Tomás Rico redaccion-er@miradorprovincial.com
Bajo el sol que “picaba” y una temperatura que oscilaba los 35º, a media mañana en la zona del noroeste paranaense, el primer grupo de trabajo ya se encargaba desde temprano del arado de la tierra, justamente para esquivarle al sofocante calor de esta época estival. “Somos entre cinco y seis por turno”, dijo uno de los vecinos mientras sostenía el rastrillo, que momentos antes usaba para emparejar la tierra y así poder sembrar. A su lado hombres y mujeres hacían lo suyo con palas y picos.
Todo ocurre en un terreno de 12x60 metros, ubicado en el bajo del barrio Croacia Sur de Paraná, que un año atrás era pura maleza y parecía utópico pensar que ahora dé tanto a las familias del barrio y sus vecinos del Bº Cáritas. Hoy, tras el esfuerzo y trabajo mancomunado obtienen alimentos saludables de la huerta para llevar a su mesa.
Sembraron sin saber qué resultados iban a tener y al tiempo zanahorias, pimientos, tomates, calabazas, choclos blanco, acelga, lechuga, albahaca, batatas, hasta melones crecieron en la parcela. También los helechos y los plantines tienen su rincón. “Es todo orgánico y te das cuenta cuando comes que tiene otro sabor”, aseguraron al unísono los vecinos agricultores.
Pero esta labor no sólo es cosa de adultos, sino que los más pequeños se acercan y aportan su “semillita”. Así desde chicos aprenden lo que significa sembrar, cuidar y en definitiva cosechar el esfuerzo que demanda cualquier trabajo. “Los chicos plantaron su semilla y le pusieron un cartelito con el nombre de cada uno. Vienen todos los días a regar y cuidar que crezca. Un poco es eso con lo que trabamos, de incentivarlos a querer y cuidar lo que uno hace con tanto esfuerzo”, destacó Joaquín Cuscueta, referente en Paraná de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), quien trabaja junto a los vecinos de la zona noroeste.
Hacer frente, entre todos
La economía popular es lo que han forjado los vecinos de una zona casi invisible para muchos, porque lo que empezó como algo de un barrio con el tiempo se expandió y se sumaron voluntariamente vecinos de la zona para hacer frente a sus necesidades básicas.
“Todo lo que cosechamos lo llevamos para cocinar al merendero o lo repartimos entre las familias que ayudan”, indicó Paola Martínez, encargada del merendero “Grillito Verde” de Croacia Sur, quien resaltó que la cantidad de familias necesitadas de un plato de comida viene en aumento en el último tiempo. Tal es así que en la última visita de Mirador Entre Ríos, en octubre del 2018, asistían 180 chicos y en la actualidad van cerca de 300, “el número crece día a día, es cada vez peor la pobreza que hay. A veces son las 11 de la noche y nos mandan mensajes desde otros barrios para saber si cocinamos, así vienen a buscar su ración, es algo increíble”, sentenció Paola y se lamentó: “Con suerte nos alcanza para darles un plato a la noche para las familias. Lo que sí mantenemos como sea es la leche para los chicos”.
Para combatir el hambre, las familias se unen y trabajan para generar ingresos económicos. “Ahora tenemos pensado empezar a vender pan y facturas, porque antes las hacíamos sólo para los merenderos. Tenemos un grupo de mujeres que cocinan y también pensamos vender pastas”, indicó Martínez.
Desde los merenderos barriales buscan enseñar otros oficios, por eso cada vez más organizan pequeños talleres, que van desde trabajos de pintura hasta de confección de almohadones.
“Todo lo que cosechamos lo llevamos para cocinar al merendero o lo repartimos entre las familias que ayudan”.
Paola Martínez, encargada del merendero “Grillito Verde”.
Más panzas para llenar
Ante la urgencia y necesidad de muchas familias, en Cáritas comenzó a funcionar un merendero en octubre del año pasado y Soledad Alem es la encargada. “Empezamos con 48 chicos anotados, a las dos semanas teníamos 127 y después ya tuvimos que incluir a los papás y a los hermanos mayores, porque la Municipalidad nos entrega la leche sólo para los menores de 14 años”, contó Soledad y señaló que luego empezaron a cocinar almuerzos o cenas “en los dos días que entregamos comida estamos dando más de 300 raciones. No llegamos con los recursos para dar todos los días, pero la copa de leche sí tratamos que se entregue siempre”.
Los vecinos de Cáritas tienen su sector en la huerta y también se llevan sus frutas y verduras. “Nos sumamos hace poco y está muy bueno este proyecto”, aseguró Alem, y Paola agregó: “Ahora ya son dos los merenderos que tenemos que ayudar, así que tenemos que seguir creciendo”.
Crítica
“Las partidas que mandan no nos alcanza más de una semana, ni siquiera la leche. Nadie se acerca a darnos una mano”, comentó Paola en referencia de la ayuda que deberían mandar desde el gobierno provincial.
Sobre el programa de inclusión social Impulsar, que lleva adelante el municipio local, la referente del “Grillito Verde” criticó que “se lo dan a cualquiera, muchos terminan vendiendo lo que reciben, está descontrolado. Es una lástima porque nosotros que necesitamos hornos para cocinarle a los chicos no recibimos nada, los mecheros también nos faltan y tenemos que pedir prestado, lo mismo pasa con las ollas”.
“Enseñar y educar diferente”
El referente de la CTEP analizó el crecimiento que han logrado los vecinos fruto del trabajo en equipo. “Es un logro para ellos y considero que culturalmente están creciendo. Tenemos que enseñar y educar diferente, creo que el cambio generacional está en las bases de los territorios de las villas de asentamiento, lugares a los que nadie le da la importancia y el valor que deben tener. Ellos son parte de la zona de urbanización, son parte de la ciudad y en definitiva somos todos iguales”, sostuvo Cuscueta.
Al mismo tiempo, invitó a que “la gente con estudios se acerque y pueda estar en contacto para transmitir sus conocimientos. Las universidades deberían estar presentes para que los estudiantes hagan sus prácticas y a la vez educar a la gente de los barrios”, dijo en referencia a aquellos que sean profesionales agrónomos o bien estudien alguna carrera relacionada con los cultivos.
El futuro social y económico del país es incierto, pero la esperanza es lo que moviliza a estos vecinos que día a día se levantan y trabajan a la par, para dignificarse y poder llenar la panza de sus familias.
Se quieren sumar
Al difundirse las actividades que realizan estos vecinos en la huerta de Croacia Sur, referentes de ONGs de Paraná, entre ellas Suma de Voluntades, ya comenzaron a hacer gestiones para poder aunar y compartir ideas y estrategias para generar más posibilidades para los vecinos de barrios marginales de la ciudad.
Un punto clave: la salud
En la zona de confluencia de los barrios del noroeste de Paraná el tema de la salud es otra complicación, por ello desde mediados del año pasado pediatras y nutricionistas del hospital “Gerardo Domagk” de Bajada Grande trabajan junto a los vecinos, para controlar la vacunación y verificar el estado médico en general, en una población que hay personas con celiaquía, otros con bajo peso y demás afecciones. “En enero hicimos una charla junto a la gente del hospital para adolescentes de 12 a 20 años, para que tengan en cuenta la prevención de las enfermedades sexuales y puedan cuidarse. Hay muchos chicos que no hablan con los padres, y son atendidos por psicólogos y psicopedagogos”, destacó Paola Martínez.