"Hace muchos años que venimos trabajando en la idea de un tambo asociativo", le cuenta Rubén Albrecht a Campolitoral. "Hace 7 años habíamos formado un grupo para la compra de insumos y maquinaria, y después de algunas bajas quedamos nosotros seis", agrega. Albrecht recuerda que arrancaron primero con el engorde de los terneros machos de todo el grupo a través de un feed lot. "Alquilamos un campo para hacer el novillo para carnicería a 380/400 kilos para consumo. Posteriormente surgió la posibilidad de abrir una carnicería en San Jerónimo Norte, y así cerramos un poco el círculo en cuanto a la producción de carne a través de la venta al público y a un grupo de carniceros", destaca.
Vamos por todo El emprendimiento crecía, y el grupo se consolidaba, pero faltaba lo más importante: la parte lechera. "Ya la teníamos en mente, sobre todo por el desánimo en cuanto a la falta de infraestructura y las recurrentes inundaciones, y en abril de 2016 decidimos poner un tambo asociativo".
Eso llevó mucho tiempo, para tratar de conseguir créditos, "porque esto lleva mucho dinero que no teníamos, aunque de a poco lo fuimos consiguiendo, y entonces nos decidimos a hacerlo bajo galpón con cama de compost y un sistema de ordeño robotizado. Es una tecnología que está a disposición, y que se viene con fuerza". Así fue que instalaron un módulo con capacidad para 120 vacas y 2 robots (el objetivo final es de 6 módulos alineados), que funciona apenas desde hace 15 días, "y con gran satisfacción vemos que esa tecnología que veíamos tan lejana la tenemos acá". Además, gracias a la tenacidad de todos, cada uno pudo seguir a la par con su propio emprendimiento.
El predio consta de una superficie de tan sólo 6 hectáreas (para los galpones y salas de ordeñe), con 200 has de campo alquiladas donde se hacen las reservas: silo de maíz, maíz, soja, algún cultivo de invierno (como cebada o trigo) que se transforma en silo. Esa es la base alimenticia en el mixer, además del grano de maíz y soja para canjear o transformar en alimento para las vacas. "La alimentación en el mixer es simple: silo de maíz, rollo de alfa molido, expeller de soja, grano de maíz, sales minerales y al momento del ordeño, y un balanceado específico con aporte de proteína, energía y saborizante que le fomenta a las vacas las ganas de visitar el robot".
El brazo híbrido de los robots tiene un cilindro neumático que lo sostiene con dos motores eléctricos, y una cámara 3D que le indica el lugar en el que está la vaca. Y el brazo ya tiene en su memoria las coordenadas de la ubre de cada vaca. Son entre 5 y 6 minutos por cada ordeñe. Productores estabulados están logrando hasta 2,8 ordeñes por día.
Rutina automática La rutina de las vacas ahora es automática. Si bien al principio hubo que llevarlas, en poco tiempo lo entendieron. "En 5 días ya lo hacían solas. Estamos en 2,3 ordeñes diarios y se comportan muy bien. A las vacas en retraso (más de 10 horas sin ordeñar) se las busca, pero cada día son menos. Es interesante la mansedumbre que se genera y su comportamiento en las camas de compost: están echadas, durmiendo, acostadas, disfrutando de esa cama. Y eso permite una mayor bienestar y una mayor respuesta productiva", dice Rubén, en relación a los 35 litros diarios que alcanzaron en pocos días. "Apuntamos a un poco más, algunos superan los 40 litros de leche por vaca por día. Eso se logra con el tiempo", reconoce entusiasmado.
Además, el trabajo del personal es bien distinto: al llegar revisan el informe del software, buscan las vacas en el estado, controlan el funcionamiento del robot, y después la rutina implica la higiene (dos veces por día) del robot y del piso, con dos movimientos diarios de la cama, para que se genere el material orgánico, que en este caso es rastrojo de maíz, aunque en algunos lados usan viruta o cáscara de arroz o maní.
Un nuevo sistema Según el Médico Veterinario Germán Albrecht, este nuevo paradigma es todo un desafío, que lleva un proceso de aprendizaje para las vacas, y también para ellos. "Es un cambio de pensamiento y del modo de trabajo. La base es enfocarnos en los animales que lo necesiten, y al resto no molestarlos: si quieren comer, o rumiar o dormir, los dejamos. Por eso decimos que se trabaja con el 20 % de la vacas que nos demandan el 80 % de nuestro trabajo. Con los robots tenemos mucho más tiempo libre", admite.
El joven veterinario destaca que lo lindo de esto es que todo el trabajo se enfoca en una zona chica: la de separación, que cuenta con agua, comida y un espacio de cama para que la vaca descanse. "Es muy interesante la eficiencia que logramos en todo el sistema. Con las camas buscamos bienestar para los animales y una salida al efluente". Se trata de una Materia Orgánica rica en Carbono que absorbe el Nitrógeno, que hay que mover dos veces al día para oxigenar y favorecer el secado. "Una gran ventaja que al cabo de un año contaremos con una cama de compost como un abono orgánico buenísimo, que permite una recirculación de los recursos con producción de efluentes cero". Nada más y nada menos.
Paso a paso Daniel Eberhardt está encargado de los números, y enfatizó que esto nació como un equipo de trabajo. "Un día uno tiró la idea de hacer un tambo asociativo y salimos a buscar financiación, y después de años de tomar la decisión lo pudimos empezar a poner en práctica", recuerda. "Veníamos muy afectados por las inundaciones y apostamos por una mejora en la productividad y un cambio de paradigma en cuanto a lo que es el tambo en sí, el ordeñe automático, el bienestar animal y del persona, son cosas que pusimos en la balanza a la hora de tomar la decisión", afirma. El puntapié fue la línea "Santa Fe de pie" del Banco Nación con tasa subsidiada, que junto a otras líneas en bancos privados les permitió arrancar.
"Estamos haciendo un primer módulo con inversiones que nos van a servir en el futuro del tambo, replicando hasta llegar a 4 o 6 módulos. Arrancamos en 30 litros, hoy estamos en 35 y creemos que tenemos que alcanzar los 40, aunque la mejor expresión de estas vacas se va a ver en 45 días. Pero eso no nos desespera, ahora queremos hacer confiable el sistema y estar tranquilos con lo que hacemos que es algo totalmente nuevo", admitió.
Un fierro Andrés Willer es el Gerente de Ventas de Lely Astronaut, la empresa holandesa fabricante de los robots. "Se sigue innovando de forma constante, y ya vamos por el quinto modelo de robot. Empezamos hace 9 años en Brasil, y luego Uruguay, Chile y Argentina, y este años alcanzaremos los 300 en toda la región", sostiene. En nuestro país entraron en 2017, y en 4 años "hemos tenido una grata sorpresa con más de 150 robots instalados en Buenos Aires, Córdoba y ahora también en Santa Fe". Willer reconoce que los productores que adoptan esta tecnología tienen un denominador común: las ganas de innovar y de atreverse. "Es que más que un robot, es una herramienta de gestión, por toda la información que brinda. Hoy todo tiene un costo, entonces poder medir todo nos permite ganar en eficiencia a través de los datos: como las veces que las vacas visitan el ordeñe; la calidad de la leche: o si el animal está enfermo o en celo". Y un dato no menor: las vacas tienen sus propios horarios. "De 3 a 5 de la mañana es cuando menos vienen, el resto del día es bastante parejo. Las mejoras vienen por el ingreso de mayor información, y la calidad del trabajo de los empleados", reconoce.