ADICCIÓN AL JUEGO

Cuando jugar ya no es divertido y pasa a ser una enfermedad

 En Entre Ríos, más de 800 personas han pedido que se les restrinja el ingreso a salas de juego dependiente del Iafas porque sienten que no pueden controlar su adicción. 


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MIRADOR ENTRE RÍOS
redaccion-er@miradorprovincial.com


Hace unos días, una noticia conmovió a la opinión pública de Paraná. Los empleados de una casa de comidas rápidas advirtieron que un niño pequeño estaba solo en una mesa desde hacía varias horas. Cuando le preguntaron por su familia, el chico dijo que su mamá lo había dejado allí mientras iba al casino. Luego se supo que no era la primera vez del abandono, que en otras ocasiones el nene había quedado en una parada de colectivo o en una plaza, pero que siempre el motivo era la compulsión de la madre por el juego. Es que la adicción a las apuestas es una enfermedad y tan preocupante como el consumo de drogas o alcohol.

En Entre Ríos, las apuestas legales están controladas y administradas por el Instituto de Ayuda Financiera para la Acción Social (Iafas). Ese organismo también cuenta con un Departamento de Juego Responsable que tiene programas de prevención y asesoramiento para quienes tienen problemas con ese tema.
MIRADOR ENTRE RÍOS dialogó con la psicóloga Carolina Molina, integrante de ese Departamento.

–¿Cuándo se puede decir que una persona tiene problemas con el juego?
–Cuando empieza a tener actitudes que antes no tenía, sobre todo en relación al uso del tiempo y del dinero, en cuanto a aplicarlo a la práctica del juego. Eso es muy difícil de determinarlo porque antes que eso, es muy complicado que la persona se dé cuenta que tiene una problemática con el juego. Por lo general quienes se dan cuenta son los familiares. Hay una mayor inversión del tiempo en relación al juego y se va profundizando. Es una patología crónica y progresiva. No se convierte en un jugador compulsivo de un día para otro.

–¿Los primeros en darse cuenta son los familiares?
–Por lo general, ese cambio de conductas lo va viendo y observando los familiares. Aunque no se relaciona inmediatamente con una cuestión de juego obsesivo. Muchas veces, sobre todo las mujeres, relacionan las conductas de sus maridos con infidelidades, porque desaparecen por mucho tiempo, porque no se sabe dónde está, por la falta de dinero, las mentiras que son recurrentes. Esas actitudes y otras más, afectan las relaciones sociales y también el área laboral. Son indicadores que se puede estar frente a esa patología. Pero no todos pasan a un estadio patológico. Hay un primer estadio que es de un juego de divertimento. El último sería el estadio de juego compulsivo.

–¿Qué tipo de ayuda se le puede brindar a quien sufre el juego compulsivo?
–Puede ser un tratamiento psicológico, una terapia de grupo, grupo de autoayuda. Las terapias de grupo están coordinadas por un profesional (psicólogo o psiquiatra), mientras que los grupos de autoayuda son coordinados por personas que han atravesado por la problemática. En un estadio muy avanzado podría complementarse con un tratamiento psiquiátrico incorporando medicación.

Autoexclusión

Quienes se acercan al Departamento de Juego Responsable para buscar ayuda ante la problemática de juego compulsivo, se les ofrece al posibilidad de autoexclusión de las salas de la provincia. El registro funciona desde 2008, y durante 10 años han pasado por él aproximadamente 1.000 personas, de las cuales 800 se encuentran activas. “Quienes reconocen que sufren problemas con el juego tienen la posibilidad de solicitar voluntariamente la autoexclusión. Tienen que hacerlo ellos personalmente, no puede ser un familiar”, aclaró la psicóloga.

“Para eso se tiene que acercar a nuestra oficina en Urquiza 494 5º B y se realiza el trámite de manera gratuita y confidencial. Si bien usamos una oficina que depende del Iafas, funcionamos por fuera del edificio del Iafas para resguardar la identidad de la persona. Deben llamar al 0800 8882202 para obtener información o solicitar un turno. Estipulamos día y hora para estar en la línea confidencial y no se junten dos personas en la oficina, y poder darle tiempo y hacer una buena escucha”, subrayó.

