Escenario

Allí donde la medicina no llega

 


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Ariel Gustavo Pennisi


“Ella es fuego vivo, como yo jamás había visto” supo escribir alguna vez el monumental Franz Kafka deslumbrado por el encanto de Milena Jesenká. Y es que el autor checo mantuvo una historia de amor entre los años 1920-1923 con la militante del partido comunista y desertora del régimen stalinista que murió en 1944 en el campo de concentración de Ravensbrück, el más grande que el nazismo creó para mujeres.

De aquella historia de amor hay registros y son las cartas kafkianas, aquellas que un día llegaron a las manos de Mailín Sylvester estimulándola a escribir esta gran obra unipersonal centrada en la feminidad de la escritora y periodista.

Milena fue fuego vivo, así fue su escritura también. Periodista cuyo cientos de artículos se transformaron en cartas de amor: “escribí miles de artículos. Escribí cientos de cartas de amor. No podrán leerlas, pero sabrán de mí por las personas que me conocieron”.

MailÍn Sylvester cumple con su obra la profecía y epifanía de Jesenská. Conoció a Milena por Kafka, profundizó con la biografía escrita por su compañera de Ravensbrück, Margarete Buber-Neumann. Nosotros la conocemos por la simplicidad del genuino camino trazado por Mailín en su obra El laberinto hacia la felicidad.

Donde la medicina no puede entrar
Hay en la obra una profunda y espontánea idea evocada casi como un monólogo por parte de la intérprete María Victoria Vitta: “La medicina no es para mí, veo los cuerpos mutilados, los rostros destrozados, una exterioridad que no dice nada de las personas más que lo que otros eligieron por ellas, o las enfermedades”, quizás sea la frase una línea demarcatoria hacia donde está direccionada la puesta en escena, que son las pasiones que ardieron en el corazón de esta mujer injustamente poco recordada. El amor, las pasiones solo se pueden decir, actuar ,cuando se desterra aquello que otro dijo por nosotros. La medicina no entra en el juego del necesario crimen, solo la autonomía del deseo.

Mailín en primera persona.
-¿Cómo toma conocimiento Mailín Sylvester a la vida de Milena Jesenská?

-Estaba con muchos deseos de dirigir algo sobre el universo kafkiano. Venía leyendo todos sus escritos, y entre ellos llegué a “Cartas a Milena” una compilación de las cartas que él le escribió a ella. Las respuestas de ella no se encontraron, no están. Me emocionó mucho esa relación mayormente por correo, a razón de varias cartas por día, y me imaginaba cómo serían las que ella le mandaba a él. Mientras yo craneaba eso, con Vicky veníamos de un par de proyectos que se cayeron, y un día me dice: “Mai, quiero que hagamos algo juntas”. La mire y le dije, “tengo un unipersonal para vos”. Y es que yo quería trabajar con Kafka, pero esas cartas me habían hecho preguntarme muchísimo por esa persona a quien le profesaba tales escritos, a la que describía con tanta pasión. Ahí había no sólo algo que contar, sino también que rescatar y completar, y para eso estamos haciendo teatro. A ella le entusiasmó mi propuesta y nos pusimos en marcha con los ensayos. Qué suerte que veníamos queriendo trabajar juntas, porque terminó siendo la persona justa para este personaje.

-¿Cuánto tiempo te llevó escribirla?
-Comenzamos a trabajar con textos disparadores y con ideas a fines del 2019. Fuimos queriendo saber cada vez más de ella. Leí una biografía de Milena escrita por su última e íntima amiga y muchas notas de varios diarios. Mucho material, y mucho material que salía de nosotras, de Vicky poniendo el cuerpo y yo proponiendo desde afuera. Es lo hermoso del teatro, hay muchísimo de Milena en esta obra, pero también un montón de nosotras.

Cuando llegó la cuarentena estricta de marzo de 2020, los ensayos se cortaron. Aproveché ese tiempo para recopilar toda la información e ideas que tenía, junto con el material aportado de los ensayos, y escribí el texto dramático en pocos días, durante el encierro. En ese tiempo aprovechamos también para armar la carpeta del proyecto y nos presentamos para un concurso provincial de subsidios, del cual salimos beneficiadas y eso nos propulsó a recomenzar a ensayar apenas se permitieron los encuentros. Gracias a que somos sólo dos, no era un conflicto poder ensayar. No era tan descuidado y lo hacíamos en mi casa manteniendo la distancia y demás cuidados, así avanzamos.

Este año empezamos a ensayar en la sala La Morada, que nos abrió sus puertas y allí es donde estrenamos y hacemos temporada. Estrenamos en julio, cuando se habilitaron los teatros y ahora estaremos todos los domingos de agosto, a las 20 horas.

-Me llamó la atención el foco de la obra en su vida privada, algo que me pareció muy bien manejado y narrado. Muy buena la puesta en escena de ese plano íntimo, amoroso.
-Muchas gracias. Es que lo hermoso en el teatro es, creo yo, justamente, lo íntimo. O mejor dicho, el teatro es un hecho íntimo. Es el abrir la puerta a que, en vivo y en directo, una actriz exponga sentimientos y se desnude emocionalmente. La mayor parte de la vida esto no sucede, sucede en momentos puntuales y con personas puntuales, por eso son recordables. En el teatro debe pasar la mayor parte del tiempo. Es a eso a lo que asistimos al teatro, un encuentro íntimo entre personas.

