Con el calor como telón de fondo

Lecturas sofocantes de verano. Tres clásicos de la literatura argentina

 


Ampliar [+]
Álvaro Javier Marrocco


Sudeste (1962)
Haroldo Conti descubrió el Delta del Paraná volando en una avioneta. Seguramente habrá quedado maravillado de esos meandros y riachos que bifurcan unos con otros hasta su desembocadura en el Rio de la Plata. Sudeste (1962) es su primera novela y quizás fue el modo de bajar a esa verde geografía y a su literatura de manera simultánea. Tal cual lo hizo Juan José Saer años mas tarde en su ensayo El río sin orillas (1991) donde en un viaje comercial Saer empieza a describir lo que ve desde el aire en uno de sus frecuentes viajes de Argentina a Francia en avión. Vale mencionar que de la fuerza irreversible del río, han encontrado cobijo varios escritores, como el mismo Saer y “Juanele” Ortiz.

“Entre la media mañana y la media tarde, las islas brillan con una luz intensa y pareja, adormecidas al sol. Parecen un poco chatas. Un trazo de luz, un trazo de sombra. Nada de medios tonos. El aire sofoca. La arena en las playas cruje levemente. Hay un silencio espeso e hirviente. La atmósfera es arriba diáfana, pero a ras del suelo vibra y ondula de manera extraña”. (Sudeste, 1962).

Boga es el personaje que sostiene esta historia en la que el agua, el barro, los peces, los juncos y la orilla son también protagonistas. Toma agua del río, pesca, intercambia mercaderías en las encrucijadas del Delta y, de pronto, sin quererlo, pero sin evitarlo, salta del relato naturalista que protagoniza con discreción a un episodio policial. El mundo de Boga son aquellas cosas con las que su cuerpo y su conciencia se confunden porque, como dice Conti, él y los hombres como él forman parte de “un todo inexorable”.

“Luego el silencio se transforma en un zumbido interminable. Pero esto es una parte del verano. En el amanecer y en el anochecer, el día da lo mejor de sí. Y después queda la noche. La brisa del amanecer es fresca y el pescador se estremece levemente. Llega desde el río y sobresalta a las islas”. (Sudeste, 1962).

Haroldo Conti (Chacabuco, provincia de Buenos Aires, 1925) en 1962 gana el premio Fabril con su primera novela, Sudeste, y se convierte en una de las figuras de la llamada “generación de Contorno”. Publica después las novelas Alrededor de la jaula (Premio Universidad de Veracruz) y En vida (Premio Barral, cuyo jurado integraban Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez) y los libros de cuentos Todos los veranos (Premio Municipal), Con otra gente y La balada del álamo carolina. Colabora con la revista Crisis. En 1975 publica Mascaró, el cazador americano, que merece el premio Casa de las Américas. El 4 de mayo de 1976, tras el golpe militar, fue secuestrado y desaparecido.

Luna Caliente (1983)
“Demasiado caliente, la luna del Chaco” quizás como premonición, quizás como metáfora, la cita no solo pone en escena la geografía del lugar, sino también el trasfondo. Luna caliente gira en torno a Ramiro Bernárdez, un joven argentino de familia acomodada, regresa al bochorno del Chaco después de haber estudiado en Francia. Un médico amigo de su padre le invita a cenar a su casa. Allí queda prendado de la irresistible, misteriosa e insinuante belleza de su hija, Araceli. “El calor averigua, parece, dentro de uno, y uno como que no se da cuenta. Pero produce muerte, esa cosa vieja, siempre renovada como los grandes ríos. Esa maldición”. El calor húmedo y sofocante, unido a la sensualidad de la adolescente, lo arrastrarán al protagonista por una senda inesperada de pasiones desbocadas que acabarán por desbordarle y hacer naufragar su existencia. A partir de ese momento se sucederán los crímenes, la huida, la persecución policial.

“Estaba caliente: todo el país estaba caliente ese diciembre del ’77”. Todo bajo el telón de fondo de la dictadura argentina, de la noche omnipresente, de una luna caliente que une y enloquece a los amantes. “Por fin la luna llena, la luna caliente de diciembre. La luna hirviente, ígnea, del Chaco”. Una narración en suma que, a modo de pesadilla obsesiva y delirante, descubre los hilos que mueven las pasiones y los rincones más oscuros de la naturaleza humana. Luna caliente es un clásico contemporáneo de la novela hispanoamericana. Una obra de prosa contundente, alejada de los realismos tradicionales y mágicos al uso, con ciertos tintes de novela negra.

