Historias

Un verdadero campeón de la vida

 Sebastián Cancino lleva más de 20 años sin poder caminar debido a una cuadriplejia espástica, pero esta discapacidad no le impidió ser feliz ni alcanzar las distintas metas que se fue proponiendo. Apasionado por el boxeo, se sumó al “Team Peligro” para practicar el deporte de los puños. Afronta cada día como si fuese un combate pugilístico.
19-05-2019 | 18:22 |

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Cancino, Mansilla y demás integrantes del Team Peligro. Foto: Marcelo Miño





Víctor Ludi

Sebastián Cancino vive la vida como si fuese un combate de boxeo. Según sus propias palabras, cada día es un nuevo round que tiene que saber sobrellevar para ganar su pelea personal. Él es un luchador y se siente identificado con los pugilistas que se sacrifican día a día con el objetivo de lograr sus propósitos. Por esto no es de extrañar que sea un acérrimo seguidor del deporte de los puños.

Con 40 años, lleva más de la mitad de su vida sin poder caminar debido a que cuando tenía 19 años le detectaron un lipoma en la médula. Debió someterse a una cirugía y sufrió una infección que le produjo una cuadriplejia espástica.

Sin embargo, para el santafesino radicado en Paraná -al que, curiosamente, lo apodan “cordobés”- esta limitación no fue impedimento para disfrutar de la vida. Con una actitud positiva, ve siempre la parte llena del vaso y busca superarse día a día pese a los obstáculos.

Fanático del legendario Ray Sugar Leonard y admirador de cómo llevó adelante su carrera Sergio Maravilla Martínez, Sebastián se animó a calzarse los guantes y practicar el deporte que tanto le gusta. Así es que lunes, miércoles y viernes se presenta religiosamente en las instalaciones del gimnasio Pro Fighter de la capital entrerriana, donde forma parte del “Team Peligro” que dirige el peleador profesional Wenceslao Mansilla.

Su vida

Mirador Entre Ríos se acercó al recinto para conocer un poco más de la vida de Cancino, quien dejó un sinfín de enseñanzas y reflexiones dignas de remarcar.

-¿Cómo se dio tu llegada al gimnasio?

-Venía pasando con mi moto por calle Almafuerte y lo vi a Wenceslao en la puerta. Era un mal día para mí, tenía ganas de pelear con alguien y elegí el peor (risas). Desde la calle le reclamé que cuándo iban a hacer una rampa porque yo tenía ganas de entrenarme y, sentado, me respondió que viniera, que no había dramas. ‘Mirá que de verdad voy a venir’, le retruqué y me volvió a contestar que no tenía inconvenientes. A la semana siguiente arranqué. Fue un muy lindo gesto de Wenceslao, porque si bien yo sabía quién era, no nos conocíamos personalmente. Hace muchos años, cuando aún caminaba, practiqué durante algunos meses pero tuve que dejar porque trabajaba y no me daban los horarios. Siempre fue un sueño volver a un gimnasio porque me apasiona este deporte y veo todo tipo de peleas. Además, mi filosofía es la de un boxeador, con la diferencia que en lugar de enfrentarme contra un rival peleo con la vida, porque cada vez que me levanto a la mañana es el primer campanazo y en el día podes ganar, perder o empatar, pero a la mañana siguiente tenés revancha. El tema es no rendirse, no dejar nada.

-¿Qué tal fue esa primera práctica?

-Fue muy emocionante porque me encantan los olores y ruidos de los gimnasios, y al entrar me pasaron un montón de cosas por la cabeza. Me cansé mucho porque llevaba como tres años sin hacer alguna actividad física desde que dejé natación y al otro día me dolía todo, pero la felicidad era mayor. Siempre voy muy contento y la lluvia es lo único que puede hacer que no asista a entrenar. Además de que me hace bien, estoy muy contento porque Wenceslao es una persona muy generosa, porque él ni me conocía y no tuvo ningún problema en abrirme las puertas. El grupo humano es excelente, siempre se mostraron bien predispuestos.

-¿Cuáles ejercicios has podido hacer?

-He trabajado con mancuernas ejercitándome los hombros y el pecho, también he realizado sombra, con o sin peso, y distintos golpes en la bolsa. Con las manoplas he trabajado un poco menos pero lo he hecho también. Quiero aprender día a día, siempre tratando de superarme. Por ejemplo, si en una práctica pegué cinco golpes, a la siguiente me pongo como meta ocho, después 10 y así, siempre intentando mejorar.

-¿Notas un beneficio gracias al deporte?

