Carlos Retamal El crimen de Lucas Vega Caballero, registrado en la noche del primero de agosto, volvió a demostrar que la inseguridad en Rosario no tiene distinción. En la tercera ciudad del país, ya convertida en "capital o Cuna de la Violencia y el sicariato", parece que todo está librado al azar, que hoy le toca al otro, pero tal vez pasado te toque a vos.
Y así fue como casi 72 horas más tarde, otra adolescente se sumó a esta lista de crímenes: Zoe Romero, quien fue atacada a tiros en la puerta de su vivienda, ubicada en la zona oeste, y murió en el hospital de emergencias.
Lucas era un pibe de 13 años que se quedó sin sueños y sin la posibilidad de continuar jugando al fútbol para llegar a la primera división y poder darle a su madre una mejor vida, disparó enérgicos repudios hacia la inacción de la policía, que parece que han dejado las calles liberadas y al ruego de que "ojalá no me pase a mí".
Lucas tenía 13 años, había terminado de cenar y fue hasta la esquina de González del Solar y Génova, en el corazón de barrio Emaús, en el noroeste rosarino, a charlar con unos amigos, en lo que podría ser una postal de hace años en cualquier esquina de la ciudad y que en algunos barrios se resisten a erradicar. Por ese lugar pasó un auto con varias personas que, al parecer sin más razón que hacer daño, infundir miedo o tirar por tirar, comenzaron a disparar contra el grupo que estaba en la esquina.
Al menos cuatro de los adolescentes que estaban en ese lugar fueron alcanzados por los plomos. La peor parte se la llevó Lucas, que recibió un tiro en el pecho. Fue llevado a toda velocidad al hospital Eva Perón de Granadero Baigorria, el más cercano a su casa, donde llegó sin signos vitales y pese a las tareas de reanimación, falleció a los pocos minutos. Los otros tres heridos, Javier (familiar de Lucas) Fabricio y Dylan, todos de 15 años, fueron atendidos y se encuentran fuera de peligro.
Varias horas después del crimen, Marisa, madre del pibe asesinado, enfrentó a cuanta cámara de televisión se puso en su camino para dejar algunas frases que reflejan la impotencia de alguien que pierde a un ser querido: “Nadie me va a devolver a mi hijo”. “Nunca pensé que nos iba a pasar esto”. “siempre se escuchan tiros en los barrios”. “La gente ya lo ve como algo natural”. “Si (Lucas) no salía de casa, esto no pasaba”.
En la tarde del miércoles 3, ante un profundo dolor, ella, su familia y allegados enterraron el cuerpo de Lucas en el cementerio El Salvador. Antes de depositar sus restos, se escuchó el tema "La mano de Dios" que Rodrigo le cantó a Diego Armando Maradona, tema preferido de Lucas, que se imaginaba y tenía la esperanza y ganas de ser un ídolo del fútbol.
Miércoles sangriento No se habían terminado de acallar las voces reclamando por la muerte de un adolescente en las calles rosarinas cuando apareció otra víctima. Se trata de Zoe Romero, que tenía 15 años y fue atacada a tiros en la puerta de su casa, ubicada en Garzón al 3800, del barrio Triángulo y Moderno, en la zona oeste de Rosario.
Fuentes policiales y judiciales indicaron que pasadas las 21, alguien tocó el timbre de la casa en la que vivía y cuando ella salió a abrir, fue alcanzada por una ráfaga de disparos.
En base a los primeros comentarios recogidos en la zona, los atacantes fueron dos personas que llegaron y se fueron en moto. La chica recibió varios impactos en la zona del tórax, quedó tendida en el piso y fue llevada por vecinos hasta el hospital de emergencias, donde llegó sin signos vitales y pese a las tareas de reanimación, falleció.
En el lugar del ataque, los investigadores recogieron una decena de vainas servidas, que quedaron diseminadas en la vereda de tierra y cerca de los vidrios de un local comercial, que fue destrozado por uno de los plomos.