Mempo Giardinelli (Resistencia, Chaco 1947) ha publicado las novelas La revolución en bicicleta (1980), El cielo con las manos (1981), Luna caliente (1983), Qué solos se quedan los muertos (1985), Santo oficio de la memoria (1993), Imposible equilibrio (1995) y El décimo infierno (1999). Y los cuentos Vidas ejemplares (1980), La entrevista (1986), Antología personal (1987), Luli la viajera (1988), Carlitos Dancing Bar (1992), El castigo de Dios (1993) y Puro erotismo (1999). Fundó y dirigió la revista Puro Cuento entre 1986 y 1992. Sus obras han sido traducidas a una docena de lenguas y ha recibido entre otros, el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos de 1993, máximo galardón de las letras hispanoamericanas.

Bajo este sol tremendo (2008)

“En Chaco hay poco lugar para la tontera y el regodeo. Si lo hay es muy perverso, porque permitirte la tontera o el regodeo en lugares como el Chaco es también de una crueldad muy grande hacia el entorno”, decía Carlos en una entrevista en donde se hacía referencia al sórdido pueblo Lapachito en donde se desarrolla su primera novela Bajo este sol tremendo (2008). La trama de la novela gira en torno a Cetarti, un abúlico hombre que está hundido en la nada. Sin trabajo (despedido por «falta de iniciativa y conducta desmotivante») ni propósito, que pasa sus días encerrado viendo la televisión y fumando porros. Una tarde recibe la llamada de un desconocido, que le informa de que su madre y su hermano han sido asesinados a escopetazos. Viaja a Lapachito, el derruido pueblo donde vivía su madre, para hacerse cargo de los cadáveres. “El Lapachito de la novela tiene más que ver con mi pueblo, Presidencia Roque Sáenz Peña, donde sí sucedieron ciertas cosas que están en el libro; como el hundimiento de las casas, el barro venenoso para los autos, una serie de cosas que viví de chico con paisajes que conozco pero están distorsionados, cambiados en el espacio-tiempo” decía el autor en una entrevista.

Allí, en un paisaje de casas hundidas en el barro y animales venenosos, conoce al suboficial retirado Duarte, antiguo militar, albacea y amigo del asesino de su madre. Desde este punto de partida, el lector acompañará a Cetarti en un derrotero azaroso que incluirá las chapuzas ilegales para cobrar un seguro a medias con Duarte, la mudanza a la casa de su hermano muerto y la nebulosa complicidad en los oscuros negocios del albacea. También es la historia de Danielito, un inocente hijo de la violencia y auxiliar de Duarte, hermanado a su vez con Cetarti en la deriva, el puro estar y las acciones con motivos que no logran percibir.

“Caminaron por un pasillo hasta llegar a una oficina donde un hombre de uniforme leía el diario en internet, con un ventilador de escritorio apuntándole directamente. Duarte los presentó, el policía se llamaba oficial Cardozo, a cargo de la investigación. Cardozo los invitó a sentarse, acomodó el ventilador para repartir más equitativamente el flujo de viento y le relató más o menos lo mismo que Duarte la tarde anterior, sólo que sin escatimar detalles escabrosos”. (Bajo este sol tremendo, 2008).

Carlos Busqued nació en Presidencia Roque Sáenz Peña (Chaco), en mayo de 1970. A los 16 años su familia, se mudó a Córdoba y, más tarde, se fue a vivir a la ciudad de Buenos Aires. Era ingeniero metalúrgico y amaba los aviones. Autor de las novelas Bajo este sol tremendo (2009), obra finalista del Premio Herralde 2008 que fue llevada al cine por Adrián Caetano con el título de El otro hermano, en 2017, y de Magnetizado (2018), la electrizante reconstrucción de la vida de un asesino serial de taxistas encarcelado en el complejo penal de Ezeiza.



Continuar Leyendo...


+ Mirador Provincial