualquiera que tenga una impresora 3D en su casa y la use por ‘hobbie' o trabajo puede hacerlo.

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