Turismo
Verano porteño: una escapada desde Rosario a Buenos Aires
Una gran ciudad que da la impresión de estar semivacía durante enero invita a recorrer con menos prisa y sin excesiva afluencia de público sus edificios históricos y los paseos gastronómicos y comerciales, a la vez que apreciar distintos estilos arquitectónicos.
Buenos Aires es una ciudad en donde se ponen de manifiesto diversos estilos arquitectónicos, ya que además de edificios antiguos y de carácter histórico existen numerosos ejemplos de arquitectura moderna y contemporánea, y ambas tendencias coexisten. El estilo colonial, por ejemplo, está presente en el Cabildo, ubicado frente a Plaza de Mayo, sede del muy visitado museo histórico. En Recoleta, la basílica Nuestra Señora del Pilar data del siglo XVIII y es obra de Andrés Blanqui (Blanqui fue un arquitecto de la orden jesuita considerado uno de los más importantes exponentes de la arquitectura colonial en nuestro país). La fachada de esta iglesia presenta una torre coronada por una aguja y un campanario con azulejos.
En los barrios Monserrat y Retiro El encanto de una gran ciudad semivacía -que muchos de sus habitantes rescatan durante los meses de verano- invita a recorrer sin excesiva afluencia de público sus museos y edificios históricos, y también los paseos gastronómicos y comerciales, a la vez que apreciar distintos estilos arquitectónicos. En el barrio de Monserrat, La Manzana de las Luces -construida por los jesuitas durante la época de la Colonia- se encuentra a 100 metros al sudoeste de Plaza de Mayo y está conformada por el Colegio Nacional Buenos Aires, la iglesia de San Ignacio y el antiguo edificio de la Universidad de Buenos Aires. La iglesia de San Ignacio es la más antigua de la ciudad, fue inaugurada en 1722 y su fachada tiene influencia barroca. Esta manzana histórica se encuentra rodeada por las calles Bolívar, Moreno, Alsina, Avenida Julio A. Roca y Perú.
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Cuatro Barrios porteños se encuentran entre los más atractivos de Latinoamérica En el barrio de Retiro se encuentra una de las dos sedes (la otra está en Congreso) del Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, ubicada en Suipacha 1422 y emplazada en el Palacio Noel. Este museo posee una de las colecciones de arte hispanoamericano más importantes del mundo que abarca desde el período colonial hasta la Independencia. El Palacio Noel fue construido en la década de 1920 por el arquitecto Martín Noel como su casa familiar. De estilo neocolonial, está rodeado por jardines de inspiración española. También en Retiro, el Mercado de los Carruajes (Av. Alem 852) se ubica donde históricamente funcionara el predio de las cocheras presidenciales del siglo XIX y principios del XX. Sus más de 4.200 metros cuadrados forman parte del Patrimonio Histórico de la ciudad. Actualmente, funciona como paseo gastronómico gourmet y está abierto de domingos a miércoles de 8.30 a 22 y de jueves a sábados, de 8.30 a 24.
Entre otros espacios para visitar en distintas zonas de Buenos Aires que responden a otros estilos puede mencionarse la Facultad de Ingeniería (sede Av. Las Heras 2214), de estilo neogótico, cuya construcción comenzó en 1912. La arquitectura de estilo ecléctico está muy presente en la ciudad; esta tendencia se caracteriza por la recuperación de modelos estilísticos del pasado. Otros recorridos permiten conocer la Casa Rosada, el Congreso de la Nación, el Teatro Colón, la Basílica del Santísimo Sacramento, el Palacio San Martín y obras de estilo art nouveau como el Palacio Barolo y la confitería del Molino (reabierta el año pasado), entre otros edificios dignos de ser visitados. Más info sobre paseos urbanos en
https://turismo.buenosaires.gob.ar/es
Ícono de la arquitectura moderna El Edificio Kavanagh, obra emblemática de la arquitectura moderna en Buenos Aires, es uno de los edificios icónicos de la ciudad, considerado síntesis de los estilos racionalista y art déco, y durante décadas se destacó por su estética innovadora. Desde 1999 integra el Patrimonio Mundial de la Arquitectura de la Modernidad por disposición de la UNESCO y desde ese mismo año se encuentra declarado como Monumento Histórico Nacional. La torre de departamentos –que con sus 120 metros fue en su momento el edificio de hormigón armado más alto de Sudamérica- se ubica en Florida 1065, frente a la plaza San Martín, en Retiro.
Se inauguró en 1936 y fue el primer edificio para viviendas de Buenos Aires que contó con detalles de lujo. Son en total 105 departamentos y, gracias a su construcción escalonada, pudieron instalarse en ellos terrazas jardín. Posee una forma similar a la proa de un barco y por la orientación del edificio da lugar a la visión de que apunta hacia el Río de la Plata.
Las obras para levantar el Kavanagh se iniciaron en 1934 y fueron sus autores el arquitecto Ernesto Lagos, el ingeniero Gregorio Luis Sánchez y el agrimensor Luis María de La Torre bajo la supervisión del ingeniero contratista Rodolfo Cervini, sobre una idea promovida por Corina Kavanagh, que lo financió y cuyo apellido dio nombre al edificio (también lleva su nombre el estrecho pasaje que divide al Kavanagh del vecino hotel Plaza, que se ubica a pocos metros). “Esta es una obra paradigmática de la arquitectura moderna argentina, producida en el contexto de una sociedad en transformación. Se combinan en el Kavanagh innovación y vanguardia con lujo y comodidad, y esto representaba las ideas que se debatían en ese momento de la modernidad”, según señalan los historiadores de la arquitectura porteña.
La leyenda del Kavanagh Según se cuenta, el edificio Kavanagh habría sido construido para vengar un amor prohibido. Esta leyenda sostiene que existió una relación entre Corina Kavanagh y Aaron, uno de los hijos de la familia Anchorena. Los Anchorena y en especial la madre, Mercedes Castellanos, habrían forzado la ruptura por no tratarse Corina de una candidata perteneciente a una familia patricia, aunque sí miembro de una familia adinerada. Por despecho, Corina, que sabía que Mercedes estaba por comprar un solar frente a la Basílica del Santísimo Sacramento, aprovechó que ella partiese a Europa y mejoró la oferta. Allí mandó a construir el enorme edificio para tapar la vista que tenían los Anchorena desde su casa (el actual Palacio San Martín, sede de la Cancillería) de la basílica, que había sido edificada para convertirse en el futuro sepulcro de la familia. Hay quienes desestiman esta historia ya que no hay un correlato cronológico de los hechos, pero sí es cierto que el único lugar desde donde es posible ver de frente la fachada de la iglesia es por la entrada desde el pasaje Corina Kavanagh.
Otra versión que echa por tierra la leyenda es que la propietaria en realidad mandó a construir la torre, financiada por la venta de campos pertenecientes a su familia, para asegurarse una renta de por vida. Debe tenerse en cuenta que en ese momento histórico no existía una ley que regulara la propiedad horizontal por lo que solo se podían alquilar los departamentos. Esta difundida historia urbana que reúne amor y venganza no ha sido comprobada, pero contribuye aún hoy a acrecentar el mito del Kavanagh.