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07-03-2019
Hizo todo lo posible para no seguir

Comesaña murió de “muerte natural”

Comesaña murió de “muerte natural”
Dijo que el club está lleno de alcahuetes, que los jugadores titulares tienen miedo y que entre los suplentes no tiene ni a Messi ni a Maradona.

Darío Pignata
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“Hoy resulta que es lo mismo / ser derecho que traidor / ignorante, sabio, chorro / generoso o estafador / ¡Todo es igual! / ¡Nada es mejor! / Lo mismo un burro / que un gran profesor” inmortalizaba Enrique Santos Discépolo con Cambalache. Comesaña ya es pasado en Colón. Con pena y sin gloria. Colón, que fue a buscar al gran profesor, sólo se encontró con un burro que tiró patadas para todos lados. Increíble. Impresentable. Un papelón que le quita crédito a la gestión.

Igualmente, ambos (Vignatti y Comesaña) eligieron el mal menor, porque la cancha el sábado hubiera sido una caldera pocas veces vista. Está claro que Comesaña no se va por los resultados que no consiguió ni por el juego que no mostró. Nadie hace magia en cinco fechas cuando cambia de golpe 9 jugadores titulares. Todo eso era previsible. Mucho más con la intoxicación masiva y los desgarros a granel antes de Talleres.

Lo que no era previsible es que un entrenador que en días cumple 71 años y dirigió ¡27! equipos cometiera groseros pecados de juventud. El entrenador más longevo del continente pareció un principiante en Santa Fe. Se fue de noche, redondeando un papelón pocas veces visto en el fútbol argentino.

El gran profesor quedó en Colombia, acá sólo llegó alguien con un delirio casi místico de romper todo y pelearse con todos. En la soledad que eligió, empezó a desconfiar de su propia sombra. Vivió pensando en morir. Y murió de muerte natural. En un entrenamiento hizo expulsar al colaborador que llevaba las frutas frescas para el desayuno argumentando que podía ser “un espía de Heinze”. A los jugadores colombianos, que trajo él junto a su hijo, les prohibió que se juntaran a cenar en parejas. Vivió al límite de la desconfianza, sospechando de las relaciones de los periodistas que cubren los entrenamientos con los supuestos informantes.

Siempre la culpa fue del otro para el profesor. Cuando perdió con Banfield, la culpa fue el planteo de Crespo. Cuando perdió con Lanús, la mala suerte. Y cuando perdió con Talleres, el miedo de sus jugadores.

Se fue condenando solo al fracaso. Se peleó con los colaboradores del club cuando los trató de “alcahuetes”, metiendo a todos en la misma bolsa. Se peleó con los jugadores titulares, a los que trató de “miedosos”. Y manoseó a los suplentes diciendo que “en el banco no tengo ni a Messi ni tampoco a Maradona”.

Y como le encantó a Comesaña que se usara la palabra “muerto” para calificar a este club, hay que decir que su ciclo en Colón se murió de muerte natural.




 



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