Aunque es invierno, la mañana está cálida y Miguel Thea fue a trabajar, como todos los días, en la estación meteorológica que se encuentra en el aeródromo Comodoro Pierrestegui de Concordia.
Allí se encarga, junto con seis compañeros, de observar los fenómenos meteorológicos y tomar nota, para que eso luego sea informado a quienes soliciten los datos, así como también plasmado en la página oficial que el Servicio Meteorológico Nacional tiene a nivel país.
Para él es una pasión, y lo vive con vínculo en todas las áreas de su vida. “Mi especialidad es la de observador meteorológico de superficie y soy uno de los siete que trabaja en la estación meteorológica Concordia Aero, en donde registramos los datos del tiempo”, asegura.
Hace 23 años observa el cielo todos los días, comprendiendo las nubes, viendo qué tipo de lluvias se presentan, estudiando la niebla o neblina y todos los fenómenos meteorológicos que puede ver.
El profesional contó a MIRADOR ENTRE RÍOS cómo comenzó su relación con la meteorología, de qué se trata y qué tan relacionados con el mundo pueden estar los fenómenos que estudia.
–¿Por qué elegiste esta carrera?
–Quise entrar en la Fuerza Aérea siempre y justo en el momento en que ingresé ofrecían la especialidad en meteorología, algo que en el año 1999 era impensado como carrera, pero me gustó y decidí ir para adelante ya que desde chico me apasiona todo lo que tiene que ver con las tormentas y otros fenómenos. Elegí esta especialidad dentro de la fuerza y sigo acá.
Antes no era tan común, pero en los últimos años la meteorología tuvo un crecimiento en cuanto a interés popular. Con el aumento de posibilidades de observar los fenómenos que da la tecnología, muchos jóvenes están interesados. Hemos visto que muchos se volcaron a la carrera Ciencias de la Atmósfera en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y bienvenido sea, porque siempre es necesario.
En la Antártida
–¿Cómo es la carrera de alguien que estudia tu especialidad?
–Es muy activa, muy movida. He tenido momentos diferentes sin buscarlo, que se dan porque así es la profesión. De hecho, estuve en un destino particular, tuve la suerte de estar en la Antártida durante 13 meses, en la Estación San Martín. Eso me cambió porque es una de las herramientas más importantes para el trabajo de un meteorólogo, en cuanto a que te forma con conocimientos que son sumamente necesarios para el trabajo estadístico, para comprender el cambio climático y todos los fenómenos que allí ocurren.
–Se habla mucho sobre el cambio climático, pero parece costar notarlo en el día a día ¿Has notado realmente el cambio vos?
–Sí, cada vez se nota más, sobre todo en lugares como la Antártida o el polo norte por los deshielos, ya que los glaciares retroceden en altura en la Patagonia. También se nota en las temperaturas, que creo que a eso todos podemos sentirlo, porque estamos todavía en invierno y hemos tenido días de 28 grados, que es algo que no debería suceder. Además de que hay pocas heladas en la época invernal.
Está pasando en todo el mundo, y lo que hay que saber es que fenómenos en los océanos y en otros países incluso nos afectan, estamos conectados.
–¿Cómo es eso?
–Suele pasar, por ejemplo, cuando vemos atardeceres de distinto color. La gente suele relacionarlo con que va a llover o a hacer calor, pero eso tiene que ver con lo que sucede en la atmósfera y también con lo que sucede en el agua. Algunos días los atardeceres se veían más bien rosados y eso tenía que ver con la presencia de cenizas volcánicas en la atmósfera, tras la erupción volcánica en una zona del Pacífico. Eso tiene metales y los gases hacían que en todo el mundo se vieran esas postales, que fueron subidas en fotos en varios países, aunque nadie se preguntó demasiado el porqué del fenómeno.
“Cada vez se nota más el cambio climático, sobre todo en lugares como la Antártida o el polo norte, por los deshielos, ya que los glaciares retroceden en altura en la Patagonia. También se nota en las temperaturas, porque estamos todavía en invierno y hemos tenido días de 28 grados, que es algo que no debería suceder”.
