Juan es uno de la “banda” de santafesinos que se encontró en Qatar para ver el Mundial. Llegaron por distintas vías. Algunos hicieron el viaje más directo, vía Dubai. En el caso de Juan, se la jugó con un viaje de locos. “Salí de Santa Fe a Buenos Aires, hice Nueva York, Londres, Bahrein, Arabia Saudita y Qatar, más de tres días viajando y durmiendo en los aeropuertos”, cuenta uno de los tatengues del grupo. “Fui sacando de a tramos, me salió en total 1.200 dólares, barato pero complicado. De todos modos, me dí el gusto de conocer varios lugares”, señaló en una de las explanadas de ingreso al estadio Lusail, antes del partido.
Los Barrale, padre e hijo, también estuvieron en el estadio, al igual que gran parte de la familia Nepote. Su hermano, Javier, se sumó a Camila y Lautaro, dos de los hijos de Gustavo, el entrenador de arqueros de Hernán Crespo en Al Duhail, uno de los equipos de la primera división en Qatar. Emanuel ya estuvo visitando a su padre y ahora se quedó en Santa Fe.
Un total de 88.012 espectadores se dieron cita en el estadio más grande que tiene esta copa del mundo. De afuera, parece un barco gigante. Por dentro es puro lujo. Cuando terminó el partido, un verdadero batallón de voluntarios empezó a juntar la basura que había quedado en las tribunas, en tanto que se empezó a trabajar en el campo de juego para sacarle las marcas que quedaron y los arcos, que fue lo primero que desmontaron y se llevaron. Todo lujo, armonía y, como ocurre con todas las cosas en Qatar, siempre a gran escala.
El estadio lleva el nombre de Lusail y a unos 200 metros, aproximadamente, está la estación de subte con el mismo nombre. Es la última estación de la línea roja y su acceso es fácil, pero el problema está a la hora del regreso, cuando gran parte de las 88.000 personas pretenden hacerlo al mismo tiempo. Se demoró bastante en descongestionar la zona adyacente, aunque no el estadio en sí, ya que a los pocos minutos de finalizado el partido no quedaba prácticamente nadie.
“Este equipo no está acostumbrado a perder. El primer tiempo fue bueno, pero en el segundo tiempo se entró en la desesperación”, fue el cruce de palabras con Matías Martin, uno de los periodistas que se encuentra en Qatar para la cobertura del Mundial.
Más allá de que la forma del estadio, visto desde afuera, es la de un barco, en realidad el modelo está inspirado en los famosos “fanar”, que son unos faroles muy típicos de esta parte del mundo asiático. El estadio tiene paneles de refrigeración que son puestos en funcionamiento cuando las altas temperaturas tornan insoportable el ambiente, algo que no se tuvo que lamentar en esta ocasión, pues si bien hizo bastante calor en la llegada de los espectadores al estadio (el partido empezó a las 13 de Qatar), la marca térmica no era tan agobiante. Se dice que el estadio será disminuido en cuanto a su capacidad, que llega casi a las 90.000 personas.
Como ocurrió en otros partidos, cuando finalizó el primer tiempo hubo sectores en los que el público literalmente desapareció de las tribunas. Muchos de esos sectores son los VIP, que cuentan con un servicio extraordinario de catering.
La jugada que más confusión generó, por la acción del VAR, fue la del gol anulado a Messi. De acuerdo a la tecnología, Messi tiene más adelantada la parte superior del torso (el hombro, fundamentalmente porque las manos no se toman en cuenta). En la segunda de Lautaro no quedó ninguna duda y fue el mismo asistente el que levantó la bandera, seguro de lo que debía cobrar.
El próximo viernes, en el espacio de la Conmebol en la zona del mercado en Doha, se llevará a cabo un homenaje a Diego Maradona. De acuerdo a lo que nos contaba Nery Pumpido, habrá catorce campeones mundiales que estarán presentes. Ese espacio Conmebol tiene, precisamente, un lugar reservado a Diego Maradona y a Pelé, dos futbolistas que hicieron historia en el fútbol sudamericano.