Confederación Argentina

Las residencias del Presidente

En tiempos de la Confederación, cuando Entre Ríos ocupaba el centro de la escena nacional, desde su Capital Provisional sobre el Paraná o desde la Capital Provincial sobre el Uruguay, el Presidente residía en una, temporalmente, mientras el centro decisional estaba en la otra.


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Mariana Melhem
redaccion-er@miradorprovincial.com

El General Justo José de Urquiza, nacido cerca de Concepción del Uruguay, había instalado allí las empresas que le proporcionaron desarrollo económico merced al que construyó una suntuosa vivienda para su numerosa familia.
Al asumir la Presidencia (en marzo de 1854) necesitaba un lugar donde establecerse en Paraná y lo hizo, en los primeros tiempos, en la Casa de Gobierno pero luego decidió construir una residencia que también ocuparon sus sucesores, entre 1860 y 1861.

Un palacio en tierras agrestes

Ubicado en un área rural próxima a Concepción del Uruguay, paradójicamente tuvo más y mejores servicios que los que había en la ciudad de aquel momento. El palacio San José, residencia de Urquiza, además de sorprender por su diseño de líneas clásicas italianas, fue pensado con todas las comodidades y haciendo uso de las tecnologías más modernas de la época.

Si bien los trabajos iniciales se habían realizado en 1848, bajo la dirección del alarife Jacinto Dellepiane, la resultante que aun cautiva a quien lo visita responde al arquitecto italiano Pedro Fossatti, contratado por Urquiza para realizar la mayor parte de sus establecimientos particulares en el entorno de Concepción del Uruguay.

La estancia de San José es un conjunto de varios edificios compuesto por la residencia, la capilla y sus usos complementarios. El palacio se organiza alrededor de dos patios rodeados por galerías que articulan los espacios abiertos con los cubiertos en un ambicioso programa de necesidades que reúne dormitorios, salas de encuentro social, oficinas y áreas de servicio.

En torno al patio de honor se organizaban, de un lado, las habitaciones principales de la familia y del otro, los dormitorios para huéspedes. Entre las amplias y lujosas habitaciones sobresale la Sala de los Espejos, cuyo nombre se debe al cielorraso constituido por un artesonado de madera que contiene más de cien espejos traídos de Francia lo mismo que el mobiliario que vestía todo el palacio. El escritorio político se ubicaba frente a la sala de recepciones y junto a la denominada sala de juegos.
Desde el exterior, las dos torres se perciben como miradores vigías que permiten ver a los cuatro vientos de la campiña y a la vez, ser vistas por quienes se aproximan. Ellas enmarcan la galería del frente que presenta, como antesala del ingreso, un jardín de variadas especies, pequeñas fuentes ornamentales y pajareras, delimitado por una verja de delicada herrería.

Las habitaciones del patio del parral estaban destinadas a familiares, personal allegado y oficiales de las filas permanentes. Dos de sus salas fueron usadas como escritorios comerciales; una como comedor secundario y la otra como cocina, donde se instaló un adelantado aparato a leña de varias hornallas.

La capilla, ubicada exenta del conjunto, fue construida hacia 1857 y consagrada por el Nuncio Apostólico dos años después. Se trata de un espacio poligonal coronado por una cúpula con dos habitaciones complementarias una para el baptisterio y otra para dormitorio del sacerdote. Entre las obras de arte que la complementan se distinguen las pinturas de Juan Manuel Blanes sobre el cielorraso de la cúpula y la pila Bautismal traída desde Génova.

Existen diferentes tipos de tratamiento para patios, jardines exóticos ornamentados con esculturas, palomares, áreas productivas de abastecimiento con sus servicios complementarios, un novedoso sistema de provisión de agua corriente y zonas de recreación. Un lago artificial de 120 metros de ancho por 180 de largo, con una profundidad de cinco metros y una embarcación a vapor, realizada exclusivamente para el lugar, completaban el conjunto rodeado de montes con especies naturales propias de la región.

La mansión de Paraná

Así como fue necesario dotar a Paraná del equipamiento necesario para el funcionamiento de las instituciones que debía alojar con su nuevo rol como Capital, el Presidente decidió tiempo después (1856) la construcción de una residencia presidencial.

Para ello, contrató al arquitecto Santiago Danuzio, quien se había ocupado de la mayor parte de la arquitectura institucional en Paraná y comisionó la compra de un terreno ubicado en el ángulo sureste de la plaza 1º de Mayo, en la esquina de Monte Caseros y 25 de Mayo, solar que hoy ocupa el edificio del Correo.

Las obras se desarrollaron de manera acelerada despachándose, a mediados de 1857, los muebles provenientes de Río de Janeiro cuyo lote comprendía: juegos de sala y de comedor de jacarandá, mesas de mármol, espejos, camas de bronce, cómodas de caoba y alfombras de triple cortado, entre otros. Para 1858 la casa estaba lista.

El partido espacial respondía a los lineamientos de la época, era una casa de patios rodeada por galería y habitaciones, pero presentaba la particularidad de contar con dos niveles sobre calle 25 de Mayo, mientras sobre calle Monte Caseros se desarrollaba un solo nivel. El lenguaje italianizante marcaba un basamento de textura rugosa simulando bloques de piedra (como los palacios renacentistas) que soportaban el primer piso alivianado visualmente por las ventanas. La historiadora Beatriz Bosch describía así su distribución: “…Un ancho zaguán, a cuyos costados se abrían dos series de cuartos, llevaba al patio principal por ellos encuadrado. La cocina, los baños y dependencias de servicio se encontraban en los otros dos patios restantes. Amplia escalera de cedro conducía desde el segundo tramo del zaguán a la planta alta, hasta desembocar en un pasillo sobre la actual calle 25 de Mayo, dos habitaciones y una tercera doblando hacia el interior. A la izquierda, un salón que daba hasta la esquina. Seguía una pieza pequeña y cerraba el conjunto una extensa terraza. En el frente mayor sobresalía el balconaje de hierro, dividido en tres sectores. En la planta baja se destacaban diez altas ventanas de rejas”.

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