BELÉN FEDULLO
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En septiembre de 2020, una mujer denunció que su hermana había sido captada por un pastor evangélico, quien la había quebrado en su voluntad y la esclavizaba en un country de la ciudad de San Francisco, provincia de Córdoba. En marzo de 2021, la Policía Federal allanó esa vivienda y otros domicilios más, relacionados al culto Dimensión Cielo, y rescataron a cinco víctimas. Entre ellas se encontraba una joven entrerriana que hacía tres años había abandonado su casa en Concordia y estaba en la secta, alejada de su familia, despojada de su dinero y hasta de su identidad, porque le cambiaron el nombre.
El pastor Elías Daniel Argüello Soria, junto a familiares y colaboradores, había sido imputado por el delito de Trata laboral agravado, pero el juez Roque Rebak dispuso la falta de mérito en una polémica resolución, donde consideró que no se demostraba lo denunciado y que las víctimas no acusaron a Argüello en sus declaraciones.
La Fiscalía Federal apeló la medida e incluso la Defensoría General de la Nación presentó un amicus curiae ante la Cámara Federal de Córdoba, que ahora resolvió revocar la falta de mérito, ordenó profundizar la investigación y resolver teniendo en cuenta, no sólo una correcta interpretación de los hechos, sino también contemplando una adecuada perspectiva de género de acuerdo con lo que manda la “Ley Micaela”.
CAPTACIÓN Y APROVECHAMIENTO
Según consigna el diario Uno, la joven concordiense, de quien se preserva su identidad, fue entrevistada por profesionales de los organismos que intervinieron y redactaron un informe donde se evidenció su situación de vulnerabilidad que fue aprovechada por uno de los integrantes de la secta. “Su padre de más de 50 años se dedica al oficio de albañil, su madre falleció hace más de 14 años tras una larga enfermedad, circunstancia que, pese a sus intentos por continuar con su educación, la hizo dejar la escuela secundaria en tercer año para cuidar niños, con la finalidad de colaborar con la economía familiar, pues en dicha zona no había otro trabajo. El resto de su grupo familiar sería su abuela paterna y su hermano, todos residentes en la provincia de Entre Ríos, con quienes convivió hasta emigrar a Tucumán por una oferta laboral. No ve a su familia desde hace dos años y que sólo se comunica telefónicamente y a través del WhatsApp”, describieron.
La Dirección de Asistencia y Prevención de Trata de Personas, del Ministerio de la Mujer de la provincia de Córdoba, expresó que la joven entrerriana “se ha encontrado bajo una situación de vulnerabilidad material y simbólica, proveniente de un entorno atravesado por el duelo de la pérdida de su madre, lo que determina que ella junto a su hermano queden al cuidado de su abuela paterna. Con una escasa red de contención familiar y comunitaria, y frente a una propuesta laboral prometedora, con el consentimiento de su padre, quien pertenece a la comunidad evangélica, decidió aceptarla y se traslada a Tucumán, donde permanece por los siguientes tres años”.
Según el requerimiento de instrucción, Argüello, líder de la secta, habría captado, trasladado y acogido con fines de explotación mediante engaños personales a través de WhatsApp, Facebook y videos subidos a su canal de YouTube, a las víctimas. Para ello, habría transmitido a las mujeres promesas de salvación eterna con fundamentos de índole religioso, relativos a su supuesta capacidad y, posiblemente también, la de su esposa e imputada y de su hija menor de edad, de ser elegidos o enviados de Dios. Todo ello, con el aprovechamiento de la situación de vulnerabilidad de las víctimas quienes se habrían encontrado en una “búsqueda de sentido” a su propia vida o reconforte emocional, debido a que se encontraban atravesando una difícil situación personal, anímica y económicamente.
Por ejemplo, a la chica de Concordia la sometieron a una “despersonalización”, al cambiarle el nombre por “Ana” o “Anita”.
Un vecino del country Ayres del Golf dijo que la joven entrerriana y otra víctima eran empleadas domésticas, y se demostró que trabajaban 14 horas diarias, mientras Argüello y su pareja no tenían ocupación conocida, el pastor pasaba sus días jugando al paddle, y recibía masajes de las súbditas.
Además, un instalador de aire acondicionado declaró que fue atendido por la joven concordiense, y notó cómo recibía órdenes y hasta el líder del culto la mandó a comer para luego atender a él y su familia en la cena.
NEGOCIO La investigación determinó que los miembros de la secta debían rendirle cuentas sobre la producción y venta de los alimentos elaborados en una panificadora, como así también de la administración de la inmobiliaria “Ciudad”.
Para la Fiscalía, “la promesa de la vida en comunidad derivó en un acogimiento en condiciones de hacinamiento, ausencia de una alimentación adecuada, humillaciones y maltratos, control de salidas y comunicaciones, además de extensas jornadas y salario ínfimo o nulo”.
“La real finalidad que buscaba era la de obtener los beneficios económicos mediante la explotación de este grupo de personas que trabajaban para él y su familia núcleo”, aseveró la acusación pública.
Y agregó: “Para ser recibidas en el culto, las víctimas debían cambiar sus nombres y desprenderse de sus posesiones y bienes materiales en favor del acusado”.
En cuanto al salario “nulo”, la fiscal federal María Marta Schianni aludió a que los imputados engañaron a las personas con un supuesto sistema, mediante el cual les hacían adquirir lotes que desconocían, presuntamente ubicados en la provincia de Tucumán. Por ejemplo, una de las víctimas contó que realizaba tareas administrativas en la inmobiliaria “Ciudad” de 7.30 a 16 y luego tareas domésticas, que ganaba un salario de 70.000 pesos, pero que no lo disponía totalmente, dado que le pagarían con lotes en Tucumán.
En Dimensión Cielo, a través de las redes sociales donde se promocionaba, Argüello se presentó como un líder espiritual elegido por Dios, como responsable para llevar adelante la restauración cuando se termine el mundo. En esas promesas creían sus fieles seguidores.