Álvaro Javier Marrocco
“No hay un comienzo, ahí estuvo siempre” así comienza la novela, con esa idea del discurrir, de eso que siempre estuvo, que nunca se fué; algo así como esa idea punk del “no hay futuro”. En la novela los personajes principales son dos jóvenes Julián y Alida; él un errante, que vaga por la ciudad y contempla a veces con sarcasmo, otras veces con desdén lo que sucede a su alrededor. Ella, por el contrario es pura determinación, acciona las palancas del juego (tanto de ella como de él) propone y dispone sobre el placer y el deseo.
La novela corta tiene un comienzo que conecta con el final o viceversa, pareciera haberse escrita como un rompecabezas, (simple, aunque eficaz) ya que propone dos historias que se unen. Si bien la historia principal sigue las vidas de estos jóvenes que encuentran redención en sus fugaces encuentros sexuales, en sus idas y venidas de la pensión (ya sea para ir a la radio, o a entregar marihuana a clientes); La otra historia, que comprende la segunda parte de la novela, es apasionante y se sitúa en el marco de la segunda guerra mundial, con un personaje desdichado y melancólico, Ferenc es su nombre, y su estigma es haber sobrevivido a una traición amorosa.
La narrativa del autor adquiere una visualidad propia de las películas. Las páginas se convierten en fotogramas que transcurren sin distracciones mayores, como suelen incurrir otros escritores al presentar adjetivaciones innecesarias, o los monólogos interiores de los personajes. En caso, la lectura fluye utilizando técnicas de los films. Un recurso muy visible en J. J. Saer, (por mencionar a un coterraneo). Por momentos aprovecha los recursos de fragmentación y detención (introduce el registro de la descripción de los sueños, de otras películas, etc.). Díaz logra transformar las palabras en imágenes sin avenirse a una mera ilustración que elimine todas las fricciones, que suavice todos los contrastes. A veces los magnifica y otras simplemente los describe, sin problematizarlos.
La historia que une a ambos personajes tiene como núcleo central la imposibilidad de una vinculación que supere lo citadino (pensión, radio, noches, patio), y lo sexual (terraza sexo, habitación sexo) contra el anhelo (interpuesto) de proyectar algo a futuro, una relación estable y duradera quizás. La posibilidad de pensarse juntos, algo tan propio de estos tiempos de relaciones liquidas, donde el vinculo es sinónimo de ahogo, de tensión, de fuerza incontrolable que impide, no que posibilita. Tanto Alida (por su fuerza y su libertad no negociable) como Julián (que quiere, pero no puede, por eso se abandona al deseo del otro) son fragmentos de episodios amorosos y nada más.
Otro elemento presente es Rosario, como epicentro de las andanzas de estos personajes. En la contratapa se puede leer: “Observo las extrañas puntas de otros edificios, complejas terminaciones que jamás había notado. Entonces ella señala el lado este y me pide que la acompañe. Mientras nos acercamos a la cornisa, el Monumento a la Bandera se hace estoico clavándose en el blanco cielo de invierno. Detrás de él, el río, que se ve un poco inclinado, para mostrarse mejor; da la sensación de un lomo de animal poderoso que transita el espacio libremente. Arriba, una especie de leve bruma como una humedad porosa, casi inexistente”.
El mal del reflejo En diálogo con
Mirador Provincial, el autor de la novela, Hugo Díaz, dio sus impresiones respecto de su reciente obra literaria. En relación al nombre, El mal del reflejo dijo que fue inspirado en una de las obras del escritor estadunidense Philip Roth: El mal de Portnoy, publicada en 1969. La novela es un monólogo de un joven judío que se confiesa detalladamente. “En mi caso, El mal del reflejo, tiene al protagonista y narrador de la historia que actúa por reflejo, por instinto, dejándose llevar por variadas situaciones y por otros personajes que a veces le complican o condimentan la existencia. La primera parte está narrada en primera persona y en presente. A medida que vamos leyendo la historia solo puede avanzar. Y en la última parte se dispone con un narrador omnisciente”.
-¿Cómo se conectan las dos historias? ¿Qué quisiste contar? -La novela está dividida en dos partes con dos historias totalmente diferentes en espacio y tiempo. La primera es actual. Los personajes obedecen todas las pulsiones de este siglo, como la inmediatez, el teléfono celular como extensión para llegar a la “realidad” y el intento de conectarse entre sí. La segunda parte se desarrolla contada por un exmiembro de la resistencia húngara de la segunda guerra mundial que deplora haber sobrevivido. En el trasfondo de la novela siempre se habla de lo inevitable. La existencia está llena de cosas que no podemos controlar; somos como juguetes, no rabiosos, más bien diría que innecesarios.
-¿Por qué elegiste personajes e historias lumpen? -A la hora de escribir hay pocas cosas por las cuales se puede optar. La ficción responde a una lógica determinada y por ella el creador se somete a sus rigurosas reglas. La que inventa, en todo caso, es la realidad porque es más libre. El autor trata de fijar una estructura la cual establece la suerte de la novela. Creo que a los personajes y a las historias no las elegí, surgieron, quisieron aparecer y a través del lenguaje las acompañé para que crecieran.
-¿Cómo describirías a los protagonistas, Julián y Alida? ¿Qué los mueve? -La primera parte de la novela se podría tomar como una novela de iniciación por el sentido iniciático que tiene Julián con la vida. Después de la muerte de su abuelo, el hombre que lo crió y que fue un padre para él, se lanza hacia algún destino, se crea a sí mismo. Mientras que Alida es una joven mujer algo perturbada, poetisa, que parece estar huyendo constantemente. Responde a una fauna esperpéntica de la cual el protagonista queda fascinado.
-¿Cómo surge la historia del grupo contrainsurgente rojo? -Al principio de la ficción Julián, el protagonista, rememora el primer cigarrillo que fumó el abuelo, en un país lejano y obsequiado por un hombre con el cráneo hundido. Me pareció interesante desarrollar esa historia, creando una segunda parte y contextualizarla en la segunda guerra mundial. Era importante que el lector fuera intuyendo un hilo conductor y develar, al final, el procedimiento cíclico que constituye la novela.
Biografía
Hugo Díaz reside en la ciudad de Rosario. Profesor de Lengua y Literatura. En el campo literario sus cuentos han obtenido: primer puesto en el concurso anual ICES, Venado Tuerto (2015); primera mención en el concurso nacional “La hora del cuento”, Córdoba; mención especial en el Certamen Nacional Municipal Azul, Buenos Aires; segundo puesto en el concurso de la revista literaria Gambito de Papel, La Plata; ganador del concurso “Un Homenaje, Fabricio Simeoni”, Rosario (2019). En el corriente sus cuentos forman parte de las antologías Relatos del mañana (Emporio Ediciones, Córdoba) y Grandes microrrelatos (Editorial Equinoxio, Mendoza); también recibió tercera mención en el certamen literario nacional “La hora del cuento”, Córdoba. Participó en la edición de mayo de la Revista Temporales editada por la MFA de escritura Creativa en Español de New York University. Ha publicado el libro de cuentos “Lazos brutales” editorial Reloj de Arena. Entre Ríos, y su reciente novela corta El mal del reflejo (2021, Alción Editora).