Milena, siempre Milena
Cuenta Mailín que una vez que descubrió a Milena, se decidió trabajar y escribir sobre ella, primando el deseo de “rescatar a Milena de ese lugar sesgado de la historia, donde por mucho tiempo se la nombró solo como la amante de Kafka, y mostrar que su vida fue “intensa e interesante antes de su relación con él y posteriormente a su fallecimiento” aunque sigue siendo importante la presentación de la relación entre ambos. La directora afirma: “Justamente allí, a través de sus cartas, ella se deja ver como es, en su intensidad, su dulzura, su valor humano, sus defectos. En esa relación se perfila lo más hermoso de la personalidad de Milena, y por eso la traemos aquí. Imaginamos esas cartas, las recreamos, y contamos ese fragmento de historia de amor, pero como el amor no se encuentra sólo en lo amoroso, también contamos su amor por lo justo ya que fue una comprometida militante, con su amor por sus amigos y amigas para los que siempre estaba. Su amor por la escritura como acción”.

Al fin de cuentas, ella “llega a nosotros hoy en día por amar y dejarse amar, y eso dejó tal huella en quienes la conocieron pasando a la historia. Un poco sepultada -por ser mujer- esperamos poner nuestro granito de arena para que no vuelva a ser minimizada como la amante de Kafka. Para que sea toda Milena.”

María Victoria Vitta la intérprete
-¿Qué es lo maravilloso de representar a Milena?

-Hay algo que me parece maravilloso de hacer teatro y en este caso particular, de personificar a una persona real, que es no sólo la posibilidad de darle cuerpo, como en una especie de ritual que revive un muerto, sino también cómo yo como actriz puedo expandirme y experimentarme a mí misma a través de las experiencias de Milena.

-¿Cómo surge tu interés por la vida de esta mujer tan particular?
-La verdad es que el interés por Milena vino de Mailín. En algún momento le planteé que me gustaría que me dirija en una obra y me comentó que estaba interesada en hacer algo sobre esta mujer y le dimos para adelante. Mientras nos íbamos internalizando encontramos una mujer tan… humana, digamos, que nos pareció realmente hermoso. Milena hizo muchísimas cosas muy significativas en su vida, atravesó dolores casi impensados y superó dificultades que muchas otras personas no pudieron, pero también tuvo su lado superficial, ingenuo. No fue una heroína de película, fue una persona. Eso me resulta lo más atractivo de la obra a mí.

-Mujer intensa y multifacética.
-Sí, creo que procuramos en la obra retratar todas esas facetas de ella, que también tienen que ver con el crecimiento mismo. Su militancia fue primeramente una consecuencia del entorno en el que se movía, pero más adelante la hizo propia, por ejemplo.

-¿Cómo es la experiencia de estar sola en el escenario?
-La verdad es que me lo han preguntado muchas veces y siempre respondo que yo jamás me di cuenta de que iba a estar sola y de que eso podría ser algo difícil. La verdad es que fue una decisión que tomamos más práctica que afectiva. Estábamos cansadas de lidiar con horarios de todo el mundo para ensayar y veníamos de una mala experiencia con otra persona que nos había clavado en medio de unos ensayos, así que la decisión vino por ahí. Hoy cuando me lo preguntan sigue resultándome raro porque no me siento para nada sola. Por un lado, está la interacción con el público, que aunque es breve, me ancla ahí. Se genera cierta intimidad con el público - también habilitada por el espacio chico y el aforo reducido - que me sostiene bastante. Por otro lado, están todas estas personas que rodean a Milena que cuando me permito jugar y le doy lugar a su experiencia, se hace casi corpóreas. Y finalmente, está Mailín que sostiene todo el resto de la obra, que me permite relajarme y sé que es un sostén.

Ficha de la obra
Actriz: María Victoria Vitta.
Dramaturgia y dirección: Mailín Sylvester.
Producción: Grupo La Fiaca.
Vestuario: Denise Agustini.
Diseño gráfico: Guadalupe Vilalta.
Asistencia técnica: Belén López Medina.
Fotografía: Silvio Tesan.
Función: domingos de agosto a las 20 en la sala La Morada, San Martín 771 P. A. (Rosario).

Contacto
Reservas:
341-3068860.
Facebook: Milena Jesenska
Instagram: milena_jesensk

Bio

Mailín Gala Sylvester es la encargada de haber escrito la dramaturgia y quien dirige la obra. Se define como una “dramaturga sin finales” además de eterna estudiante de psicología. Es egresada de la tecnicatura en Teatro con itinerario en Actuación y en
Dirección de la Escuela Provincial de Teatro y Títeres de Rosario. Además es tallerista de teatro y actriz infantil.

María Victoria Vitta además de realizar una eterna tesis de lic. en Comunicación Social es actriz de vocación. Es correctora de aquellos textos que escriben sus amigos. Se define como “ciega, sorda y despeinada”.



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