Cifras que asustan Con la muerte de Lucas y Zoe ya son 17 los menores de 18 años asesinados en el departamento Rosario en poco más de siete meses de 2022.
El primer crimen que tuvo como víctima a un menor ocurrió en los primeros minutos de la noche del 13 de enero, cuando fue hallado el cuerpo de Kevin Alexis Unsandivaras, de 17 años, tirado a pocos metros del arroyo Ludueña, en proximidades al puente sobre avenida Jorge Newbery, y a escasos metros del Bosque de los Constituyentes.
La víctima no tenía documentación entre sus ropas, y fue reconocida recién varias horas después. El cuerpo tenía un disparo de arma de fuego en el cráneo, con orificio de entrada en el costado izquierdo, sin salida. Según se dijo en su momento, fue asesinado entre 12 y 24 horas antes.
El primer mes del año tuvo otras cuatro víctimas. La saga continuó 10 días después. En la madrugada del domingo 23 de enero murió en el hospital Provincial un joven de 16 años, identificado como Víctor Emanuel González Benítez, de nacionalidad paraguaya.
Había sido atacado en inmediaciones de Biedma y abanderado Grandoli, a dos cuadras del inicio de bulevar Seguí, al este de barrio Tablada. Fuentes policiales y judiciales indicaron que poco después de las 23 del sábado se escucharon varias detonaciones de arma de fuego. A los pocos minutos, varios vecinos salieron de sus casas y vieron tirado sobre la vereda a un joven de 16 años. Familiares lo cargaron en un auto y lo llevaron hasta el hospital Provincial, donde ingresó en el área de cuidados intensivos, con 3 heridas de bala en el abdomen y 1 en una pierna y fue derivado a quirófano, donde falleció mientras era operado.
Tan solo dos días más tarde. Cerca de las 21 del martes 25, en inmediaciones de Casilda y Magallanes, barrio Ludueña, a muy pocos metros de la seccional 12ª, un joven de 17 años, identificado como Agustín Rillos Williams, estaba en la puerta de su vivienda, cuando aparecieron dos personas en moto que, en principio sin cruzar palabras, le efectuaron múltiples disparos y se dieron a la fuga
El joven recibió un disparo en el tórax y quedó tirado en el piso. Fue llevado en ambulancia al hospital de emergencias Clemente Álvarez, dónde ingresó en el área de terapia intensiva y falleció a los pocos minutos. La siguiente víctima fue Elena Giménez, de tan solo un año, quien quedó en medio de la demencial balacera contra sus padres (que también fueron asesinados), ocurrida en el ingreso a un salón de fiestas ubicado sobre avenida 25 de mayo al 5300 o ruta 34S, en jurisdicción de Ibarlucea, en la madrugada del 29 de enero.
Y cerca de las 2.30 del lunes 31, en inmediaciones de calle Isern (ex pasaje 1717) al 7500, a pocos metros de las avenidas Presidente Perón y Circunvalación, en el extremo oeste de Rosario, Mijail Jesús Enrique, de 15 años, fue atacado a tiros luego de mantener un altercado con otro joven. Voceros de la investigación indicaron que el agresor efectuó al menos una decena de disparos desde muy corta distancia, y que Mijail falleció prácticamente en el acto.
La sexta víctima fue Franco Gabriel Iván De Marco, de 16 años, cuyo cuerpo fue hallado cerca de las 7 del domingo 13 de febrero en inmediaciones de Conscripto Bernardi y pasaje Chávez, de barrio Molino Blanco. El cuerpo tenía múltiples disparos de arma de fuego y a los pocos metros se incautaron 5 vainas servidas calibre 9 milímetros. Según algunos testimonios recabados en la zona del hallazgo, el joven fue atacado por personas que iban en un auto. Una de las líneas investigativas de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) indicaba en su momento que el adolescente estuvo en una fiesta que se realizó en la zona y que pudo haber mantenido algún altercado con otras personas que también estaban en el evento y que eso podría haber derivado en el ataque.
