Porno y Helado, de Martín Piroyansky

El humor absurdo como cable a tierra

 


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Cristian Oliva


Martin Piroyansky es de esos actores a los que, a ciencia cierta, parecen no pasarle los años. Su cine al igual que su espíritu, desborda juventud e inocencia. Sin embargo, acusa unos 36 años, muchos de los cuales los ha transitado delante de la pantalla. Si bien para muchos nunca dejará de ser una cara nueva, sus primeros trabajos se remontan a 1998 cuando de la mano de Mex Urtizberea debutó en la recordada tira televisiva y semillero de talentos Magazine For Fai. Le siguieron participaciones en series como Campeones, Amas de casa desesperadas y en films de la talla de Sofacama, XXY y Mi primera boda compartiendo minutos con artistas como Cecilia Roth, Ricardo Darín y Natalia Oreiro respectivamente. Sin embargo, no fue hasta el estreno de la película Vóley (2014) cuando tanto el medio como la crítica comenzaron a tomarlo en serio. El film, que lo tenía también como director, narraba las andanzas amorosas de seis amigos en una casa en el Tigre y sirvió de alguna manera para sentenciar ciertos rasgos o características que habrían de acompañar su carrera de allí en más.

La primera de ellas es su fuerte vínculo con lo humorístico, atendiendo una franja etaria no demasiado revisitada por la industria audiovisual nacional: la de los jóvenes. Piroyansky está hecho para la comedia y se desenvuelve como pez en el agua con su apariencia (casi woodyallenesca) siempre funcional al relato. Otra particularidad es el uso del humor absurdo, en algunos momentos escatológico y porque no, drogón. Sello distintivo de muchas producciones estadounidenses, pero no muy explotado en nuestro país.

Porno y Helado es su más reciente trabajo. La serie, una producción exclusiva de Amazon Prime Video, se estrenó el pasado 11 de marzo y lo encuentra esta vez en un cuádruple rol: como showrunner, director, coguionista y protagonista.

En sus ocho episodios la producción cuenta la historia de Pablo (Piroyansky) y Ramón (Nacho Saralegui), dos amigos treintañeros con vidas inmaduras y estancadas. Su plan en común, y desde donde deriva el título de la serie, es compartir la noche de los viernes viendo pornografía mientras toman helado.

Una noche la rutina se verá interrumpida por un corte de luz, lo que los obligará a cruzarse al Oxford, un lúgubre bar, morada de tacheros y personajes pintorescos. Allí conocerán a Cecilia (Sofía Morandi) una joven embustera que los convencerá de formar una banda de rock pese a que ninguno de los dos tenga la menor idea de cómo tocar un instrumento y, menos aún, componer un tema. Tres personajes losers, algo torpes y patéticos, pero, al fin y al cabo, con buen corazón.

La serie funciona a modo de clásica sitcoms con episodios que rara vez superan la media hora de duración. Respondiendo a eso, la mayor parte de la trama se desarrolla en los mismos espacios: el departamento de Ramón, el bar y un bizarro club nocturno. Allí se iniciarán la mayoría de los gags, que si bien serán constantes no siempre serán igual de efectivos. Cuando estos funcionan, lo hacen muy bien, una y otra vez de la mano de su trío protagonista. La interpretación de Piroyansky como un inmaduro con ganas de fama es muy buena, pero sin dudas los que se destacan son Sofía Morandi e Ignacio Saralegui.

Ambos, muy populares en redes sociales, dan sus primeros pasos en la actuación tradicional y cumplen con creces. Se acomodan muy bien al género brindando una impronta instagramera. La primera da forma a un personaje mezquino y calculador al que solo parece importarle la guita fácil (no por nada se instaura como la “manager de la banda”) mientras que el segundo se posiciona en la vereda de enfrente: Ramón es ingenuo, infantil, amante de las mujeres maduras y dueño de una moral por momentos asqueante.

Parte del encanto de Porno y Helado consiste en su firme juego con el absurdo y el frenesí, tornándose en muchos momentos totalmente impredecible. Las situaciones inverosímiles se conjugan con una grandiosa puesta en escena rica en referencias. La historia se ríe de los géneros presentando parodias constantes y situaciones y resoluciones vistas hasta el hartazgo en diversas ficciones. Como ejemplo podemos mencionar las escenas de suspenso y románticas que poco tienen que ver con la historia, citas cinematográficas como La naranja mecánica y All That Jazz, y hasta la inclusión de un apresurado musical. Piroyansky, en su faceta como director, consigue con buen timing crear una hermosa complicidad con el espectador.

El ejercicio es bueno y permitirá al público familiarizado con estos recursos obviar muchos de los desniveles claros que tiene la historia. Inicialmente hay situaciones algo forzadas que impiden la conexión total con la obra, siendo muy delgada la línea que separa lo gracioso de lo vulgar. No obstante, con el correr de los primeros episodios Porno y Helado ganará fluidez y encontrará su tono e impronta.

El buen tino en la construcción de los personajes secundarios es otra de las virtudes de la serie. Sabe reírse de ellos, presentando una suerte de caricatura de la propia vida real. Existen chistes respecto a las estafas piramidales, a la supuesta e ilógica popularidad en las redes sociales (el hermano de Pablo tiene apenas 10 años y es un famoso streamer), a la moda hípster e incluso hay una subtrama que afirma que el poder político es manejado desde siempre por una comunidad de taxistas.

“Los débiles mentales” (nombre del grupo) imperiosamente necesitan ser parte de algo y el mundo del rock es quizás su alternativa más fuerte. En ese ambiente conocerán a Picky Valeroso, un cantante sobrevalorado interpretado por el genial Favio Posca que canta, como Fito Páez, canciones sobre animalitos.

Sin embargo, la más esperada de las interpretaciones, y de la que más se han aprovechado los productores y la propia Amazon Prime para el marketing de la serie, es la de una Susana Giménez que regresó a la actuación después de muchos años.

Su simpatía está al servicio de Roxana, la esposa de un senador candidato a la presidencia del país. Entrará en escena con la excusa de organizar una fiesta de cumpleaños para su hija en la que actuarán Pablo y Ramón. Su participación es escueta, apenas participa en un puñado de escenas en los tres últimos episodios, pero basta para confirmar que sus cualidades para la comedia están intactas. Da lugar a una gran cantidad de bromas al ser dominada por un raro fetiche que la obliga a comprar compulsivamente todos los artículos de una gigantesca cadena de artículos hogareños.

Porno y Helado con sus apenas ocho episodios convence. Es un completo disparate, delirante e irónico, sin mayores pretensiones que las de entretener un rato a su público. Las continuas referencias y el juego con los diferentes géneros se complementan muy bien con las interpretaciones de su trio protagonista. Por si fuera poco, las canciones compuestas por “Los débiles mentales” son verdaderamente pegadizas y dejaran tarareando a los espectadores por largo tiempo.

Créditos
Porno y helado (Argentina/2022). Director y showrunner: Martin Piroyansky.
Elenco: Martín Piroyansky, Ignacio Saralegui, Sofia Morandi, Susana Giménez, Eliseo Barrionuevo, Martín Pavlovsky, Javier Niklison, Santiago Korovsky, Santiago Talledo y Favio Posca.
Guion: Martín Piroyansky, Martina López Robol, Santiago Korovsky y Rodrigo Moraes.
Fotografía: Germán Nocella.
Música: Martin Bosa y Diego Rodríguez.
Duración: ocho episodios de unos 30 minutos cada uno. Disponible en Amazon Prime Video desde el viernes 11.



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