–¿Qué deben hacer quienes vivan en otras ciudades?
–En otras localidades tiene que presentarse en la sala de juego donde hay un responsable para tomar la autoexclusión. Nosotros somos quienes nucleamos la información. Desde Paraná se informa a todas las salas que esa persona se autoexcluyó. Contamos con un padrón de autoexcluidos. Tiene una duración de un año y es irrevocable. Por un año no puede solicitar volver a la sala de juego. Pasado el primer año se puede solicitar el reingreso a la sala. Se renueva automáticamente si la persona no hizo expreso que quiere volver a ingresar.

–¿Y si la persona decide empezar algún tratamiento?
–No realizamos tratamientos sino prevención. El tratamiento le corresponde a Ministerio de Salud. Nosotros hacemos un nexo con un organismo de salud que pueda brindar el tratamiento. Lo derivamos a un centro de salud o a un hospital cercano a su domicilio. Realizamos un seguimiento a través de una planilla de referencias.

Cárcel, locura o muerte
En Paraná funciona un grupo de autoayuda de Jugadores Anónimos. Se reúnen en el Hospital Illia (Cochrane y Artigas). La próxima reunión será el miércoles 26 de diciembre, a las 17. “Somos jugadores compulsivos en recuperación. Trabajamos con una literatura que viene desde que se crearon los grupos de jugadores anónimos, hace 60 años. Generalmente hay personas que van a Prevenjuegos, al Iafas, hacen la autoexclusión y de ahí le recomiendan hacer una terapia de recuperación con un grupo de autoayuda y le pasan nuestro número”, contó Claudio, coordinador del grupo, a MIRADOR ENTRE RÍOS.

Las reuniones son una vez por semana en el Hospital Illia y hay quienes participan desde hace años.
“Generalmente, no hay comprensión de parte de familiares u otras personas cercanas. Por eso las reuniones se hacen con jugadores compulsivos, porque por más que sea un psicólogo no está afectado por la enfermedad. Nos remitimos a estudiar, comprender y caminar la literatura que está hecha por jugadores compulsivos”, manifestó.

–¿La compulsión al juego es una enfermedad? ¿Se cura?
–No tiene cura. Es una enfermedad que se puede detener, como la adicción al alcohol o la droga.

–¿Es parecida a otras adicciones?
–No tiene similitud, es completamente diferente. La llaman la enfermedad invisible. Tarde o temprano sale a la luz. Pero no te das cuenta que una persona juega. Lo mirás y no te das cuenta que es un jugador compulsivo. En cambio, si ves una persona drogada o alcoholizada te podés dar cuenta.

–¿Existe un patrón común entre los jugadores compulsivos, de género o edades?
–Hay tantos varones como mujeres, no hay más unos que otros. Sería un 50% de cada lado. Antes había más gente grande, mayores de 40. Pero hoy en día no es así, tenemos un compañero de 20 años con nosotros, por ejemplo. La mujer se vuelca más a las máquinas tragamonedas, mientras que el varón no tanto, puede ser ruleta, póquer, carrera de caballos, quiniela.

–¿Complica la recuperación el hecho que haya muchas salas de juego?
–La gente que no hace una terapia de superación está invadida por el juego. A mí si me pones en frente de casa un casino no me pasa nada porque estoy en un tratamiento de recuperación y quise dejar de jugar.

–¿Qué le aconsejaría a un jugador compulsivo?
–Le aconsejaría que dejara de jugar, que ahí está perdiendo el tiempo, está malgastando la plata que le cuesta mucho, está perdiendo sus afectos, su familia, sus amigos. Las consecuencias que tiene el juego son muy tristes. Sólo pueden ser la cárcel, la locura o la muerte.

El Departamento de Juego Responsable del Iafas tiene su sede en calle Urquiza 494, 5º B, en Paraná, donde se realiza el trámite de autoexclusión de manera gratuita y confidencial. Se debe llamar previamente al 0800 8882202 para obtener información o solicitar un turno.

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