El 8 de marzo, Joel Alejandro Tolosa, de 16 años estaba junto a otros jóvenes en la zona de Juan B. Justo y Barra, en barrio Empalme Graneros, cuando pasaron por el lugar dos sicarios en moto que, al parecer sin decir una palabra, atacaron a tiros al grupo. Tolosa y al menos otro joven fueron alcanzados por las balas y terminaron en el hospital Alberdi. Tolosa llegó sin signos vitales y pese a las tareas de reanimación, falleció debido a heridas de arma de fuego en la zona del tórax.
Los tres siguientes ocurrieron en el mes de abril. Alrededor de las 20 del lunes 4, en inmediaciones de Génova y Cabal, en la zona conocida como Los Pumitas, en barrio Empalme Graneros, al menos dos personas llegaron en una moto y una de ellas fue a golpear la puerta de una vivienda.
Quien salió a atender fue Brian Ismael Sperling, de 16 años, y cuando abrió la puerta, fue atacado a tiros y murió prácticamente en el acto, por disparos en la zona del tórax, el abdomen y una de sus manos.
Siguió el sábado 23, cuando Ciro Caminos, de un año, fue asesinado junto a su padre mientras estaba en un auto en la zona de Colombia al 1300 bis, mientras que su madre resultó gravemente herida y falleció dos semanas después. En este caso, los homicidas llegaron en una camioneta y atacaron a tiros el auto en el que estaban las víctimas, en una clara ejecución con tintes mafiosos. El rodado en el que llegaron y huyeron los homicidas fue encontrado incendiado a unas 10 cuadras.
La última víctima menor de edad del mes de abril fue Milton Nahuel Gordillo, de 17 años, cuyo cuerpo fue encontrado el lunes 25 al costado de un camino de tierra ubicado en inmediaciones de la ruta provincial 18 y el arroyo Saladillo, casi en el límite sudoeste de Rosario, a metros del Puente Gallegos.
El cuerpo tenía impactos de bala en el tórax, abdomen, espalda, glúteos y el brazo derecho y a pocos metros del cadáver se hallaron más de una docena de vainas servidas calibre 9 milímetros y media docena calibre 22. En base a un primer reconocimiento, se presumió que había fallecido entre 48 y 72 horas antes del hallazgo.
Su familia había denunciado en la seccional 21ª su desaparición el jueves anterior. Según indicaron, esa mañana había salido en bicicleta de su casa para ir a jugar al fútbol en una canchita del barrio, pero nunca regresó. Horas antes del hallazgo, familiares, amigos y vecinos de Milton habían cortado avenida Ovidio Lagos (que desemboca en la ruta 18) a la altura de calle Copacabana, pidieron su aparición con vida.
En mayo también hubo tres asesinatos que tuvieron como víctimas a menores de 18 años. La primera de ellas fue Auriazul Morera, de 6 años, que también fue asesinada en el marco de una demencial balacera (la tercera que involucra a menores y sus padres en poco más de 3 meses). La menor murió durante un ataque armado registrado en Garibaldi 57, de barrio Tablada.
Cerca de las 23 del viernes 6 de mayo, poco más de 12 horas después de la presentación del jefe del Comando Unificado de Gendarmería en Rosario, Auriazul llegó en auto junto a sus padres hasta la puerta de un pasillo de viviendas. Cuando estaban a punto de ingresar al pasillo ubicado a mitad de cuadra sobre Garibaldi, para visitar a familiares, aparecieron entre 3 y 4 personas armadas que comenzaron a disparar contra la familia.
Su padre murió en el lugar, mientras que Auriazul y su mamá fueron llevadas hasta el hospital Roque Sáenz Peña, donde fallecieron instantes antes de la medianoche.
En el lugar del ataque se hallaron 16 vainas servidas calibre 9 milímetros; 5 calibre 40; 2 cartuchos intactos, uno de ellos calibre 40 y otro 9 mm, y 4 plomos, lo que refleja el grado de violencia de los homicidas y el poder de fuego con el que se manejan.
