Ariel Gustavo Pennisi
En un evento que contó con la presencia de figuras destacadas de la literatura y cultura rosarina como Humberto Lobbosco, Analía La Rosa, Sabatino Palma y Roberto Retamoso, se llevó a cabo la presentación de Duelo de Fantasmas, primer novela de la escritora, psicoanalista y crítica de cine Débora Levit. En un profundo y extenso diálogo, la autora habló de sus influencias literarias, su pasión por el cine y los fantasmas propios que la atraviesan como escritora de ficciones.
Del cine a la literatura en Débora Levit “Soy cinéfila desde chica, estudié, escribí y sigo escribiendo sobre cine” afirma Débora Levit a modo de presentación en el extenso diálogo que mantuvo con Mirador Provincial donde afirmó que en su narrativa hay algo de cinematográfico en el modo de contar las escenas. Pero no todo queda allí, y lo demuestra en su primer novela Duelo de fantasmas, obra plagada de una infinidad de referencias al séptimo arte. En ella podemos leer una cita de la película Alice de Woody Allen, otra de Libertad Lamarque y diversos guiños que no están citados pero que aparecen en la historia para embellecerla. Autora amante de la obra del director neoyorkino, considera que la película Deconstructing Harry la marcó para siempre, “es muy interesante su trama, donde existe la ficción dentro de la ficción” señaló.
Entre sus realizadores favoritos aparecen en lista Almodóvar, Polaslki, Bergman y autores del cine independiente como Jim Jarmusch de quien resalta el film Paterson del año 2016: “es una película que me marcó, cuando termine de verla, me dije ‘tengo que publicar’. La película tiene la estructura de un cuento. Me hizo pensar en la cuestión de hacer la transformación del pensamiento a la escritura como un primer trabajo de traducción. Traducir el pensamiento y llevarlo a la escritura. Traducir lo que se siente en el cuerpo, ponerle palabras, que quede con la marca en el papel y luego la aparición de un lector como importante y necesario para que la obra cierre el circuito que es la lectura”.
-¿Cuándo comienza tu pasión por la literatura? -Hay una historia mía con la literatura desde muy pequeña, incluso creo que de chica en cantidad era mucho mas lectora que ahora. Uno de pronto se diversifica en torno a la relación con lo cultural, en este momento mi tiempo para la lectura está mucho mas atomizado. Yo veo mucho cine, voy mucho al teatro. Soy docente y leo muchos libros de ensayos, por lo cual me doy cuenta que se va acotando el tiempo que le dedico a la lectura de libros de literatura.
Isidoro Blaisten es para mí el escritor de cuento por excelencia. Sin embargo en mi escritura no hay nada de su estilo literario. Me encanta Cortázar y lo he leído en diferentes momentos de mi vida, pero tampoco rastreo su influencia en mi escritura. En una época solamente prefería leer escritores latinoamericanos, me parecía que para escribir en castellano había que leer a esos autores. Después todo fue variando, porque tuve épocas donde leía mucho novelas negras como Raymond Chandler o los cuentos de Allan Poe entre otros.
-¿Existe un límite posible de demarcación entre la realidad y la ficción? -Es una pregunta que surgió muchísimo en el diálogo que tuve con algunos lectores de Duelos de fantasmas, donde les parecía importante saber si a mí me había pasado algo de lo que le había pasado la protagonista Nora y si lo que estaba contando en la historia revelaba algún secreto, alguna intimidad o algo privado de otras personas. Creo que la pregunta vuelve como pregunta filosófica acerca no solamente sobre la distancia entre la realidad y la ficción, ya que la realidad tiene que ser dicha de alguna manera por medio de un discurso que dé cuenta de ella, pues lo que no se nombra no existe.
En la escritura de Duelo de fantasmas yo necesité contar algo de lo que había pasado y más allá de que hay un corte autobiográfico, está ficcionado como la misma realidad. Necesité inventar a Nora y darle una encarnadura propia para poder ponerle palabra y voz a mucho de lo que en determinadas situaciones no se pudo decir. En la novela también hay un protagonista que es un fantasma y tiene una voz propia con algo que decir. El duelo que se arma en esa polisemia que tiene el título. El duelo entre dos fantasmas, una escritora que es fantasma y un fantasma que lo es porque esta muerto. En ese encuentro ficticio se hacen cargo de un montón de cosas que no fueron dichas y ahí se dicen.
Doler los fantasmas propios
-¿Qué devolución encontraste de tu entorno con la publicación? -Algunos tenían temor al pensar “algo de mi historia va a aparecer en esas hojas, como estoy contado o este no soy yo”. Después eso se fue aflojando porque la historia realmente se centra en Nora y los fantasmas que le hablan. Los personajes aparecen como pinceladas. Me ha pasado también algo muy gracioso, gente que se ha acercado y me dijo “yo no estoy”. Eso fue lindo, porque el terminar de escribir una primer novela, no se sabe si es publicable o si va a tener algún tipo de valor literario. De pronto que alguien lo lea y quiera estar ahí de alguna manera, si bien puede parecer un reclamo, revela que esa historia tiene algo en donde uno ameritaría estar, y no solamente en la realidad sino en la ficción.
