Observatorio político

Viejas y nuevas agendas para el gobierno provincial

En estos cuatro años han emergido –junto a nuevas perspectivas– actores comunitarios, sindicales, políticos y económicos que desafían las prioridades de la agenda pública y la distribución de roles. La dinámica social obliga a preguntarse por esas problemáticas que pugnan por ser visibilizadas y, sobre todo, cómo pueden ser abordadas.
21-05-2019 | 18:18 |

Bordet podría concentrar, el 9 de junio, el mayor capital electoral en la provincia.
Mirador Entre Ríos
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Si las estimaciones no resultan desproporcionadas, el 9 de junio a la noche, el gobernador Gustavo Bordet habrá concentrado la mayor cantidad de capital electoral al que un ciudadano entrerriano puede aspirar dentro de la institucionalidad provincial. Pero, curioso fenómeno, ese recurso de legitimación se desvanecerá al rato nomás dado que, por prescripción constitucional, el aura que ese sitial de poder desprende tiene fecha precisa de vencimiento.

Será un fuerte desafío para el mandatario, que nadie tenga dudas de ello; máxime si se está de acuerdo con que los dirigentes cuecen su carrera en base a cómo logran darle un toque particular a esa receta ancestral cuyos ingredientes principales siguen siendo la ambición personal, la vocación de servicio y, para unir los elementos, una pizca de sentido de la oportunidad y cierta habilidad en construir espacios políticos y vínculos sociales afines.

En general, los asesores y dirigentes suelen emparentan sin más capital electoral y capital político. Así, ante circunstancias similares a las que debe afrontar Bordet, no se les ocurre nada mejor que empujar a sus jefes a emprender aventuras que ni al propio Julio Verne se le hubieran ocurrido.
Lo difícil para los dirigentes que se encuentren en la posición del actual mandatario es edificar autoridad política: un simbólico pedestal que lo ubique dentro de un ceñido puñado de ciudadanos que han lucido los atributos del gobernador, que no obstante esa distinción derive en más reconocimientos que reproches, pero además que no lo momifique en vida, que no lo convierta en una pieza de museo sino que fundamente la pretensión de mantenerse sentado en torno a la mesa donde se discute el poder.

Ante todo, debe entenderse el volumen del reto de Bordet: no se trata sencillamente de completar lo realizado durante los cuatro primeros años, como si el mundo se hubiera detenido y la foto aquella sirviera para detectar la realidad y lo deseado, y para operar en consecuencia durante un lapso de ocho años. No es el segundo tiempo del mismo partido: hay una nueva configuración social de la que los resultados electorales probablemente den cuenta, salvo que el análisis se empobrezca hasta el extremo de ver sólo quién sacó más votos, en qué lugares y no se preste atención a lo que sugiere la discursividad electoral no afín.

Lo nuevo

Hay también nuevas perspectivas que pugnan por hacerse un espacio en las agendas públicas: la puesta en valor del lugar de la mujer y la transformación de la cultura que exalta lo masculino per sé, como estrategia para fortalecer convivencias menos violentas, más humanas; y la convicción de que la naturaleza no es ese lugar abstracto donde se realiza la renta productiva, sino que la riqueza radica en aceptar que el ambiente nos incluye, que somos parte de él. Si fueran activados, sólo estos dos nervios derivarían en numerosas acciones que corregirían las letras chica y grande de los programas y proyectos en marcha.

Pero también hay escenarios que se han reconfigurado en estos años, nuevos actores sociales que se hacen ver y que reclamarán condiciones de mayor protagonismo. Uno de los principales es el del campo científico-tecnológico, sustentado por una idea más clara –de parte del sistema universitario– en el sentido de querer protagonizar los procesos de transformación de Entre Ríos, no sólo de dar el presente a la hora de producir diagnósticos. De hecho, es creciente el número de experiencias en las que las universidades son el factor que aglutina, proyecta, impulsa o apuntala iniciativas que significan mejoras concretas para las comunidades.

En paralelo, una multiplicidad de micro, pequeñas y medianas empresas de base tecnológica, de probada solvencia técnica y de gestión, busca cómo supervivir mientras una serie de demandantes privados y públicos se abastecen de innovaciones foráneas: es una inconexión a cuya solución el Estado aporta por inacción, cuando no la profundiza de hecho.

