Ignacio Pellizzón El dinero destinado a la ciencia siempre es insuficiente. La lucha de los científicos por poder concretar sus ambiciosos proyectos con salarios dignos y con equipamiento acorde a lo que los desarrollos ameritan, nunca llegan. Del 2015 a esta última parte muchos profesionales decidieron irse del país por el alto desfinanciamiento en ciencia, pero ahora la “nueva fuga de cerebros” no se da por migraciones sino por dos heridas más complejas de sanar: altos sueldos en firmas tecnológicas y presunta crisis de vocación.
La directora de Instituto de Fisiología Experimental (Ifise) - Conicet, Cristina Carrillo, contó a Mirador Provincial lo que está pasando con los científicos santafesinos y del país, que lejos están de atravesar un momento ideal.
Pese a que el año pasado el Senado aprobó el Proyecto de Ley de Financiamiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación que, entre otros beneficios al sector, establece un incremento progresivo del presupuesto de Ciencia, con el objetivo de alcanzar el 1% del Producto Bruto Interno (PBI) para 2032, las condiciones distan mucho de ser las deseables y aún resta mucho camino por recorrer.
A diferencia de lo que sucedía bajo el mandato del ex presidente Mauricio Macri (2015-2019) que los investigadores optaban por irse del país ante el ajuste en el sector, lo que sucede ahora es que específicamente hay “una falta importante en cuanto a personal administrativo altamente calificado y de personal de apoyo a la investigación”, contó Carrillo. En resumidas cuentas, falta gente.
“En estos ámbitos hay un déficit, porque van por mejores sueldos. Quizás no se van del país, pero sí se van a trabajar a empresas privadas, firmas nuevas de base tecnológica con salarios altos o, muchos otros, comienzan con alguna startup”. Según el portal Chequeado.com, los datos oficiales muestran que la inversión en la finalidad “Ciencia y Técnica” -es decir, todos los gastos que hace el Estado relacionados con la ciencia, sin importar qué ministerio lo haga- aumentó fuertemente entre 2004 y 2015: casi duplicó su proporción sobre el PBI, ya que en 2004 era el 0,18% y en 2015 finalizó con 0,35% del producto.
Sin embargo, en los últimos años esta cifra cayó y la presidencia de Mauricio Macri finalizó en 2019 con una inversión del 0,23% del PBI, la más baja desde 2006. En 2020, según el Presupuesto 2021, finalizó en 0,25% del producto. Y esta proporción, según la nueva ley, debería aumentar en los próximos años hasta llegar al 1% del PBI en 2032.
Aunque se haya puesto en marcha esta ambiciosa ley nacional, la realidad muestra otra cara. Carrillo hace hincapié en que también están “observando” que se está produciendo “una disminución en cuanto a las vocaciones”.
La referente destaca que se hace “muy difícil” encontrar becarios, esto ya es algo que pasa no solo en la provincia de Santa Fe, sino “a nivel nacional”. Sucede porque la gente “está optando” por una salida de carrera profesional o muchos, una vez que terminan el doctorado, “no presentan el deseo de seguir en la carrera científica”, señaló.
Pero, ¿cómo son los sueldos?, ¿son tan bajos como para que no quieran introducirse en la carrera científica?, ¿qué pasa con las condiciones de trabajo?, ¿es muy acotado el subsidio que reciben para enfrentar proyectos de largo aliento?
Carrillo respondió que los sueldos, en este momento, “están bastante adecuados”. Ella entiende que “depende del contexto” en que se los mire, porque un becario doctorado está, hoy en día, en torno a los “78 mil pesos aproximadamente”. “El sueldo promedio de gente que es becaria o que recién empieza en la carrera de personal de apoyo se ubica en 88 mil pesos, pero a medida que se avanza, el sueldo va aumentando”.
Las remuneraciones de los investigadores, desde las categorías más bajas que son asistentes, se ubican en unos cien mil pesos mensuales y, luego, van creciendo según la categoría. Es decir, en el contexto país, “no son salarios tan bajos”, afirmó.
Con una mirada introspectiva, la directora de Instituto de Fisiología Experimental (Ifise) - Conicet, advierte que otro factor que lleva a esta delicada situación se debe a que es “muy difícil” entrar en la carrera y, además, “la competencia es muy fuerte”.
Admite que las infraestructuras “no acompañan como debieran”, porque cuando uno se dedica a la ciencia, lo más importante es tener “subsidios adecuados, con un ambiente y equipamiento acorde” para cada una de las áreas. “Esto no es tan sencillo lamentablemente”, añadió.
Otra herida profunda que lleva década sin subsanarse tiene que ver con los subsidios que se ganan para desarrollar proyectos de largo aliento. “Los montos que se obtienen empiezan a cobrarse dentro del año o año y medio y solamente durante tres años”. No sólo eso, sino que, inclusive, “no se actualizan las cifras con respecto a la inflación”. Esto provoca que los investigadores no puedan llevar adelante las iniciativas, justamente, porque no se poseen los medios para hacerlo.
Argumentos Este cúmulo de cuestiones son las que “podrían” estar generando que alguien no tenga ganas de “esforzarse demasiado”, cuando, a lo mejor, va a la privada y gana el doble de sueldo. Es un conjunto de cosas que se está produciendo, subraya la directora del Ifise.
Carrillo también entiende que se está dando “un cambio de paradigma” que presentó la pandemia en el sistema. Todo lo que viene sucediendo con el Covid-19 demostró que los grupos científicos locales “pudieron consolidar” todo lo que se hizo por el virus. “Todos estuvieron a la altura internacional en cuanto a las investigaciones”.
“Es por el tejido previo hasta el 2015 de que hubiera equipos sólidos. Pero, es difícil remontar lo perdido en los cuatro años siguientes. Ahora se reflotaron proyectos y planes, gracias a la voluntad política de inyectar dinero en ciencia. Sin embargo, el gran problema con el que nos enfrentamos ahora y que incide de forma directa, es que estamos trabajando sin un presupuesto nacional”.
Qué se hace En este momento lo que “está haciendo” la Agencia que dirige Cristina Carrillo con los Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica (PICT), que son los subsidios que más quieren los investigadores porque son los que más bancan los emprendimientos, “con un esfuerzo importante” -que implica un desembolso de más de 2.700 millones de pesos-, es “actualizar a valores actuales las cuotas de los PICT que se ganaron en 2017 y que todavía se siguen cobrando”.
“Se está trabajando mucho”, expresó. Contó que hay cerca de mil personas que consiguieron trabajo porque Conicet realizó un llamado. Se trata de profesionales que se formaron en el sistema científico y que ingresaron como empleados a entidades públicas y privadas, es decir, distintas a Conicet. “Es un proyecto que va a continuar sumando adhesiones”, adelantó la referente.
A su vez, desde la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica “hemos estado sacando una serie de convocatorias que tienen ver con emprendimientos públicos-privados, que están relacionados con un gran apoyo a la formación de personal altamente calificado”, indicó Carillo y agregó: “Se están haciendo muchos esfuerzos desde el gobierno para poner en pie el sistema científico y de volver a incentivar las vocaciones, de una forma más ordenada y orientada a la necesidad de cada región para poder anclar en cada una el conocimiento tanto tangible como intangible.