-¿Qué papel tiene esa escritura autobiográfica? -La escritura autobiográfica tiene que ver mucho con la deconstrucción, en el punto en que el autor tiene que partirse en pedacitos para encontrarse y volverse a construir en eso que cuenta, encarnado en uno o en varios personaje. Muchos pedacitos de lo propio aparece intensificados en muchos personajes. Creo que lo que uno escribe tiene que pasar por el cuerpo, si a eso se lo considera parte de lo autobiográfico, bueno digo que sí. Pienso que si se escribe desde el cuerpo se va a tener mayor resonancia en el lector y dar la posibilidad de que todo sea mas real. Lograr ese efecto me parece maravilloso.
-¿En este punto algún libro te influyó en el armado de tu historia? -La hija oscura de Elena Ferrante. Tengo algunas cuestiones con ella que me resultan interesantes. Se sabe su historia justamente desde su intento de anonimato, que tiene que ver con que ella esta escribiendo sobre su pueblo, sus conocidos y vecinos. Entonces de alguna manera cuando iban a leer lo que ella había escrito, todo el mundo se iba a encontrar escondido en algún personaje y esto se le iba a venir encima.
-¿Sentías que te podía pasar eso? -Fue algo que a mí me paso y pasaba con la escritura de cuentos y novelas. Esta novela no es la primera que escribo, aunque si la primera que publico. Entonces siempre aparece de alguna manera la idea de que algún personaje de los que están ocultos al verse ahí se vaya a molestar. Aparece el temor de que el otro lo lea. Pero volviendo a La hija oscura es interesante como plantea en el arco narrativo de esa nouvelle, a partir del día a día de una historia que sucede en poco tiempo, el contar tantas cosas en relación la vida. Además me gusta como pone algo de lo femenino y la dificultad en relación a la multiplicidad de deseos y de intenciones que tiene una mujer y lo difícil que es hacerse cargo de todo eso. Cuando leí esa nouvelle dije “quiero escribir una novela como esta”, pero Duelo de fantasmas no tiene nada que ver, me refería a la estructura. El poder de síntesis y el no juicio de los personajes me encantó y ese no juicio creo que sí lo logré en Duelo de fantasmas. No juzgar a Nora, la protagonista aunque todo lo que ella hace y dice no sea políticamente correcto.
-¿Cómo es Nora? -Simplemente es una mujer a la que le pasan cosas y que a partir del momento en que ella comienza a escribir, revisa los acontecimientos de su propia vida y el lugar que había tenido. Es ahí que puede elaborar dos duelos con esa escritura. El duelo por la muerte de un amor y el duelo por el divorcio.
-¿Qué libros te influenciaron en la escritura de Duelos de fantasmas? -Me marcó Tolstói con su novela Ana Karenina. Como el autor pudo captar el alma femenina y describir la problemática de una mujer en relación a su deseo, ideas y ganas de vivir su relación matrimonial de otra manera. El querer salir de ese matrimonio y la relación con su hijo. La necesidad de salir de la prisión que le implicaba el matrimonio implicó la muerte, algo que estaba rondando desde la primer escena en la estación del tren. Otra novela que tiene influencia directa es Casa de muñecas de Henrik Ibsen. Creo que es una precuela de Duelos de fantasmas. Hay muchas coincidencias no solamente en el nombre de la protagonista, sino su lugar en la familia. Ambas mujeres tienen que renunciar a sus hijos y la presión del hombre en esa renuncia. La manipulación en relación a la maternidad aparece en ambas novelas. Como si querer hacer algo más de una mujer implicara renunciar a sus hijos. Ahí ubica a la mujer en un lugar binario, o sos madre o sos otra cosa. Creo que ese binarismo deberíamos interrogarnos.
Entre otras influencias literarias de la autora aparecen Milan Kundera, Paul Auster, Ricardo Piglia como ensayista, Pedro Mairal y el español Antonio Trueba. En su primer novela Duelos de fantasmas trabaja problemáticas femeninas que muchas veces siguiendo lo dicho por la escritora aparecen “olvidadas por un discurso actual en donde se contemplan otras cuestiones en relación a los ismos y que deja de lado ciertos sufrimientos de toda una generación”.
La intención de Débora Levit en esta novela y en su narrativa en general no es el abordaje de temas genéricos sino simplemente contar una historia “acerca de lo que le paso a alguien”, poniéndose “a mirar muy en detalle los sentimientos, lo que le pasa a Nora, sus ambivalencias, tristezas, esas pequeñas deudas que ella tiene y esas sensaciones de lo que no se perdona, no hizo bien y se arrepiente”. Su relato sin dudas capta la identificación de muchos lectores.