Álvaro Javier Marrocco
Su CV es extenso, como la distancia que separa a Madrid de Rosario. Leo que crearon junto a su pareja Alicia un espacio de trabajo al que denominaron Negrolimón (Compañía de Teatro). En la descripción se puede leer: NEGROLIMÓN nace en casa el 4 de junio de 2016. Tomás Sznaiderman y Alicia Anguita: un argentino y una manchega que se encuentran en Córdoba (España) para sumar trayectoria y experiencia. Tomás es actor y director y Alicia, profesional de la comunicación, ambos con años de “rodaje”. Tanto en lo personal, como en lo profesional, ambos pensamos que este es el momento perfecto para la creación de nuestra compañía de teatro. Su CV también indica que trabajó como director en Pichincha Homeless, y como mozo de pista en Teatro Circo Price. También fue fficial de maquinaria escénica en el Teatro Español y oficial de utilería en Stage Entertainment España. El CV sigue, pero creo que podemos cerrar este itinerario con sus estudios en la Escuela Superior de Arte Dramático. Tomás Sznaiderman vive en Madrid, pero es de Rosario.
La primera pregunta que uno le puede hacer a un argentino que decidió radicarse en otro país es, ¿Cómo fue ese proceso de cambio de hábitat y cultura? Tomas responde que esa pregunta “se suspende en el tiempo”. Llegó a Madrid el 5 de abril del 2001. En Argentina la relación entre monedas aún estaba estable en la calle. “Atravieso el aeropuerto de Barajas hasta que tomo uno de mis primeros subtes de mi vida. Rosario siempre estuvo cerca, pero Baires no. ¿Cuántas veces me había subido a ese trencito? escucho música en uno de los túneles. Me emociono, me detengo, me desprendo de la mochila, me acerco a cada uno a ofrecer un cigarrillo. Plata no iba a dar. Tenía muy poco. Se acerca Horacio, tocaba el saxo, era un croto como yo. -¿Sos argentino? me dice. -Sí, ¿cómo sabés? -Por los puchos, son Particulares. a partir de acá empieza una novela, “La Odisea”.
La entrevista continuó y la pregunta necesaria es: ¿Veías teatro en aquellas épocas en Rosario? ¿Que obras te gustaban?, Tomas contesta que no era tan fácil pagar las entradas al principio, pero gracias a unas colaboraciones en una revista Argentina de circo “Newton, las pelotas” pudo frecuentar teatro contemporáneo en salas como Cuarta Pared, Triángulo, la Grada, Pradillo, la Plazita de las Artes. “Pude presenciar piezas de la Carnicería de Rodrigo García o Angélica Lidell por poner algunos ejemplos. Teatro y pensamiento que genera huella”.
En ese ida y vuelta lo consulto acerca de su transito por varios oficios dentro del mundo teatral. Desde la actuación hasta la dirección; entonces ¿Con cuál te quedás? A lo que responde: ¿A quién querés mas?... cada oficio dentro del teatro genera huella. Si bien no llegué al éxito dentro de la actuación o de la dirección, te puedo decir que me siento un tipo con suerte. Siempre me pasa en algún momento que cuando actúo quiero dirigir, cuando dirijo quiero actuar. Desde hace casi dos años soy jefe de maquinaria escénica en el Teatro del Soho de Málaga. No actúo, pero puedo ver actuar, puedo ver dirigir, puedo ver crear, puedo ver orquestar, puedo ver frustración y gloria. También me pasa que a veces quiero que oigan mi pensamiento: dejame a mí, dejame a mí.
Aforo y presencialidad El teatro se sustenta de la presencialidad del público. En tiempos de covid-19 la virtualidad cambió esos hábitos. Consultado en relación a esta nueva vinculación, responde: “De más está decir que es un momento de mierda para los sectores de desarrollo socio-económico-cultural. No digo que haya que reinventarse. El teatro se reinventa solo. Siempre en el convivió. Sin embargo, les teatristas necesitamos como cualquier artista, el espacio y el momento de expresión. Sea donde sea”.
Después agregó que tiene colegas y amistades que respeta intelectualmente a más no poder. “Ellas y ellos están llevando a cabo un laburo para no parar. No me gusta el concepto como reemplazo del teatro, sin embargo es una vía más para trabajar porque es de cajón que hay nuevas formas de consumo”.
Referentes del teatro rosarino Tomás comenta que quienes lo encaminaron “sin saberlo a los 7 años” fueron Miguel Franchi y a los 13, Marcelo Palma. “En la puerta del Nacional 1, en el ’95, Celeste Campos (actriz) me dice: mi viejo va a hacer un tallercito de teatro en su casa. En esa época nos rodeaban en los recreos porque sin darnos cuenta hacíamos improvisaciones de humor con la Cele. Al final caímos y conocí a mi maestro. Fue Norberto Campos, rosarino por adopción. Como se dijo en un diario: actor de la política y militante del teatro”.
