Cuando salgo de la casa que habito, en Rosario, los carteles en la vereda de los pequeños negocitos barriales me asombran. Allí están las fotos del teléfono celular acompañando malamente, como corresponde a mi calidad de fotógrafo, lo que se ve. Girando a la derecha, hacia la esquina de la izquierda, después llegando a la otra esquina, luego cruzando a la otra vereda, el paisaje es similar. Personalmente pedí ilustrar esta nota.
Los carteles en la vereda de cada pequeño negocio familiar son muy claros, muestran diversas formas sencillas de expresar / pedir lo mismo. Venga, entre, compre con Billetera Santa Fe. La tengo, anímese. Está ganando, che.
Si yo fuese publicista pondría: "Aquí Billetera Santa Fe". "Aquí también la Billetera Popular, la Billetera Santa Fe". "Aquí Santa Fe". "Aquí se compra con Billetera Santa Fe". En grandes, medianos y pequeños carteles. Dejaría el verde de fondo e incorporaría la bota, que es tan, pero tan particular para los dibujos y grafías publicitarias. No abandonaría el escudo con las flechas al revés, pero de ningún modo estaría distraído de la advertencia que envía el mercado. Es el cualquiera, el común, el vecino, el yo puesto con la cara del otro es el que dice: esto funciona. Cómo no verlo. Fallo poco en estos temas. Fíjese, usted también debería advertirlo.
Mi profesión aceptada: soy periodista, me lleva a un exceso de glándula pituitaria, huelo más de lo que ofertan las partículas que vienen por el aire. Soy, digamos, de aromas irritables y/o sensibles. Suscribiría personalmente las afirmaciones del drama shakesperiano que transcurre en Dinamarca.
Así como me defino periodista, cronista del tiempo donde transcurro, me declaro ignaro sobre economías y gestiones del Estado. Me afligen, las vigilo, son parte del oficio. Leo, ausculto, consulto, pregunto, intuyo. Finalmente cuestiono y acepto. En referencia al sujeto que me ocupa, Billetera Santa Fe, la intuición insiste que se trata de un logro particular, que la provincia articuló y que llegó a una dimensión grande y de la que, por ahora, no se advierte techo. Es Pum para arriba.
BUENA PATA Y MALA PATA
El anterior Gobernador, Roberto Miguel Lifschitz, que no pudo dominar el crecimiento de la Violencia Urbana, que asumió con el Código Narco en superficie, a poco de asumir supo que contaría con 500 millones de pesos mensuales, suplementarios, por parte del Estado Nacional y provenientes de aquel juicio por dineros mal retenidos desde las arcas de la Nación; una falla (tal vez es fuerte decir un robo) una falla de NK que la CSJN resolvió.
El último gobernador socialista con votos radicales llegaba al cargo cómodo de dinero. Ni Macrista ni Kirchnerista, frentista sí, gobernador socialista con votos radicales sí, también sí.
Lifschitz fue el último, en el 2019 volvió el peronismo, una fórmula frentista, recordemos eso. Su Gobernación tardía (la fórmula Lifschitz / Barletta, ambos intendentes, medía 70% en los sondeos, pero Binner no quiso pese a que era obvia su candidatura pero… pero… Binner dijo que mejor Bonfatti, el liceísta, y un joven radical santafesino: Jorge Henn). Su gobernación tardía, se insiste, le trajo más dineros para administrar, pero La Peste mandó a la muerte al ex Gobernador. Con su muerte se disolvió ese frente, los retazos allí están, sus antiguos escuderos no asumieron la pérdida y hablan de la provincia y del Poder Ejecutivo como si fuesen propios.
Cuesta entender el final y elaborar el duelo de los afectos, peor parece si se suma el dolor de afectos y las tareas de vida; muchos de esos muchachos sin un puesto que la política facilita cambiarían de vida, hábitos y porvenir. No logro imaginar el dolor en burocracia, no es un hecho que haya experimentado. Duelos, muertes y desocupación laboral sí, por allí logro entender la gestualidad de los asociados del actor político desaparecido. Duro tránsito hasta el 2023. Después nadie sabe.
MALA PATA Y BUENA PATA
La llegada de Perotti al poder reconoce en la primera y más clara sustancia la vocación frentista, el acuerdo de partes, la falta de agresión de perdedores y vencidos y, opino, la primera mirada a distancia de Alberto Ángel Fernández, el porteño… y abogado, para los peronistas que no fumaban CFK como para los progresistas que no fumaban MM. Parecía un hombre bueno. Hoy Un Fernández y Una Fernández conforman un binomio presidencial que no atrae más allá de los últimos enamorados.
Ayuda a la Gobernación Perotti la candidatura de Bonfatti como la del PRO Cambiemos. La bota en tercios siempre será peronista… si el peronismo se plantea la unidad. Hoy esto es historia por el lado que se quiera observar.
La Peste cerró el Siglo XX y la sábana que tiró al suelo nos dejó desnudos en el Siglo XXI. Una mala suerte tremenda para los gobernantes porque convengamos, nadie está preparado para gobernar sobre una Peste. Una buena suerte estupenda porque escondió inútiles y retardatarios en mitad de un plan de vacunación y una encerrona. La cuarentena es como el viejo juego de "las escondidas", el último salva a todos.
ERAN LINDOS LOS CUENTOS…
Durante los años de la cabeza socialista y el cuerpo radical, el relato, los cuentos reemplazaron la crónica de los hechos. Hasta la sumatoria se disfrazaba y las salas, los paseos, los viajes, los nombramientos de burocracia más burocracia contenían una épica conceptual muy bien pensada y ejecutada. Rosario fue el tubo de ensayos, llegaron los socialistas a la provincia con un equipo publicitario tan importante -más, tal vez más- tanto o más que el Poder Ejecutivo. "Aire puro para el Concejo" y "Ella es Clara" son hallazgos publicitarios fenomenales. El peronismo tiene obligación de envidiarlos.
Imagino, pero poco, no poseo tanta capacidad, que un fenómeno popular, económico, barrial como el Billetera Santa Fe en manos de los relatores del socialismo y los aplaudidores radicales, sumado a los "envidiadores" subyugados (sí, un neologismo, sí) resolverían gratamente esta lucecita en mitad del túnel. La billetera es un nocaut en donde la habilitan.
Aún si mañana fracasase Billetera Santa Fe (es tan imprevisible un movimiento popular como el peronismo manejando individualmente cuestiones colectivas) el intento vale la pena. Salir a contar, relatar, fíjense chicas y chicos, hasta "chiques", que está mal pero es un relato y una simpatía y bueno…
Aún si mañana fracasase, el intento se habría hecho, estuvo y quizás, solo eso, quizás, si se la acompañase de manera sólida, sensible, efusiva, enfática, la Billetera sería una conquista social (Nota: ejem, recuerden esta frase… "por las conquistas sociaaaaaaales"…).
En mitad de la duermevela de las fiestas 2021, con todo lo que fue este año, podríamos decir, "mirá, el Gobierno de Perotti tiene presencia en la esquina de mi casa. En la familia sólo yo no la tengo, tres hijos y una mujer la poseen. Podés creer… funciona". No estaríamos mintiendo ni un poquito así.
En referencia al sujeto que me ocupa, Billetera Santa Fe, la intuición insiste que se trata de un logro particular, que la provincia articuló y que llegó a una dimensión grande y de la que, por ahora, no se advierte techo. Es Pum para arriba.
Aún si mañana fracasase, el intento se habría hecho, estuvo y quizás, solo eso, quizás, si se la acompañase de manera sólida, sensible, efusiva, enfática, la Billetera sería una conquista social.