Memorias de Santa Fe

¿Una corrida de toros en pleno bulevar Pellegrini de la ciudad?

Hace 100 años, y de manera ilegal, se desarrolló este polémico evento en un predio que antes fue la cancha de Unión y posteriormente el edificio de la UNL. La queja de los vecinos y la inacción municipal para impedir algo prohibido.


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El archivo periodístico de Diario El Litoral tiene guardado entre sus páginas secretos de los acontecimientos que ocurrieron en Santa Fe durante el siglo XX. Muchos desconocidos. ¿Es posible que hace 100 años atrás se desarrollara una corrida de toros en pleno bulevar Pellegrini de la capital provincial? La respuesta es afirmativa y ocurrió el primer fin de semana de abril de 1922. 

 

Lo primero que hay que decir es que la actividad estaba prohibida, lo cual generó una gran indignación en la sociedad santafesina que trasladó su preocupación a la prensa local. Tanto El Litoral, como el períodico “Santa Fe” se hicieron eco del evento. Lo segundo interesante en esta historia es el lugar elegido. Antes fue la cancha de fútbol del Club Atlético Unión (la segunda que tuvo la institución fundada en 1907). Luego, el predio donde hoy se ubica el Rectorado de la UNL y la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, cuyas obras comenzaron en 1928 y con el correr de los años se fueron habilitando los distintos edificios.  

 

Según la crónica de aquellos días, el ilegal evento se anunció con bombos y platillos — literalmente hubo bombas de estruendo— pero sorpresivamente no fue clausurado por las autoridades municipales de aquel entonces. El domingo 9 de abril fue la polémica cita en un terreno ubicado en la zona de Bulevar Pellegrini y San Jerónimo.

 

“El espectáculo estaba platónicamente prohibido por las autoridades, incluso la Municipalidad que había dejado sin efecto el permiso concedido a los organizadores”, comenzaba el artículo del vespertino. “Un cartelón de enormes dimensiones colocado en la esquina indicaba al público que a pocos pasos de allí se efectuaban las corridas y los precios de las localidades. Se hizo circular un programa y se efectuaron bombas de estruendo”, agregaba. 

 

La nota en todo el tiempo usó el sarcasmo para criticar lo sucedido. “Todo el mundo se enteró, menos los inspectores municipales y los representantes de la autoridad policial, encargada de hacer respetar la ley”, publicó El Litoral en otro fragmento de la noticia. “Mejor dicho: simularon no haberse enterado de nada”, criticó este diario. 

 

Para cerrar, el vespertino hizo una reflexión: “¿Qué juicio harán los miembros de la Sociedad Argentina Protectora de Animales, al saber que se realizaron las corridas después de haber firmado y publicado la Intendencia, la resolución prohibitiva adoptada a raíz de la comunicación recibida por intermedio del ministerio de Gobierno?”. 

 

Foto: Archivo El Litoral

 

 

Carta de un vecino

 

Por su parte, el diario “Santa Fe” en la previa del polémico acontecimiento publicó entre sus páginas una carta que un vecino remitió al periódico advirtiendo lo que se venía.  

 

“Días pasados se presentó en la Intendencia municipal una solicitud para hacer una corrida de toros en la antigua cancha de pelota y como no fue resuelta a tiempo, se apersonó una comisión para pedirle al intendente Pedro Gómez Cello el permiso en persona”, decía la misiva. 


 

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Al parecer, el mandatario local de aquel entonces les contestó que no tenían la habilitación; “pero, si querían hacerla, que la hicieran”, remarca la carta publicada. 

 

En otro tramo de la nota, el vecino expone la peligrosidad del evento por la precaria infraestructura y la ausencia de medidas de seguridad. “Esa plaza es un peligro para el público por la forma en que está construida la barrera y otras instalaciones, que si por desgracia llegara a saltar un toro, parte de la concurrencia, con seguridad, no cuentan cómo sucedió el caso”, relataba. 

 

Piedra fundacional para el edificio de la UNL.Foto: Archivo El Litoral

 

 

Corridas en Buenos Aires

 

Las corridas de toros comenzaron en nuestras tierras con la llegada de los españoles a América. Según explica un artículo del diario La Nación, en la ciudad de Lima este tipo de eventos contaba con todos los condimentos, mientras que en Buenos Aires la actividad era más austera. 

 

Las crónicas de la época colonial daban cuenta que este tipo de encuentros se desarrollaban en lo que hoy se conoce como Plaza de Mayo, frente al Cabildo porteño. En el siglo XVIII, se construyó una plaza de toros en terrenos donde actualmente se emplaza la Av. 9 de Julio, a la altura de 1900 del barrio Monserrat.

 

Corrida de toros en Buenos Aires colonial. Foto: Gentileza La Nación

 

 

Tras varias polémicas desatadas, a principios del siglo XIX se decidió trasladar la plaza al barrio Retiro, lo que por estos días se conoce como Plaza San Martín. El lugar fue escenario de batalla durante las invasiones inglesas de 1807, incluso allí se firmó la rendición pero las instalaciones quedaron gravemente dañadas. Se puede decir que ese fue el principio del fin para las corridas en Capital Federal. 

 

Luego de la Revolución de Mayo, la actividad pasó a realizarse de manera informal y sin apoyo oficial. Para 1822 se ordenó cancelar las corridas no autorizadas, mientras que en 1856 directamente se prohibió el establecimiento de plazas o circos. “Las últimas corridas de las que se tiene registro ocurrieron en 1899 y 1902. La primera se realizó en un terreno en Retiro y terminó con un toreador muerto tras ser embestido”, explica el citado artículo de La Nación.

 

Corrida de toros en Buenos Aires (1902).Foto: Gentileza La Nación

 

 

Breve historia

 

De acuerdo al sitio español DonQuijote.org, los orígenes de las plazas de toros probablemente se remonten a la época de “los templos celtíberos donde se celebraban sacrificios. Cerca de Numancia, en la provincia de Soria, todavía sobrevive uno de ellos”.

 

En ese sentido, el citado portal explica: “Tiempo después, la influencia de griegos y romanos transformó estos cultos en espectáculos. Durante la Edad Media, una de las actividades favoritas de la aristocracia era torear a caballo. En el siglo XVIII, esta tradición fue abandonándose y la población más joven inventó el toreo a pie. Francisco Romero fue una figura clave en poner las reglas al nuevo espectáculo”.

 

Antigua publicidad de una corrida de toros en España.

 


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