Juan Manuel Peratitis
Los sentidos de pertenencia suelen adherirse al fútbol que se ha dicho muchas veces es difícil explicar su histórico y permanente fenómeno social. “Cambiamos de casa, de pareja, de trabajo, de partido político, pero nunca cambiaremos de club…”.
Mientras impliquen amar lo propio y no odiar lo ajeno, todo bien. Coronda es una ciudad con mucho sentido del terruño. El que va a otros lugares habla orgulloso de su pueblo y si la ciudad no termina de despegar definitivamente es porque faltan algunos acuerdos que seguramente pronto llegarán.
En materia futbolística, cuatro equipos participaron en ligas oficiales durante la historia local en primera división: General Belgrano, Alba Juniors, La Pepita y Vecinal Urquiza.
Le tocó a Belgrano darle al fútbol argentino los jugadores que estuvieron en primera división de AFA: Claudio Carmona –su actual entrenador-, Roberto Marioni –actual entrenador de Boca Unidos-, Mauricio Arias y actualmente Tomás Moschión, todos en Colón. Y Marcelo López en Unión. Darío Cabral por su parte, estuvo en Rafaela y en Unión y fundó la Vecinal Urquiza que también se llamó Sargento Cabral.
Este sábado, dos de esos clubes, Alba Juniors y La Pepita, se cruzaron en los clásicos de Divisiones Inferiores de la Liga Galvense de Fútbol y más allá de los resultados –dos victorias para cada uno y un empate-, cada vez que juegan en Barrio Policial –zona oeste- o en La Iguana –zona norte-, se nota que en Coronda el fútbol también ha sido adoptado como un foco de pasión.
Cada entidad tiene sus hinchas representativos, sus familias del barrio que o fundaron, o cofundaron, o ayudaron a crecer. Las mamás y los papás se saben ubicar y tanto mensaje que anda dando vueltas de que “en definitiva, se trata sólo de niños”, ha cundido para no exigir lo que no se les tiene que exigir a chicos que van a divertirse, aunque siempre con seriedad representen a una institución y a un sector puntual de la ciudad.
Con alegría, banderas, con la abuela, el tío, la hermana y el mejor amigo presentes contra el alambrado. Con el papá nervioso, la mamá aplaudiendo todo, los nonos festejando el gol como si fuera el de Di María en la Copa América. Todo esto brindan los “clasiquitos” de dos clubes tan importantes para Coronda. Con la azul, roja y blanca de Alba, con la celeste y blanca de La Pepita.
Fíjense que un nene se inicia en el fútbol infantil como jugador a los 8 y 9 años, en la séptima y cuando juega su último partido en inferiores, llega a los 16 y 17. Niños y adolescentes que saben que en el fútbol “en serio” en un club aprenden mucho más de lo que imaginan: disciplina, orden, compañerismo, responsabilidad, solidaridad, cuidado del cuerpo, formación de la personalidad, más allá de saber pegarle con las dos piernas, cabecear bien o atajar un penal.
Lo importante es que, si bien a todos les gusta ganar, el mensaje debe ser el de acompañar, el de jugar, el de divertirse y el de aprender haciendo lo que a la mayoría de los pibes de Argentina les gusta: la pelota.
Si lo sabrán en la cuna de “Canuto” Urbano, del “Gato” Michelini, de Cochán, Miguel Méndez, Lelo Monti o el arquero Cabral. De “Pompi” Strina, de “Negri”, de los Parra, de “Cucha” Durán o de la sabiduría de “Tucho” Monti.
Alba Juniors y La Pepita reflejaron una vez más que el fútbol es competencia, no una guerra y que hoy podrá ganar uno, y otra vez otro, pero lo principal son las enseñanzas que la pasión por un deporte puede sembrar en los pibes de un pueblo bien futbolero como es Coronda.