Artes plásticas
Muestra plástica de Hernán Camoletto y Luis Rodríguez en Galería Crudo
Imagen regresiva es el titulo de la exposición que auna a los artistas en esta "muestra individual de a dos". Expuesto hasta el 15 de enero en la planta baja de la Galería de Arte Crudo (Italia 1044, Rosario). Mirador Provincial dialogó con el artista Hernán Camoletto (San Jorge, 1976) sobre la muestra.
Imagen regresiva es una muestra individual de a dos, el corte temporal y espacial de un proceso dinámico de trabajo conjunto que se inició tiempo atrás y que continuará más allá de esta instancia expositiva. Una oportunidad, como ellos mismos señalan, de concebir la muestra como una imagen, como una suerte de fotografía que congela sus procesos y exhibe las obras como piezas finales, pero solo al día de hoy, quién señala esto, es la curadora Florencia Batitti.
Hernán Camoletto (San Jorge, 1976) en sus trabajos recientes, aborda el cruce entre imagen y palabra/discurso. Si bien comenta que lo que más lo atrapa a la hora de crear obra son los materiales. “Hace mucho que mis obras no pueden abordarse sin leer sus materiales. Las series de Sistema Copiador son un ejemplo muy claro de esto. Todo lo que se pone en juego en esos dibujos tiene que ver, en gran medida, con las propiedades del papel vegetal foliado del libro Copiador que es tanto su cantera material como su clave conceptual”. El dibujo, la pintura o la instalación son territorios de exploración de ciertos temas recurrentes: la comunicabilidad, la memoria, los afectos, la pérdida. Sus trabajos parten de la observación y el vínculo con diversas materialidades y soportes cuyas singularidades determinan tanto el proceso como la obra.
Hernán Camoletto, artista autodidacta Su formación académica es en letras. Si bien transitó talleres desde muy chico, su formación es, en gran medida, autodidacta. Asi se presenta Camoletto. Su primera muestra individual fue en “Territorio”, en el año 2006 en una vitrina del Pasaje Pan de Rosario. Por entonces, colaboraba en Cultura Pasajera, un proyecto gestionado por Flor Balestra y Román Rivoire del que participaban muches (Mauro Guzmán, Carlos Herrera -luego se sumaría Gabriela Gabelich). Él ayudaba en los montajes. “Fue el modo que encontré para correrme un poco de la escritura y la docencia para empezar a hacer algo en relación a la producción artística con gente que admiraba (admiro) un montón y en un espacio que en ese momento concentraba muchísimo de lo que estaba pasando en Rosario post 2001”.
También recuerda proyectos curados por Mauro y Carlos en la Marasca Trip Gallery (ese era el nombre de ese espacio del proyecto pero también un espacio de producción muy disruptivo y que se adelantó a su tiempo ya que ahí apareció por primera vez la posibilidad de que todo espacio donde se hace arte se vuelve un espacio de arte. Otra vez la potencia política de las acciones comandando.
Imagen regresiva Hernán comenta que cree que toda imagen -visual, sonora, afectiva, etc- es regresiva, aunque no en el sentido de la regresión como vuelta a un estadío previo, sino en su dinámica de rebote, de regreso. “Hacemos algo, eso que hacemos se sale de nosotres y vuelve con otras cargas, otros sentidos que disparan otras imágenes / situaciones / posibilidades. Junto a Florencia Battiti y Luis Rodríguez buscábamos un título que hiciera centro en el proceso de obra sin excluir las piezas que conforman la muestra. Hablamos mucho al respecto”.
Agrega que el título se le ocurrió en relación a esas ideas que ellos estában poniendo en juego. “Las piezas de la muestra como imágenes que volverán y darán posibilidades a nuevas ideas, a otras imágenes pero también la circulación de la palabra entre artistas y curadora, entre nosotres tres y Yuyo y Fepi que fueron parte determinante de esta apuesta. La exhibición como lo que hicimos a partir de ciertos retornos de lo ya hecho por cada une y, a la vez, como una totalidad que volverá -esperemos- con la posibilidad de otras cosas para todes. Me parece muy hermoso pensar una instancia de exhibición como un hecho medio sinfónico. La obra no sería lo que hoy se nos presenta sin un recorrido, sin un espacio pensado para alojarla; sin otras instancias que han vuelto para que todo lo que allí pasa en todos los roles, suceda. Hay una política del hacer y del tiempo allí, creo. No todo es hacia adelante, la cosa no radica en proyectarse sin red. Lanzarse, proyectarse, hacer algo nuevo nos descoloca. Y creo que algo del anclaje necesario para sostener y avanzar en ese descoloque permanente radica en hacer foco -también- en lo que de lo ya pasado se juega ahí”.
En el texto de sala se puede leer “Las obras de Luis Rodríguez (1983, Rosario) y de Hernán Camoletto (San Jorge, 1976) parecen no guardar demasiada afinidad, ni estética ni conceptual. Sin embargo, al ajustar el foco de atención y, sobre todo, al leerlas en el marco de un mismo proyecto expositivo, vemos que sus obras trazan puntos de encuentro en algunos gestos y en algunos procesos, no necesariamente en términos de semejanza o analogía, sino desde una suerte de contrapunto en el que ambas poéticas tienden a contaminarse, dibujando ciertos cruces entre ellas y potenciándose la una con la otra”. La curadora de la muestra escribe: Mientras las obras de Luis apelan a materiales reflectantes que generan efectos óptico- cinéticos y se completan necesariamente en la percepción visual de quien las aborda; las piezas de Hernán, al articular texto e imagen, interpelan el centro mismo de nuestra subjetividad, disparando un cúmulo de resonancias y asociaciones. Un accionar expansivo y vibrátil en uno, un gesto concentrado y reflexivo en el otro, una equilibrada economía formal y tonal en ambos, que lleva los materiales a su máxima capacidad de expresión y significación.
Entre lo abstracto y lo figurativo Camoletto señala que no cree que haya tensiones entre esos elementos. “Si bien es cierto que hay producciones aparentemente más figurativas y otras que tienden a cierta abstracción, creo que el juego se da entre diferentes modos de volver materiales las ideas -que son siempre abstracciones-”. "Si bien mis floreros se parecen más a un florero que los teselados de Luis a un deseo, las imágenes de esos floreros están construídos desde un lenguaje -otra abstracción- que opaca sus procesos de construcción; en tanto, la geometría de la obra de Luis da cuenta de ritmos, tiempos, contrastes, es decir, abstracciones no menores a las anteriores sólo que puestas en juego en una clave que opaca no ya sus procesos, sino sus referentes. Me gusta pensar que la abstracción es una figura y lo que encierra una figura es, en gran medida, una abstracción.
-¿Que se pone en juego entre tu obra y la de Luis Rodríguez? -Diferentes modos de relacionarnos con los tiempos y la materialidad en nuestros procesos de producción. La muestra es la puesta en práctica de una serie de conversaciones que mantuvimos durante meses, desde fines de 2020 hasta la actualidad. Estos intercambios cubrieron un arco amplio de nuestro trabajo: desde la obra en sí, el objeto obra hasta la circulación comercial en un momento en que todas las certezas estaban en crisis pasando por los diversos modos de ser percibido que tiene un mismo trabajo según cuestiones que tienen que ver con el rol curatorial. Cuando desde la galería me propusieron una muestra individual, llevar a territorio estas hipótesis me pareció lo más apropiado, lo más justo, ya que gran parte de la obra que estaba haciendo tiene que ver con esas regresiones, con los retornos que contienen de ese intercambio.
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Italia 1044, Rosario