Hagar Blau Makaroff | redaccion@miradorprovincial.com En el oeste profundo de la ciudad de Rosario practican rugby un grupo de jóvenes y adolescentes. Son 23 compañeros del equipo de entre 17 y 19 años que tomaron cada uno la decisión espontánea de raparse sus cabelleras juveniles, sin planificarlo mucho, sin responder a ninguna autoridad, por el simple gesto de decirle a su compañero, Quimey, "acá estamos, te acompañamos".
Quimey es un compañero más del equipo desde muy chiquito, y
en los últimos meses vive un momento familiar delicado por una enfermedad grave que padece su mamá. Hoy va a las prácticas todos los días con una sonrisa de ver la empatía de sus compañeros del equipo, y su familia también lo agradece.
"El primero fue hace dos semanas, y después de él fueron apareciendo uno detrás del otro rapados. No era algo que esté hablado con entrenadores ni una decisión del grupo, sino que fue saliendo de ellos. Quimey vio esa movida y también se rapó, él tiene pelo rubio y siempre tuvo el corte medio largo. Es coqueto, pero vio a sus amigos con el gesto y no lo dudó y se rapó también", contó Ramiro Tejeda, entrenador del equipo juvenil de Los Caranchos, en diálogo con Mirador.
Mientras Ramiro hablaba, algunos chicos en un costado picaban la impredecible guinda, el balón de rugby. Después, con la caída del sol todos se sacaron fotos en la cancha, y juntaron sus cabezas rapadas en hermandad.
"Me puse feliz, lloré de la emoción cuando lo vi a Mati. Y ahí empezamos todos, uno por uno. Yo tenía el pelo re largo antes", recordó Quimey.
"El primero que se rapó fue Ian, pero lo hizo por un cambio de look de casualidad. Y después lo vio Matías y se le ocurrió pelarse por lo que estamos pasando con mi mamá. Me puse feliz, lloré de la emoción cuando lo vi a Mati. Y ahí empezamos todos, uno por uno. Yo tenía el pelo re largo antes", recordó Quimey después de la sesión de fotos en el césped sobre el gesto colectivo.
"Cada vez que uno se pelaba me mandaba la foto y era hermoso. De a poco fueron haciéndolo cada uno en su casa, y también se pelaron chicos más chicos, del grupo de 16 años. Eso me puso muy contento. Hoy se raparon cuatro más antes de venir y ya somos todos pelados", contó con visible satisfacción en su sonrisa.
"A mi mamá la pone re contenta. Cada vez que uno me manda la foto que se rapó, se lo reenvío y ella se emociona. Al principio no creía que se rapaban por ella", aseguró, y consultado sobre qué le gustaría decirles a sus compañeros, Quimey no lo dudó: "Yo a ellos siempre les digo que los amo y que son como hermanos, eso les respondo cuando me mandan la foto. Tengo hermanos más grandes y que ya son padres, así que yo crecí con mis amigos. El rugby es como una segunda familia para mí".
En sintonía con el joven, Ramiro explicó que "los chicos tienen un vínculo muy cercano, y con pocas palabras y mucho gesto se acompañan, y Quimey es justamente un compañero muy solidario con el equipo, que nunca falta ni en los viajes aun estando su madre delicada. Es líder en una parte del juego y tiene a cargo a ocho compañeros. Es amigo de muchos chicos del club, y los chicos de 16 se sumaron también a la movida", recordó.
De esta forma, sin que ningún adulto cercano o entrenador fomente nada, "hoy son veintipico de chicos que están rapados, y es tremendamente llamativo que les surja por la madre de su compañero", dijo Ramiro, quien analizó: "Sucede que son chicos más pragmáticos y transparentes que nuestra juventud, que analizaba más las cosas, incluso a la subcomisión directiva le sorprendió mucho verlos rapados. Me dijeron: '¿no es mucho que se rapen todos por su compañero?', y les expliqué que es una decisión que tomaron ellos, no lo hicieron para mostrar nada a nadie, y que esta generación es así con los valores".
Algunos de los jugadores están terminando el secundario, otros ya trabajan y estudian en la facultad, y en ese contexto Ramiro valoró la jugada: "Pienso que tomar la decisión de raparse no debe ser fácil, nosotros los entrenadores lo hubiéramos pensado bien y capaz no nos animábamos pensando qué dirán en el trabajo, o los padres o la novia. Este viernes dos salieron del trabajo, se cortaron el pelo y vinieron, y sus padres todavía no los vieron rapados", ejemplificó imaginando el reto de los adultos.
Para el entrenador "esto trasciende a Quimey porque es un deporte que los noticieros han venido golpeando, aunque haya casos que lo merecían, pero esto que hicieron los chicos muestra los valores hermosos que tienen ellos. El club viene golpeado con varios chicos que se han enfermado, y esto de la madre de Quimey generó una reacción que sirve no sólo a ellos sino al rugby mismo. Me pone muy orgulloso por eso".
Aseguró que "estos valores surgieron entre ellos, no es algo que los entrenadores les hayamos explicado. Se generaron en el mismo deporte que necesita de 14 miembros para poder jugar y cada compañero es fundamental. Entienden la responsabilidad de no faltar a las prácticas, y este gesto fue en esa misma línea, es un orgullo".