En calidad

El otro factor que obliga a reformar políticas es la constitución del colectivo de emprendedores. Hoy es una constelación multiforme de agrupamientos e iniciativas, con diferente grado de desarrollo, algunos en instancias de convertirse en salidas individuales o grupales a la crisis y otras en medio de procesos más avanzados de transformación empresaria.

En cuanto a las políticas públicas, las de más alto impacto han sido aquellas con menor exposición, pero que surgieron como producto de la constitución de espacios multisectoriales y multidisciplinares de participación: los avances en niñez, adolescencia y familia; las acciones de prevención y contención de la violencia contra la mujer; las transformaciones normativas enfocadas en la actualización de la Administración, recién iniciadas; el fortalecimiento de la perspectiva de los derechos en salud, la táctica de la prevención y la estrategia de emprender la gestión en equipos.
Mientras las estadísticas dan cuenta de cierta tendencia a favor de una reprimarización de la producción provincial y las industrias en Entre Ríos presentan problemas de rentabilidad y sustentabilidad, el impacto de las políticas nacionales va alfombrando de desocupados o subocupados la provincia. De lo que significa en los hechos eso que ligeramente se plantea como la ampliada brecha en materia de ingresos entre los grupos sociales, pueden dar cuenta los candidatos que en sus recorridas se han topado con numerosas situaciones que, a pocas cuadras del centro, nos remiten a postales inhumanas que creíamos superadas.

Está claro que, pese a todas las consideraciones que haya por hacer respecto de la coyuntura, el raigón de estos problemas lleva décadas dando malos brotes en la realidad entrerriana: parece achicarse en ciclos de restitución de derechos o de expansión de la inversión pública, que a su vez potencia la privada; pero cuando los más optimistas creen que ha llegado el momento de extraerla sin más trámite, sobrevienen períodos de ajuste donde sus cualidades subterráneas se potencian.

Propio y ajeno

Si se observa con alguna profundidad se notará que el contexto muestra a una provincia que no logra revertir los problemas estructurales con los que produce una doble expulsión: del territorio, a quienes se fijan un horizonte existencial sin límites geográficos; y de las condiciones mínimas de vida digna para miles de conciudadanos de todas las edades que prefieren quedarse a intentar –muchas veces en vano– remontar el barrilete de una existencia decorosa cerca de los afectos.
Y, a la vez, nadie podrá negar el protagonismo que ha tenido el peronismo –en sus diferentes expresiones– en la política comarcal desde 1983, muchas veces como oficialismo y algunas como oposición.

Sin ir más lejos, el propio Bordet –que recibió el poder de un gobierno de igual signo partidario– ha inflado el pecho al destacar el hecho de haber logrado, tras un trabajo sostenido, perseverante, salir de la situación de déficit operativo en el que la Provincia se encontraba hasta alcanzar la meta (cuatro años después del cambio de gestión) de que el presupuesto 2019 tenga superávit primario (compara los ingresos y los gastos corrientes) y superávit secundario (contempla además el impacto de la deuda pública).

Ese es un paso importante, necesario, pero se trata de una evaluación realizada desde los grandes números: resta ahora avanzar hacia el control de la calidad de gasto, que es un asunto bastante más complejo que achicar hasta que nos alcance. Tampoco le es ajeno al gobierno porque, en sentido contrario, ha aplicado esta refinada técnica de gestión a las reformas tributarias que permitieron aumentar la recaudación global aplicando criterios de justicia.

Hacia adelante

Es cierto, no debe ser sencillo para nadie descreer de la adrenalina que genera la acumulación de capital electoral para dedicarse al trabajo de orfebre de quien esculpe una autoridad política que lo proyecte desde otro lugar, propia de quien aceita, cambia y/o agrega engranajes al mecanismo de relojería social y del Estado.

Obliga a preguntarse, por ejemplo, qué debe hacer un dirigente para modelar y, luego, ocupar ese lugar de legitimación social perdurable, no atado tan ferozmente a contingencias proselitistas, independientemente de que disputar poder es ser parte de estrategias que en algún momento necesitan una expresión electoral. El tiempo dirá con qué suerte emprenderá esa aventura Gustavo Bordet.
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