Miguel Thea
meteorólogo
Mitos
Desde que Miguel comenzó con la profesión, con el paso del tiempo se han generado avances tecnológicos casi sin parar, pero su actividad no cambió demasiado, y tampoco para aquellos que viven en países en los que se pueden utilizar “métodos caseros”. Eso es más sencillo que el separar su trabajo del día a día, aunque no le molesta que lo consulten, de hecho, le sirve para derribar mitos.
–¿Cambió en algo tu trabajo con el paso del tiempo?
–Creo que no, ya que mi trabajo es el de observador, pertenezco a un eslabón bajo de la larga cadena que es la de la obtención de datos meteorológicos. Me dedico, sobre todo, a ver las nubes e interpretarlas. Todo eso se hace mirando y por el momento sigue siendo bastante similar a cuando empecé. Lo que sí sucedió es que hemos incorporado más tecnología con el paso de los años, ahora tenemos equipos digitales que nos ayudan a observar mejor. También hay instrumentos con los que se puede medir a través de láser algunas nubes, su altura, la visibilidad.
Lo que hacemos es importante. La gente por ahí se guía por mitos y nosotros a eso podemos ponerle nombre, podemos dar una explicación científica y sacar dudas que la gente tiene.
–¿En el mundo utilizan los mismos aparatos?
–En la mayoría de los países utilizan lo mismo, pero también agregan sensores con material digital. Mayormente confiamos en el material un poco más antiguo, porque son muy buenos los elementos y están construidos de buena manera.
–¿Cómo hacen si falla algún instrumento o en lugares en donde no tienen tecnología?
–La mayoría de las veces, lo que estudiamos nos sirve para poder concluir a partir de la observación. Conocemos las nubes, los cristales, el sol y sabemos con solo observar lo que podría pasar.
En algunos lugares tienen una piedra pendiendo de un hilo y con eso miden los vientos, las precipitaciones y demás. Parece gracioso, pero lo hemos visto y es un instrumental precario, básico, pero que no falla y la gente entiende de qué se trata.
–¿Se hace difícil separar la vida profesional de la personal? ¿Te consultan tus allegados o conocidos?
–En realidad no tanto, pero igual, es algo que me encanta. Claramente tengo amigos que me consultan cuándo va a llover o cuándo dejará de hacer calor o frío. Más allá de las horas que cumplo en la estación, también me gusta llevar calma cuando hay algún título llamativo que habla de tormentas grandes o tornados.
Siempre que me preguntan respondo porque creo que es bueno poder compartir los conocimientos y tener explicaciones certeras para quienes están cerca, además de derribar mitos o rumores sin fundamento que causan preocupación.
Más de un siglo
El orgullo está intacto en el profesional que hace más de dos décadas se dedica a observar y aprender de fenómenos naturales. No sólo porque le gusta su trabajo, sino también porque este año están de festejos.
“El Servicio Meteorológico Nacional está por cumplir 150 años, es el segundo más antiguo del mundo, el primero en Sudamérica en registrar datos desde hace más de un siglo. Estamos muy contentos por la evolución que tuvimos, por el trabajo que hacemos y esperamos seguir creciendo, seguir sumando experiencias y seguir ofreciendo este servicio a quienes nos consultan a diario”, indicó Miguel Thea, integrante del grupo de profesionales de la estación meteorológica que se encuentra en el aeródromo Comodoro Pierrestegui, de Concordia.
La estación de su ciudad, en tanto, cumplirá en octubre 147 años. Es la segunda que se creó en el país, una de las que tiene más historia. “Desde ese momento aquí en la ciudad se toman los datos y estamos orgullosos por el trabajo que hemos logrado desde un lugar del interior”, dijo Thea.
Lo que parece sencillo y hoy nos resulta tan accesible, como los pronósticos que podemos ver en nuestros dispositivos, lleva una ardua tarea de toma de datos y estudios, y eso está hecho con pasión y valoración del otro, al menos en Concordia Aero.