Hace una semana, la Felicidad estalló en Argentina y en cada punto del Mundo donde nuestra Patria se hizo presente por un partido de fútbol.
La rara química en la que, la pasión por el más popular de los deportes, se mezcló con la necesidad de “festejar por algo”.
Amo el fútbol. Y soy de los que lloró, imploró, se arrodilló frente a la tele, disfrutó, sufrió, cantó, analizó y tantas otras cosas que, una Selección, nos hizo vivir.
Las cábalas. Por ejemplo, ante México viendo que el equipo no levantaba cabeza, decidí retirarme intempestivamente en el entretiempo del domicilio del Pato Salerno, donde veíamos el match, para encerrarme en el cuarto de mi vivienda, a solas. Y dio resultado. Y allí estuvimos. Mate, rezo y Selección.
Y hubo un camino que recorrimos. Cada uno a su manera, sin dejar de lado las obligaciones y responsabilidades. Sin embargo, levantarse por la mañana era atraer el primer pensamiento de “muchachoosss, ahora nos volvimos a ilusionar”.
No fue magia, estimados/as. Lecturas de partidos, circunstancias tácticas, aprendizajes post Arabia, jerarquización de niveles individuales y Messi. Detrás un país, una lágrima, un aliento, un empuje inusitado e insuperable seguramente.
Así ganamos la tercera. Los críticos al fútbol dirán que en Argentina estamos locos. Inflación a caballo, situaciones sociales difíciles de superar, inseguridad, la palabra corrupción instalada y demás. Pero el fútbol entró por la puerta, la ventana, la grieta y se quedó. No disimula nada un título. Pero nos dio felicidad. Y confianza. Después estará la realidad que a cada uno le toca. Y cada uno, con limitaciones y virtudes, tendrá que jugar su partido.
Fuimos felices casi todo el Mundial. En el mientras tanto escribí algunas frases que quedarán, al menos para mí, grabadas en mi corazón:
“Tal cual las cosas disfruten del momento. Del día domingo. Abracen a la vieja, díganle te amo a sus hijos o pareja, abran las ventanas, respiren y rían. Sean felices con la herramienta que puedan. Y miren la Selección. Porque un día podrán jugar bien, otros más o menos. Pero siempre te muestran el camino de los sueños. Y lleven ese camino al propio. Aunque no sea de fútbol. Aprendiendo de los errores y cambiando a tiempo como la Selección ayer ante México” (27 de noviembre, post México).
“Hoy, siendo egoísta tal vez, quiero que ellos me hagan felices. Que se niegue el abismo y el cielo se abrace con mis puños altos. Que me quiebren la voz. Que el gol se haga trizas contra el ventanal.
Estoy preparado para verlo ganar. Y también puedo bancarme la derrota. Sencillamente porque te amo Argentina. Ellos nos dieron ilusión. Y 90 minutos no me van a hacer cambiar de parecer.
¿Del partido? ¿Ellos? Todos atrás y Robert de 9. ¿Nosotros? Seamos dinámica y Messi. Seamos potrero. Corramos veloces. Atentos atrás e impecables arriba. Seamos eso que nos distingue: plurales en equipo y singulares en Messi.
Pido un triunfo grande. De lo contrario, caminemos con grandeza” (30 de noviembre, previa de Polonia).
“En este país de sensaciones fuertes y de todo tipo, un equipo de fútbol emerge hacia el firmamento. En Qatar 2022 los de Scaloni contagian ilusión argumentado esto con buen juego como contra Polonia. Después de un falso comienzo, el alma se hizo juego y el juego nos llevó a Octavos.
Y es allí donde una canción saca los más íntimos sentimientos: “En Argentina nací. Tierra de Diego y Lionel, de los pibes de Malvinas, que jamás olvidaré”. Malvinas. Nunca nos fuimos” (2 de Noviembre, el recuerdo a nuestros Héroes de Malvinas).
“El fútbol y su poder. La vida se me llena de adrenalina con la Selección. No me enfrasco en 90 o 120 minutos, o penales.
Veo lo que estos muchachos consiguieron. Desde el anónimo Acuña (no habla, juega), a las corridas de Álvarez, al juego de Enzo, al sacrificio de Rodrigo, al ida y vuelta de Molina, al corazón de Otamendi, al gran Dibu y a él. Al que no hace falta nombrarlo. Como aquel 10 que nunca se fue de nuestras almas.
Mis sueños son de fútbol. Pero sueño despierto. Por la Selección y por mi vida de potrero y pelota de trapo siempre. Entonces, siempre voy a estar del lado de los sentimientos” (10 de diciembre).
“Nos ama la Selección. Desde siempre. Con o sin resultados. El resultado final, es el final de un proceso. Pero está el recorrido. Y todos aprendimos a vivirlo, sentirlo.
Nos amala la Selección. Nos perdona cuando no creemos en ella. Nos indulta cuando la bronca se apodera de los pocos incrédulos. El impulso anímico que nos dio a todos es muy fuerte.
Por eso, pase lo que pase, con ustedes. Porque yo elegí vivir la vida color Scaloneta”(14 de diciembre).
“En este mes miré miles de veces los videos que hablan de Diego, Leo y los pibes de Malvinas. En este mes me abracé a la almohada buscando conciliar el sueño, pero allá lejos en la noche estrellada me encontraba con los muchachos que me hicieron ilusionar. Y pasé del sueño a la realidad.
Honestamente, los voy a extrañar. Por suerte estarán los videos que, a cualquier hora, en cualquier momento y en cualquier lugar, me hará volver por esos pasos bien vividos” (18 de diciembre).
Gracias eternas.