-Si bien empecé hace poco más de un mes, físicamente me siento más fuerte y con mayor movilidad. Lo que más noto es la fuerza en los brazos, lo cual me sirve mucho para poder pasarme de la silla a la cama. Anímicamente siempre me ayudó el boxeo, porque yo me levanto a luchar todos los días. A veces gano, otras pierdo; pero si pierdo trato de ver qué hice mal para mejorar al otro día y ganar mi pelea. Ahora me propuse bajar de peso, y el boxeo me va a ayudar mucho. Pero para eso sé que tengo que ser constante ya que, por mi condición, todo el esfuerzo que puedo realizar durante meses de entrenamiento lo puedo tirar abajo en menos de un mes de no hacer nada. Después, recuperar lo obtenido cuesta el triple que antes.

Una mirada positiva

Además de su incursión en el gimnasio, Sebastián habló de su vida cotidiana y cómo se mentaliza para superar todos los obstáculos que se le presenten. “Cuando estaba en terapia me hacían un ejercicio que era el de tratar de mirar mi problema como si fuese de otro, y a partir de ahí darme un consejo. Yo ahí me di cuenta que tenía dos caminos: disfrutar de la vida en mi condición o caer en un pozo y quejarme todo el tiempo por las cosas que no puedo hacer por mis limitaciones. Si elegía la segunda opción, no sólo que no me iba a querer nadie, sino que me iban a tener lástima, que es lo peor que te puede pasar. Entonces uno tiene que tener una meta cuando se levanta a la mañana, por más mínima que sea. No es fácil y no se logra de un día para otro, pero siento que logré encontrar mis motivaciones. Durante años mi objetivo fue poder controlar las esfínteres y peleé día a día hasta que lo logré”.

Ante la consulta sobre cuál fue el momento de quiebre para poder verle siempre el lado positivo a las cosas, explicó que “estuve mucho tiempo internado y aprendí a valorar las cosas. Vi gente que estaba peor que yo, pibes en coma que quizá no se van a despertar más. Entonces eso me hizo cambiar mi visión de la vida y trato de no amargarme por cosas insignificantes. No soy el ombligo del mundo, ya que a todas las personas les pasan cosas buenas y malas. Entonces hay que tener una actitud positiva y querer disfrutar la vida. Yo soy feliz compartiendo unos mates con mi mamá o sabiendo que a la gente que quiero le está yendo bien, porque siempre hay muchas más cosas para agradecer que para lamentarse, pero a las personas por lo general le gusta remarcar lo malo”.
Por su puesto que Sebastián Cancino tuvo complicaciones, como cuando estuvo “un año sin poder salir de mi casa porque no tenía silla de ruedas. No me quejé de eso, sino que cuando pude conseguir una salí a disfrutar con más ganas, sabiendo que las cosas llegan cuando tienen que llegar y no hay que desesperarse. Ahora no solo tengo mi silla sino que, por intermedio de la obra social, logré acceder a una moto adaptada con la que puedo trasladarme”.

“En mi casa al principio me sobreprotegían, pero yo no quería eso ya que sentirse una carga para alguien es horrible. Yo antes no tenía portón eléctrico en mi casa y me propuse conseguir uno para no depender de nadie para que me abra cuando quería salir o entrar con la moto. Me costó, tuve que romperme el lomo hasta que lo conseguí”, remarcó quien se desempeña como vendedor ambulante.

Por último, explicó algunas de las dificultades con las que tiene que convivir en Paraná: “la gente es muy solidaria y siempre que puede te da una mano, pero la infraestructura de la ciudad no está preparada, ya que faltan muchísimas rampas que estén bien hechas. Lo mismo pasa con los colectivos. Por ejemplo, los transportes con pisos bajos que van a Santa Fe no salen los fines de semana y uno tiene esta discapacidad todos los días, no de lunes a viernes solamente. También faltan lugares para el esparcimiento como puede ser la práctica de algún deporte, que ayuda muchísimo a ponerse metas diarias”.

“Nos transmite un mensaje de superación”

Por su parte, Wenceslao Mansilla destacó la voluntad y predisposición de su alumno, considerándolo como un ejemplo de superación. “Seba es un claro ejemplo de que con voluntad y convencimiento se pueden alcanzar metas. Empezó hace un tiempo a entrenarse y le pone muchas ganas, tratando de minimizar sus dificultadas e intenta progresar en su entrenamiento. Si bien lo que puede hacer es limitado, práctica a práctica intenta realizar algo más. De hecho, Luis, uno de sus compañeros, se acercó a guantear con él. Nos da una lección a todos, que a veces dejamos que algo mínimo nos bloquee o impida realizar algo. Muchas veces pienso que las limitaciones están en la cabeza, se las pone uno. Y el caso de él tiene que ser una enseñanza para todos los ámbitos de la vida. Nos pone muy contento que esté en el gimnasio, ya que nos transmite un mensaje de superación a todos”.

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