El ministro de Salud de CABA, Fernán Quirós, pasó por Rosario y dialogó con
Mirador Provincial. Tuvo un papel importante como funcionario durante los meses de la pandemia de covid-19 entre 2020 y este año. Este y otros temas en un extenso mano a mano.
-Usted dice que la pandemia sigue, pero en términos empíricos parece que está terminada. ¿Cuál es su visión sobre la pandemia? -Yo diría que hay dos dimensiones para analizar en su pregunta. La primera es la biológica. Me gusta decir que estamos en una segunda etapa de la pandemia. Pasamos una primera etapa de la pandemia que sería la pandemia de las tres olas. Aparecen los casos que se contagian, luego siete días después la ola de las internaciones en terapia intensiva, siete días después la ola de los fallecidos. Ese formato de pandemia de tres olas está terminado allá por octubre del año pasado con el grado de vacunación que ha tenido la sociedad que hace que ya las enfermedades sean mucho más leves. Ahí entramos en una segunda etapa que es la pandemia de una ola. Aparecen olas de casos que como son leves no tienen tanta internación y mucho menos personas fallecidas. Cuando tengamos las nuevas generaciones de vacunas para principios del año que viene, entremos ya en una situación de un virus más de otoño-invierno como tantos otros.
-El problema en la pandemia no han sido tanto los fallecidos por coronavirus, si no los efectos colaterales. Los grandes efectos colaterales en personas con otro tipo de problemáticas de enfermedades, salud mental. Han muerto muchas más personas de otras enfermedades o se han enfermado a raíz de todas las restricciones y todos los inconvenientes que trajo la pandemia en sí. -Efectivamente. Hay una segunda más sistémica, más integral de lo que ocurrió en el período de la pandemia en el mundo y en la Argentina. La segunda es entender que la pandemia no fue solamente la enfermedad infecciosa del covid. La pandemia fue una catástrofe social que dañó un montón de dimensiones de los seres humanos. Unas que hacen a la salud mental. Todavía estamos transitando un daño muy significativo en la esfera de la salud mental de la sociedad en general y de algunos grupos en particular. Otra, la económica. La social. La vincular. La de los niños y su desarrollo. La de los adultos mayores y su sentido de la vida luego de haber perdido tanto sus vínculos afectivos. Fue una catástrofe social inducida por una pandemia. En ese análisis de la catástrofe social están las otras enfermedades mal atendidas o no atendidas. Hoy los sistemas de salud del mundo y de Argentina están sobrecargados de necesidades y de demandas de cuestiones que no han sido bien atendidas durante tantos períodos. Por un lado, la pandemia biológica está en una segunda etapa, pero ya en un camino de resolución, pero las consecuencias de la catástrofe social de la pandemia están todas plenamente vigentes en la gente.
-El hombre es un ser social que necesita del afecto. ¿Cómo hacemos para reconstruir esos lazos? ¿Tiene que haber una política de salud mental especial? -Las personas necesitamos una malla vincular que nos dé sentido en lo que somos y las cosas que queremos ser. Eso lo sabemos hace tiempo. La soledad es un marcador del empeoramiento de la calidad de vida y de expectativa de vida, sobre todo en la tercera edad, pero en los dos extremos de la vida impacta fuertísimamente la falta de esa malla de vínculos afectivos. Y la pandemia los dañó. A todos nos dañó. Primero porque físicamente no lo podíamos hacer y luego porque la irritabilidad, la angustia, los problemas que hemos tenido también dañaron la capacidad de vincularnos afectivamente. Esta catástrofe social ha ocurrido en una sociedad que no pudo tener su malla de contención frente al daño. La forma de transitar, entre comillas, la sanación y dejar atrás los daños de la pandemia es construir espacios de diálogo social porque cuando vos podés poner esa angustia en palabras es el primer paso para sanarla. Y el proceso de sanación de lo que nos pasó es esencial para reconstituir nuestros vínculos afectivos y volver a entender la calidad y el valor que tiene el otro en tu propia construcción. Esto parece sólo una cuestión de salud, pero en realidad si lo mirás un poco en perspectiva, es la problemática de la sociedad en términos de gobiernos, política y destino de nación. Como el problema es primariamente social y luego individual, tenemos que construir espacios de diálogo social para reconstituirnos en nuestros vínculos y a partir de ahí reconstituir la malla que nos contiene en los momentos difíciles, que nos permita compartir un mal momento, un buen momento y eso es un paso esencial para dejar atrás tanto daño.
-¿Va a haber más pandemias de este estilo en las próximas décadas? -Sin ninguna duda. Lo primero que hay que entender es porqué ocurrió esta pandemia de otros brotes que habían ocurrido ya en este mismo siglo en otras partes del mundo. En el fondo la pandemia es una zoonosis. Las zoonosis son enfermedades de los gérmenes que habitan en animales salvajes y que en algún momento pasan al hombre y tienen la potencialidad de enfermar al ser humano. El ser humano se contagia de los animales. Por ejemplo, el dengue. Lo que está pasando en el mundo es que estamos dañando el hábitat natural de muchos animales salvajes y estamos llevando la vida humana muy cerca de esos hábitats. Cada vez hay más interacción entre los animales salvajes en forma directa o a través de roedores, de murciélagos, de mosquitos, de diferentes vectores. Por lo tanto, cada vez más estamos dispuestos a contagiarnos de zoonosis. Las pandemias vinieron para quedarse y tenemos que entender el concepto que defiende la Organización Mundial de la Salud que se llama “una sola salud”. Es impensable la salud humana en el futuro si no entendemos que tenemos que cuidar la salud animal y la salud vegetal. El medio ambiente no es sólo una cuestión del calentamiento global. Es también defender los otros tipos de vidas porque la vida en la Tierra de todos los seres vivos está íntimamente relacionada y todos dependemos mutuamente.