Lucía Dozo
La emblemática Facultad de Humanidades, ubicada en Entre Ríos 758, en el centro de Rosario, fue proyectada por el arquitecto inglés Arthur Herbert Inglis dentro de los lineamientos del neogótico y construida por Felipe Cenci entre 1902 y 1903. El diseño reproduce el estilo de los colegios de Oxford. Su fachada enfrenta actualmente una restauración total, como parte final de un plan de obras que demandó una inversión de aproximadamente 110 millones de pesos.
“Estamos desarrollando un plan integral de restauración y puesta en valor del edificio histórico de la Facultad de Humanidades y Artes. Las obras en el patio y en la fachada tienen mayor visibilidad e impacto. Esta intervención les permitió a muchos descubrir algo que estaba oculto y así se develó una gran belleza. Se trata de un lenguaje estético neomedieval, de matriz escocesa, que se expresa en esa arquitectura tan singular y que, además, es poco frecuente en nuestra ciudad y en nuestro país”, explicó a Mirador Provincial el decano de Humanidades, Alejandro Vila. Y agregó: “También la Biblioteca Central (la ex capilla del colegio Santa Unión de los Sagrados Corazones) tiene un valor excepcional en lo ornamental y, además, fue la única capilla en altura y sin ingreso desde el exterior en la ciudad de Rosario”.
La puesta en marcha de las obras de infraestructura va cambiando la fisonomía de una de las unidades académicas más antiguas de la Universidad Nacional de Rosario. El plan de obras 2019-2023 se inició en mayo del 2019 e implicó múltiples intervenciones en todos los edificios de la Facultad de Humanidades y Artes, así como del edificio de la Escuela de Música, ubicado en la Ciudad Universitaria (La Siberia), y en los anexos de calle Corrientes, Santa Fe y San Lorenzo.
Las obras ejecutadas en el edificio de calle Entre Ríos consistieron en la impermeabilización integral de techos, la limpieza de tanques de agua y una mejora integral en oficinas, secretarías, baños y espacios de uso común. Estas últimas implicaron trabajos de demolición y construcción de divisorios, revoques, pintura de muros y aberturas, pulido de pisos y renovación de circuitos eléctricos.
Las intervenciones más significativas se realizaron en la Escuela de Historia y en el Museo de Antropología, donde se desarrollaron obras de traslado (en Historia) y, en general, de puesta en valor de estos emblemáticos espacios.
“Creo importante destacar que la puesta en valor del patrimonio arquitectónico de la ciudad y su preservación es fundamental y debe estar en agenda permanente. La Universidad Nacional de Rosario tiene un conjunto de edificios catalogados como patrimoniales y, por eso, el aporte que se viene realizando en este sentido es trascendental e innovador”, afirmó Vila.
Las obras La facultad puso en valor y restauró su histórico patio; entre las tareas figuran la recuperación de galerías, la colocación de pisos calcáreos y solias de mármol (respetando materialidades originales). En estas galerías se realizaron nichos para la exposición del material arqueológico obtenido durante el transcurso de la obra.
También se colocaron luminarias, solias hacia el hall central, mobiliario, bebederos, tótem de carga solar y césped. Además, se colocaron dos mástiles para izar las banderas argentina y wiphala.
Por otra parte, se realizaron tareas de refuncionalización del laboratorio de arqueología. Las mismas constan de la provisión de estanterías de estructura metálica con escaleras móviles y mesadas de madera. Además, se acondicionaron cielorrasos, muros, aberturas e instalación eléctrica.
Intervenciones similares se están realizando en la Escuela de Ciencias de Educación, donde serán retiradas las rejas de las ventanas que dan al patio y se repararán paredes y aberturas. Se está trabajando también en la conexión definitiva entre el edificio nuevo y el histórico y, junto a la Escuela de Bellas Artes, en el traslado del Taller de Escultura.
Otra obra de relevancia es la proyección de una tercera planta en la actual Escuela de Letras, emplazada sobre la cubierta del actual Taller de Grabado. La misma contemplará la construcción de una nueva escalera central, una exterior de emergencia, un ascensor, tres aulas nuevas y un sector de oficinas; se sumarán unos 340 metros cuadrados. También se prevé la remodelación de todos los baños del edificio histórico.
Finalmente, se remodelará la Escuela de Antropología. El proyecto consiste en la demolición de viejos tabiques de madera y la construcción de nuevos espacios para las oficinas. De esta manera, el espacio que se utiliza como aula quedará orientado hacia el patio central, optimizando su iluminación y ventilación natural.
Un homenaje a Haroldo Conti La facultad plantó este año un ciruelo en el patio de Humanidades, en memoria de Haroldo Conti. El árbol del ciruelo, muy similar al cerezo, representa en la cultura popular japonesa la belleza de lo efímero. Desde las redes, la facultad celebró la reciente floración. El árbol fue plantado en el mes de mayo, a 45 años de la desaparición del escritor, ocurrida en 1976, cuando un grupo de tareas lo secuestró de su casa en Buenos Aires.
Haroldo Conti, desaparecido durante la dictadura cívico-militar argentina, nació en Chacabuco, provincia de Buenos Aires, en 1925. Fue escritor, periodista, guionista de cine y docente, y es considerado uno de los más destacados autores de la Generación del ’60, junto con Rodolfo Walsh, Antonio Di Benedetto, Héctor Tizón y Juan José Saer. En 1975 fue galardonado con el premio Casa de las Américas por su novela “Mascaró, el cazador americano” (que sería llevada al cine en 1992 con dirección de Constante Diego). El mismo año apareció el volumen de cuentos “La balada del álamo carolina”. Su cuento “La causa” fue premiado por la revista Time en 1960; en 1962 obtuvo el premio Fabril por su primera novela, “Sudeste” (llevada al cine en 2003 por Sergio Bellotti). Dos años más tarde, recibió el segundo premio Municipalidad de Buenos Aires con su libro de cuentos “Todos los veranos”. En 1966 ganó el premio Universidad de Veracruz (México) por la novela “Alrededor de la jaula” (que sería llevada al cine en 1977 por Sergio Renán con el título “Crecer de golpe”). En 1971, su novela “En vida” recibió el premio Barral en España, otorgado por un jurado integrado, entre otros, por Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. La nostalgia, el compromiso con su época y una pasión vital por el río son algunas de las marcas que lo acompañaron durante toda su vida y que se encuentran representadas en su obra.
En 2009, el Municipio de Tigre transformó su casa del Delta en la Casa Museo Haroldo Conti, un espacio para explorar y honrar la vida del escritor, ya que allí pueden verse objetos cotidianos como libros, instrumentos de navegación, cuadros y otras reliquias, gracias al aporte de amigos y vecinos que durante años cuidaron la vivienda y sus pertenencias.
El homenaje realizado este año en el patio de Humanidades al plantar un ciruelo cuando se cumplieron 45 años de su desaparición parte del escrito japonés anónimo “Ciruelo de mi puerta, si no volviese yo, la primavera siempre volverá. Tú, florece”, citado por Haroldo Conti en “La balada del álamo carolina”.