La siguiente víctima se sumó al listado el domingo 15 de mayo. En horas de la tarde se conoció el deceso de Nicolás Ezequiel Lugones, de 17 años, quien estaba internado en el hospital de emergencias desde la tarde del jueves 12. Alrededor de las 15 de ese día, mientras estaba en la plaza ubicada en Hudson y Sauce, de la ciudad de Pérez, ubicada en el límite oeste con Rosario, llegaron entre dos y tres personas en una moto y se generó una discusión. A los pocos minutos, uno de los recién llegados sacó un arma de fuego de entre sus ropas y le efectuó un disparo a Nicolás desde muy corta distancia, que ingresó en el cráneo. Estuvo internado en el área de cuidados intensivos por casi 48 horas, hasta que finalmente falleció.
Por el ataque, personal de la brigada de homicidios de la AIC arrestó a dos jóvenes, uno de ellos menor de edad, quien fue puesto a disposición del Juzgado de Menores en turno. Mientras que el otro detenido, identificado con las iniciales A. B., fue imputado por el delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego y ser cometido con la intervención de un menor de 18 años de edad, en grado de tentativa, ya que, al momento de la audiencia, Lugones todavía estaba vivo.
Mientras que el viernes 20 de mayo, en un episodio de características violentas y con tinte sicario ocurrido sobre calle Franklin al 7.900, entre Sánchez de Loria y Tarragona, unos 300 metros al oeste de avenida Circunvalación, fue asesinado Alan Tolosa, de 15 años, mientras estaba charlando en la vereda con otro joven. Los homicidas habían llegado y escapado en auto.
Alan fue llevado en auto hasta el policlínico San Martín donde fue atendido y luego derivado al hospital de emergencias, donde falleció, pero cerca de la medianoche.
En la noche del lunes 13 de junio, una beba de tan solo un año y 6 meses de vida fue asesinada durante una balacera contra una vivienda ubicada en la zona noroeste de Villa Gobernador Gálvez. El violento episodio ocurrió cerca de las 20 cuando varias personas, desde un auto, efectuaron múltiples disparos contra personas que estaban en la puerta de una vivienda ubicada en Mitre y 9 de julio, del barrio conocido como Coronel Aguirre.
Como consecuencia del ataque resultaron heridas una mujer de 41 años, un joven de 22 y Geraldine Gómez, de un año y medio de edad. Los tres fueron trasladados hasta el hospital Anselmo Gamen, de Villa Gobernador Gálvez. La menor tenía tres impactos de bala: uno en el muslo izquierdo, otro en el brazo derecho y el tercero a la altura de la sien. Debido a la gravedad de su lesión, fue trasladada de urgencia al hospital de niños Víctor Vilela, ubicado en la zona sur de Rosario, donde llegó sin signos vitales y pese a los esfuerzos del personal médico, falleció.
Agentes del gabinete criminalístico de la AIC realizó distintas pericias en la zona del ataque, donde recogió más de una docena de vainas servidas calibre 9 milímetros. Además, se visualizaron al menos 20 impactos de bala que quedaron marcados en chapas que ofician de protección de la vivienda.
Finalmente, el 22 de junio, fueron asesinadas una mujer de 53 años y su hija de 15, identificada como Marlen Catalina Villalba. Ambas fueron atacadas cuando estaban en la puerta de su vivienda, ubicada en calle Ugarte al 700, a pocas cuadras del estadio mundialista de hockey, en el extremo noroeste de Rosario.
Se presume que los atacantes llegaron en uno o dos autos y que tenían un gran poder de fuego, ya que en la calle se hallaron vainas servidas de 3 calibres diferentes: 13 calibre 9 milímetros, otras 13 calibre 380, 4 cartuchos de escopeta calibre 12/70 y 9 balas deformadas.
Junto a los cuerpos de las dos víctimas quedó tirado el de un perro, que recibió al menos dos impactos de arma de fuego. Un médico policial dijo que la mujer tenía al menos 10 impactos en distintas partes del cuerpo, la mayoría en la espalda y su hija más de 20 orificios de bala.