Chalo Ponzio es músico, teatrero y a lo largo de su vida artística se dedicó a diversas experiencias artísticas. Cantante, guitarrista, realizador de música para espectáculos, sonidista, director de teatro, docente de guitarra eléctrica y de actuación. Cabe mencionar que el material es completamente acústico y, sobre bases rítmicas propias de nuestro país, da lugar a variadas fusiones de géneros, un poco en sintonía con esta situación de puerto y de “límite terrestre» que tiene Rosario. De puerto por el hecho de ser un lugar de recepción de elementos culturales foráneos (rock, jazz, samba, etc). De límite terrestre porque somos la frontera norte del tango, la sur de la música del noreste y la oeste del folklore santiagueño. En dialogo con
Mirador Provincial el artista recorre parte de su trayectoria artística y personal.
Los músicos Chino Tobaldo (guitarra)
Sharon Chaupin (cello)
David Leguiza (flauta traversa)
Pela Ledesma (guitarra eléctrica)
Chalo Ponzio (voz, percu, arreglos)
Historia de amor
-¿Cuándo comenzó el interés en la música? -Desde un punto de vista transgeneracional todo comenzó cuando mi abuela Ponzio, en vez de elegir un gringo con plata como marido, se enamoró del profesor de música del pueblo. Eso tiñó varias generaciones, hasta mis hijos inclusive. En lo que respecta a mis vivencias, de niño admiraba mucho a mi hermano mayor y uno de los requisitos para parecerme a él era cantar y tocar la guitarra. Por eso a los 8 años empecé en el conservatorio Cavallito de Cañada de Gómez, ciudad donde viví hasta los 18.
-¿Cómo transcurriste la niñez? -Nací en Villa Eloísa y a los once meses fui a vivir a Cañada de Gómez junto con mi familia. Soy tercera generación en el país de descendiente de italianos, hijo de un carnicero ilustre en la ciudad y de su esposa/cajera. Me criaron con amor y carne picada, amasando gnocchi entre varios y un bife de hígado semanal. Mi primaria era una escuela de varones a una cuadra de casa. El barrio me esperaba por las tardes y un poco más allá, como desbarrancando de la zona urbana, los maizales y piletas. Las reuniones familiares solían ser numerosas y ahí lo común era cantar y guitarrear.
-¿Cuál es la brecha que existe entre la realización del disco, como proyecto musical y su versión teatral? -El teatro es un lenguaje que ocurre cuando se encuentran actor y espectador y la música comparte ese formato cuando hablamos de un concierto, por ejemplo. En este caso específico los recursos escénicos están puestos para jerarquizar la producción sonora. En un disco en cambio estamos hablando de una música sin músico presente, sólo hay un receptor que decide apretar un botón en su casa. En lo personal rescato de la grabación la posibilidad de poner en manos del oyente la versión más acabada posible del material sonoro y del vivo esa cosa tan linda que surge de encontrarnos y compartirnos aunque no suene de lo mejor. Ambas opciones me parecen necesarias y me resultan complementarias. También agregaría una tercera opción para hacer música que tiene que ver con lo matemático y notarial: ese momento del músico donde compone, arregla, define y anota. En lo personal me quedo con todo: opto por arreglar y componer para grabar discos y tocar en vivo como una manera de compartirme y de sanar.
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Componiendo
-¿Qué sensaciones internas transitas a la hora de componer tus temas? -La inspiración verdaderamente existe y mi elección es disfrutar de ella como un niño que juega. Si yo en el medio de eso me dedicara a clasificar las sensaciones que me provoca, creo que estaría interrumpiéndola con raciocinio. Prefiero asegurarme que la rana siga cantando en el jardín y no que termine despanzada por un biólogo para que me explique cómo funciona su aparato fonador.
-¿Cuál es la historia detrás de Zambas Posibles? ¿Cómo fue la preproducción del mismo? -Cuando arrancó la cuarentena, en un principio me sentí encerrado pero después dimensioné que era la oportunidad que no me había dado voluntariamente: tenía a mi disposición una compu, guitarra y tiempo, con lo que me dediqué de lleno a componer y arreglar, generando un montón de bosquejos musicales.
Luego vinieron esas caminatas con un bolso bajo el brazo que se hacían con la excusa de ir al supermercado y fue ahí donde me encontré con mi amigo Wally Cescato, ingeniero en sonido, que me invitó a grabar en su estudio particular. Ni bien se autorizó la actividad contacté con diversos sesionistas e hicimos una tanda de 6 temas ese año, hasta ahí sin más pretenciones personales que eso. Ya empezado el 2021 quise agregar cuatro temas más y formatear eso como mi disco solista “Zambas Posibles”, lo que culminó en diciembre del año pasado. Para llamarlo así, tomo la palabra “zamba” con el sentido que le daba el primer africano que la trajo, una referencia a la música y el baile que le gustaba hacer en esos ritmos que después fueron haciendo géneros y escuela (zamba, chacarera, malambo...). Lo de “posible” se debe a que, al revisitar esos géneros que me marcan desde la niñez, traigo también el bagaje de mi historia como músico, abriendo nuevas posibilidades.
Al 2022 lo había asumido como un momento para conformarme con subir el material a las redes, ya que los permisos para recitales iban a fluctuar como hasta entonces. Transcurrido mitad de año me di cuenta que la presencialidad era un hecho y fue ahí que me contacté con los músicos con quienes vamos a culminar este año tocando en vivo, celebrando eso que nos hace tan humanos: encontrarnos, compartirnos.
-¿Qué rol cumple el estado de ánimo en la creación artística? -Te direcciona la búsqueda, ya que uno presta atención a lo que le resuena. En ese sentido opera para separar el material que vas a usar del que no.
-¿Los cantautores son eternos seres románticos? -En la medida en que haya alguien que les lleve la contabilidad.
-¿Qué tiempos vive el artista?
-El del reloj biológico, el psicológico, el que está en la lógica de nuestras obras, y, específicamente en el caso del músico, el que organiza con sonidos. Por lo demás, opino que colectivamente estamos en un momento de cambios irreversibles en dirección a otras posibilidades de civilización que unen lo biológico y lo tecnológico, pero esto no es específico del mundo del arte.
-¿Qué proyectos en mente hay en este 2023? -Tocar, cantar, disfrutar.