Literatura

Centenario de Beatriz Guido: este año se recuerda un nuevo aniversario del nacimiento de la escritora

 


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Lucía Dozo


Beatriz Guido (Rosario, 1922 - Madrid, 1988) nació un 13 de diciembre, hija de Ángel Guido, el arquitecto autor del Monumento a la Bandera, y de la actriz uruguaya Berta Eirin. Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y, entre 1948 y 1950, vivió en Europa; durante su estancia en París fue alumna del filósofo Gabriel Marcel.

Ya de regreso en Argentina, inició su carrera literaria; se la considera parte de la Generación del 55. Fue autora de novelas, cuentos, ensayos y guiones cinematográficos.

En 1954 se editó su primera novela, La casa del ángel, seguida por La caída (1956), Fin de fiesta (1958), El incendio y las vísperas (1964), Escándalos y soledades (1970), La invitación (1979), Soledad y el incendiario (1982) y Rojo sobre rojo (1987). La Fundación Konex le entregaría en 1984 el Diploma al mérito en Novela y en 1982 recibió el Premio Nacional de Literatura por su obra Apasionados.
 
En 1951 conoció al cineasta Leopoldo Torre Nilsson en casa del escritor Ernesto Sabato y comenzaron una larga relación hasta la muerte de Torre Nilsson en 1978. Guido escribió la mayoría de los guiones cinematográficos rodados por el director, quien a la vez llevó a la pantalla varias de sus obras. Cabe destacar que la dupla creativa formada por Beatriz Guido y Leopoldo Torre Nilsson constituyó un original e importante exponente del cruce entre literatura y cine.

A partir de 1978, tras la muerte de Torre Nilsson, Guido continuó guionando sus historias para los directores Fernando Ayala, Nicolás Sarquis, Javier Torre y Manuel Antín. Además, fue encargada de seleccionar a los actores y de difundir los filmes por diversos festivales europeos. Murió el 4 de marzo de 1988 en Madrid, España, donde había sido agregada cultural de la Embajada Argentina durante el gobierno de Raúl Alfonsín.

El listado completo de sus obras comprende, además de las ya mencionadas, Regreso a los hilos (1947), Estar en el mundo (1950), Los insomnes (1984), Piedra libre (1976), Paula cautiva (1963), Homenaje a la hora de la siesta (1962), La mano en la trampa (1961), Piel
de verano (1961) y El secuestrador (1958).

Actividades sobre Guido en Rosario

Este año, cuando se cumple el centenario de su nacimiento, en su ciudad natal se realizaron actividades que pusieron foco sobre su obra. En la reciente Feria del Libro se organizó la mesa “Desde la literatura al guion cinematográfico”, coordinada por la doctora en Literatura Latinoamericana y docente de la Facultad de Humanidades y Artes (UNR) Susana Rosano, con la participación del cineasta Oscar Barney Finn, de Elsa Osorio (autora del libro Mentir la verdad, biografía de la escritora) y del investigador Marcos Zangrandi, quien, en uno de sus artículos, se ha referido a tres de las novelas de Guido como “la saga nacional” integrada por Fin de fiesta, El incendio y las vísperas y Escándalos y soledades. A la vez, durante el mes de agosto en el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa se dictó el taller “Beatriz Guido: escritura y género en la literatura argentina”, a cargo de Rosano.

Según el investigador Marcos Zangrandi, las novelas de la llamada "saga nacional" de Guido están en relación con los debates intelectuales que se produjeron en las décadas de 1950 y 1960 en nuestro país. La recepción de la crítica en los años de publicación de las obras permite ver, según Zangrandi, los ejes de discusión políticos y culturales de esos años, y “pone de manifiesto la sintonía entre política y literatura en la que participa activamente Guido. Finalmente, los debates muestran los cambios en el campo intelectual argentino provocados tanto por la presencia del peronismo como por las expectativas revolucionarias que se suscitaron durante esas décadas”.

Por otra parte, según Susana Rosano -y en cuanto a una posible lectura desde el género- “se puede leer en la obra de Beatriz Guido una propuesta singular, muy personal. En sus textos La mano en la trampa, Usurpación, La caída y Fin de fiesta, las relaciones que se establecen entre familia, narrativa, erótica y poética son innovadoras, algo absolutamente novedoso para su época”.

Cine: la dupla Guido - Torre Nilsson


Leopoldo Torre Nilsson (1924 -1978) fue uno de los directores y guionistas más prestigiosos y prolíficos de la cinematografía argentina, exponente en gran parte de su obra del “cine de autor”. En la década de 1950 trabajaron juntos con Guido en la adaptación cinematográfica de La casa del ángel, novela que había ganado el Premio Emecé. De la adaptación también participó Martín Rodríguez Mentasti.

El filme -exhibido con muy buena repercusión en el Festival de Cannes y protagonizado por Elsa Daniel, Guillermo Battaglia y Lautaro Murúa- fue éxito de crítica y de público. El Instituto Nacional de Cinematografía, en su concurso de 1957, le otorgó los premios al mejor filme, realizador y libro. La famosa revista de cine francesa “Cahiers du Cinema” la incluyó entre las diez mejores películas junto a algunas de Kenji Mizoguchi y de Ingmar Bergman. Al presentarse en Cannes, el por entonces redactor de la revista francesa, el director Eric Rohmer, escribió: “Es la mejor película que ha llegado de Sudamérica, desde el comienzo del cine”.

La crítica del filme estrenado en 1957 señaló que allí el director abordó muchos de los temas que serían desarrollados en su trabajo posterior, tales como “la corrupción a la inocencia en la juventud y en la adolescencia, y los efectos de la educación cerrada en la sociedad burguesa”. Estas temáticas eran también las presentes en la novela de Guido. “El clima –se señala también sobre la película– tenía una suerte de pesimismo nostálgico, el recuerdo de un mundo con firmes tabúes sociales y sexuales, expresado a través de un estilo pródigo en tomas agudas, densos primeros planos y súbitos golpes musicales”. Se ha mencionado como un gran acierto del director la atmósfera de la casa que da título al filme y, en relación con esto, que los excesos formales están justificados porque se está narrando una realidad deformada por los recuerdos. “Existe una atmósfera buscada en emplazamientos de cámara, en la luz de claustrofobia y de una suerte
de tensión sexual”, según el crítico Alfredo Marino.

A partir de esta película, Torre Nilsson se convirtió en referente de una nueva generación de realizadores argentinos, el “nuevo cine”, que se caracterizó por su acercamiento en el idioma cinematográfico y la literatura de su época, y por el no conformismo de sus obras. En años posteriores, otras películas de Torre Nilsson basadas en las obras de Guido (en algunos casos, cuentos y en otros, novelas) fueron La caída, La mano en la trampa, Piel de verano, Fin de fiesta y Piedra libre.



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