Empachados de jugarlo en la última fecha (fueron dos veces seguidas, uno en cada cancha), esta vez el clásico ciudadano paraliza a la ciudad de Garay en la fecha 7; es decir en el medio del río. En esta ocasión el Colón-Unión no define nada "extra". No tiene plus ni valor agregado. Eso sí: en esta comarca, caiga en la fecha que caiga, define todo siempre. Para un lado y para el otro.
Además de "caer" ambos en la jornada final, los dos últimos cruces definieron cosas. Porque el que se jugó en la cancha de Colón, sin gente y en el momento duro de la pandemia, lo encontró al local clasificado a los cruces y Unión necesitando ganar para poder hacer cálculos de entrar. Y porque el que se jugó, mucho más acá en el tiempo y no hace tanto, en la cancha de Unión, le dio el bono al Tate (luego de ganar) para clasificar hacia la Copa Conmebol Sudamericana 2022.
Ahora, con los dos entrando en sus zonas y con cada copa a la vista (Libertadores para Colón y Sudamericana para Unión), parece un clásico "normal", sin tanto en juego como los dos anteriores. Igual, en esta comarca, cada cruce de sabaleros y tatengues siempre es "todo". Y no hace falta explicar porqué.
Si uno mira cada zona y este arranque, hay dos puntos de diferencia a favor de Unión sobre Colón (tiene 13 unidades Munúa y tiene 11 puntos Falcioni), lo cual claramente ratifica la idea de "sumatorias parejas". Es decir que, si uno lo lee del lado de los números, no hay favoritos. En realidad, si un partido una vez al año no tiene favoritos ni candidatos ni preferidos...es el clásico.
La vuelta del público de Colón a este partido especial, algo que hace tres años no se da, con 35.000 almas empujando, parece obligarlo un poco más como todo local. La racha de los últimos tiempos, donde le fue mejor a Unión en este tipo de partidos, también parece cargarlo de responsabilidades al dueño de casa.
En algunos rincones sabaleros, un parte muy importante de los hinchas de Colón entienden que "hay un solo resultado para este sábado: ganar". Casi como si lo necesitara para clasificar a algo, como si estuviera obligado. Muchas veces, la ansiedad y la necesidad de la gente no va de la mano de la hoja de ruta del entrenador de turno. Es decir, en determinadas circunstancias, lo que le puede servir a un entrenador en su proceso en el club no le sirve a la gente.
Vamos a ejemplos puntuales: cuando Unión llegó en esa última fecha a la cancha de Colón, de la mano de Juan Manuel Azconzábal, necesitaba ganar para clasificar. Pero el "Vasco" sabía que si no perdía ese clásico de visitante (como pasó), se aseguraba la continuidad del contrato. O sea: si empataba y no clasificaba, nadie lo apartaría de su cargo. ¿Qué fue lo que pasó?: Unión empató y se quedó afuera (al club no le sirvió); Azconzábal empató y se quedó adentro (al DT le sirvió).
Hoy esa misma circunstancia puede generarse en torno a la figura del "Emperador" Julio César Falcioni, quien dejó en claro que quiere ganar para regalarle una alegría a la gente. Ahora bien, si llegamos a los diez minutos finales y el clásico está empatado: ¿debe "inmolarse" Falcioni para ir a ganarlo sí o sí?. La respuesta es no, pero no porque sea Falcioni con su cartelito colgado de "DT defensivo", sino porque el análisis aplica igual. En un ciclo que arrancó jugando todo fuera de su cancha, con Boca en el debut y estando clasificado entre los cuatro primeros de su zona con la Libertadores a la vista, ¿por qué debe Falcioni "matar o morir"?. ¿Por qué debe Falcioni hacerse cargo de los clásicos que no ganaron Lavallén y Eduardo Domínguez?.
En este famoso "clima previo" sí se advierten diferencias, las que no muestran los apenas dos puntos que le lleva Unión a Colón en zonas distintas. Da la sensación que el hincha de Unión está feliz y pleno de cómo juega su equipo: le da certezas el once que pone el uruguayo Gustavo Munúa. Por contrapartida, una parte de los hinchas de Colón parecen no estar plenos cuando miran al Colón de Falcioni: esperan algo más, piden otra cosa acorde a los nombres de sus jugadores y la jerarquía del plantel.
Esta vez, el clásico no define "nada" pero siempre es "todo" en esta ciudad. Apasionan, a priori, los pequeños grandes duelos: Eric Meza contra "Picotón" González, Paolo Goltz contra el uruguayo Álvez mano a mano; los dos "5" de oficio de Colón contra los dos pibes atrevidos de Unión ahí en el medio de la cancha. Los inventos de "Pulga" y el corazón de Brítez.
Y los que están afuera (Luna Diale, Machuca, Farías, "Wanchope") prometen tanto fuego como los que están adentro en esta edición del clásico ciudadano. Es un cruce con particularidades (los dos DT, ex arqueros: Falcioni y Munúa); los dos arqueros, extranjeros y del mismo país: Burián y Mele, uruguayos ambos.
Y el dato no menor es la nueva alfombra del Cementerio de los Elefantes: con mucha arena abajo, elevada 25 centímetros, nivelada las viejas caídas y con semillas del primer mundo para que se vea toda verde en esos "8 puntos". Desde el punto de vista del campo de juego en sí, Colón será visitante: algunos players de Falcioni la pisaron caminando solamente por un pedido "especial" de los responsables en recuperarla y mejorarla como nunca.
Así llegan Colón y Unión a esta nueva edición del clásico ciudadano, con las copas a la vista: Libertadores para sabaleros y Sudamericana para tatengues. Los dos, cada uno en su zona, clasificando en la Liga. Ahora, el cruce tocó en la fecha 7 y no en la última jornada. Esta vez, el Colón-Unión de este sábado "no define nada". Aunque en esta ciudad, desde siempre, este tipo de partidos siempre significa "todo".