Miguel Franchi. Es actor, director, dramaturgo docente de teatro popular y humorista radial. Con su conocido personaje Germinal Terrakius, participó en diferentes medios de comunicación y realizó obras. Tiene una larga trayectoria como actor, director y docente de teatro para niños y adultos. Sus trabajos ponen un fuerte énfasis en lo popular, lo barrial y la inclusión. En 2017 fue declarado “Artista Distinguido” por el Concejo Municipal de Rosario por su destacado aporte al teatro, la dramaturgia, la televisión, el cine y la cultura popular rosarina.
Marcelo Palma. Director de la Escuela de Artes Urbanas de la Municipalidad de Rosario. Integrante del grupo de teatro – clown – títeres Chemiguitos. Docente de nivel primario y secundario.
Norberto Campos. En la década del ’70, viajó a Brasil y se unió al Living Theatre. Después de transitar por Bolivia y Paraguay, en los años ’80, se instaló en Rosario y hoy es uno de los referentes más fuertes del teatro de esa ciudad. Allí fundó el profesorado superior de Expresión Corporal, participó en la organización de la Escuela de Cine, Televisión y Teatro. En 1987 creó el Grupo Teatro de la Acción con la idea de cruzar el mimo y la expresión corporal con las tradiciones populares del circo y la murga.
-¿Cómo y cuándo ganaste tus primeros pesos? -En Rosario, con 15 o 16 años. Estadio cubierto de Newell’s. Me acuerdo que actuó también el payaso PliPlin. No me olvido más. Y en Madrid escribí a los dos o tres días de llegar un micro texto que duraba lo que dos paradas del Metro (subte). Lo interpretaba con (Carlos) un chico acto que conocí en la primera pensión que estuve al llegar a la ciudad.
-¿Te importan las críticas? ¿Tenés anécdotas sobre esa situación con familiares o amigos? -Las críticas como las conocemos, al final son un instrumento de marketing. Vivimos en tiempos de superficialidad bastante noventera. Me refiero a España y parte de Europa Occidental. La inmediatez es efímera, el análisis también. Hoy no estás, mañana ya veremos. Pasado hablan de vos y te la crees. Y sin tirarte ni un piedrazo para bajarte, desapareciste. Sin embargo existe siempre una pequeña grieta, un agujerito en un papel de fumar que separa la basura de la eternidad.
-¿Qué autor o guion te marcó como actor? -En mi caso no son solo personas que hayan hecho dramaturgias, sino también ensayos teatrales donde, gracias siempre a la gente que me enseñó, encontrás las “teorías de cuerdas” de la actuación. Una mezcla perfecta entre lo tradicional y la vanguardia. De Norberto Campos a Herr Puntila de Brecht. Ariane Mnouchkine del Teatro el Sol de París a El Organito de Discépolo. El chico de la última fila de Juan Mayorga a Luces de Bohemia. Lo muerto y lo vivo en convivencia. Tadeusz Kantor y el Griselda Gambaro. Cristina Prates en Rosario, Carolin Carson, José Podestá, Jin Xing.... Que sé yo, un montón. Pero te digo un secreto imperecedero, hay que releer Hamlet.
-¿En qué proyectos estás metido en este 2021 y cuáles son los que tenés pensado en el 2022? -En 2021 seguimos remando el covid, con gallardía. En el teatro tuvimos varias compañías invitadas y muchos movimientos para que pueda salir de gira A Chorus Line, un musical clásico de 1975 que estrenamos a fines del 2019 con Antonio Banderas en el Teatro el Soho. Y el siguiente gran proyecto 21/22 es Company. otro clásico de los musicales. Que de igual modo que ACL, es un espectáculo que atrae además un público no habitual de musicales que consume teatro, también protagonizada por Antonio Banderas y un elenco formado por artistas reconocides del ámbito del musical en España. Una fuerte apuesta artística y desafío técnico.
Pedro y el Capitán La obra titulada Pedro y el Capitán de Mario Benedetti está durante los meses de septiembre y octubre 2021, en la cartelera madrileña tras su paso por el Off de La Latina, el Teatro Lara y los Teatros Luchana. Bajo la dirección de Blanca Vega y Tomás P. Sznaiderman e interpretada por José Emilio Vera y Antonio Aguilar, se podrá ver todos los domingos en la Escalera de Jacob. La trama consta de Dos hombres, dos seres de carne y hueso, ambos con zonas de vulnerabilidad y resistencia; una batalla entre un torturador y un torturado. Una obra escrita en 1979 por Benedetti sobre la tortura en una dictadura que sigue de rabiosa actualidad. Concebida inicialmente como novela, finalmente significó el reencuentro del escritor uruguayo con el teatro. Según Benedetti: “la verdadera tensión dramática no se da en el diálogo, sino en el interior de uno de los personajes: el capitán“. La obra no es un enfrentamiento entre un monstruo y un santo sino entre dos hombres de carne y hueso, ambos con zonas de vulnerabilidad y resistencia. La distancia entre uno y otro es, sobre todo, ideológica.