Literatura rosarina

Leonardo Berneri: con las ruedas sobre la tierra

“Moto: cuaderno de un año sobre ruedas” reúne en forma de ficciones las experiencias diarias de Leonardo Berneri en sus viajes de San Lorenzo a Rosario, en un mundo tan lejano como actual. La editorial rosarina Casagrande es la encargada de la recopilación.


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El año 2019 se presentaba en lo personal de forma caótica para Leonardo Berneri. La búsqueda laboral y la proyección de un futuro incierto eran razones más que suficientes para ocupar su foco de atención. Su moto, un lápiz, un cuaderno, la sensibilidad de la mirada proyectiva sobre los paisajes diarios que unen dos ciudades y sus resonancias interiores funcionaron como válvula de escape, encontrando en la literatura un punto de anclaje y rescate. “Si Gandolfo podía narrar sus viajes en colectivo, ¿por qué no narrar mis viajes en moto entre San Lorenzo y Rosario?” se preguntó el autor en pleno estímulo creativo estableciendo la piedra fundacional de Moto. Un ejercicio que enhebra otro ejercicio, un viaje de ida y una escritura de vuelta.

“Moto: cuaderno de un año sobre ruedas” no solo es el resultado de un proceso en plena crisis vital del ganador del 1er Concurso de Narrativa de Fundación La Balandra (2020) con su cuento “En vela”, sino también la puesta en marcha de la vida del autor en un contexto que parece tan lejano como incierto desde la retrospectiva de la mirada actual, con una narrativa rápida y práctica pero con los ruedas sobre la tierra, atendiendo el contexto desde una escucha atenta y sensible.


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Mirador Provincial mantuvo un diálogo profundo con el escritor, donde no solo presenta su última obra, sino que nos adelanta sus próximos trabajos y la siempre presencia de Manuel Puig y Elvio E. Gandolfo, autores que lo inspiran y apasionan.

Moto y la búsqueda formal de un contexto
-Si bien no forma parte del libro Moto, el cuento “En vela” te permitió ganar el Primer concurso de Narrativa de Fundación La Balandra allá por el año 2020, un concurso que sumó prestigio rápidamente. ¿Cómo presentás aquel cuento al lector que se acerca a tu obra por medio de Moto?

-Quisiera creer que tanto en Moto como en En vela, o en cualquiera de mis otros cuentos, lo que hay en común, más allá de la anécdota que puedan narrar o del lugar en el que ocurren esas historias –el Cordón Industrial, Rosario, el río–, es una escritura, una búsqueda formal... Todo escritor quiere que alguien lea algo suyo y diga “¡ah, es de él!”. Ese algo podría llamarse estilo, si la palabra estilo no trajera consigo cierta connotación que la puede acercar a la idea de ornamentación o decoración, que supondría que hay una materia subyacente y primera a la cual se le añadiría algo, un acabado, que sería el estilo. No creo que sea así porque no hay sentido independientemente de la forma. Para responder: “En vela” es un cuento que narra la conversación entre dos hermanas que están velando a su padre y que buscan, en el intercambio casual de las palabras durante la noche, una posibilidad de redención para ese tipo, en cierta medida un desconocido, que tienen frente a ellas.

-En el libro presentás a Moto como una obra que vino prácticamente a hacer funcionar un año que se proyectaba de forma caótica, atravesado por la necesidad de cambiar de trabajo y por meses de inhibición creativa. ¿Qué efectos subjetivos provocó en vos el proceso creativo del libro?
-Un poco el título del libro juega con esa idea: la de que la escritura puede darle movimiento (motus) a la vida, ser su motor, su motivo… Que, como diría Alberto Giordano, eso que comienza como un registro de lo que sucede en la vida (el cuaderno donde se hacen anotaciones en un registro autobiográfico) pronto se invierte y comienza a regir la vida y comienza a vivirse como excusa para ir a escribir. De lo que estoy seguro es de que ciertas vivencias, ciertas experiencias, se viven (o se reviven) más intensamente una vez que intentan ser llevadas al momento de la escritura: se descubren, por ejemplo, cierta magnanimidad del paisaje del río, o una serenidad en la experiencia del andar, que solo aparecen en el acto de escribir sobre ellas, lo cual hace sospechar que sean simplemente sus efectos.


Foto: Gentileza.



-¿Por qué lo definís de alguna manera como un libro de otra era?

-Las cosas que narra el libro sucedieron en su mayoría en 2019, de verano a verano, y acaban justo antes de la llegada de la pandemia a la Argentina. No hay absolutamente ningún rastro de la pandemia en el libro porque no era todavía un elemento de la realidad cuando fue escrita su versión primera. Si hubiera sido escrito después, imagino que habría sido distinto. Decir que eso hace que sea un libro de otra era, de todas formas, es de un optimismo ingenuo: la pandemia no vino a abrir, finalmente, ningún otro tiempo ni cambió nada de nuestras vidas a nivel estructural, solo agudizó ciertos malestares y desenmascaró ciertas miserias. Así que va otra respuesta: es un libro de otra era a un nivel personal, ya que puede ser leído como un coming-of-age, una novela de pasaje a la vida adulta, de una era hacia otra, un diario del duelo por la adolescencia y la infancia perdidas. (De ahí la cita a Lady Bird que aparece al inicio, como epígrafe).

Manuel Puig y Elvio E. Gandolfo
-Tus procesos de investigación y formación académica te llevaron a investigar la matriz creativa de Manuel Puig y Elvio E. Gandolfo. ¿Qué te despertó interés en sus obras?

-Para poder dedicarle tantas horas como las que suponen la escritura de una tesis a algún autor es imprescindible que te haya fascinado y lo siga haciendo. Si algo sucedió con Puig y Gandolfo, antes que nada, fue eso: la fascinación con la lectura de sus textos. Si tengo que señalar algo que tengan en común y que aparece de algún modo en mi trabajo es cierta reivindicación no irónica, que hacen ambos y cada uno a su modo, de géneros llamados “menores”. En otras palabras, cierto uso o apropiación no camp de literaturas que no gozan o no gozaron tradicionalmente de prestigio. ¿Eso basta para explicar la fascinación? Para nada: decenas de autores lo hacen y no provocan en mí lo que Puig o Gandolfo. Supongo que la experiencia de la lectura sigue siendo un gran misterio.

-En el estudio profundo de sus vidas y obras, ¿encontraste alguna anécdota de estos autores dignas de la evocación popular?

-Hay dos escenas de iniciación que resultan significativas y que abren, cada una, una perspectiva desde la cual leer, respectivamente y en cada caso, a Puig y a Gandolfo. En Puig, en La traición de Rita Hayworth, es la escena del niño solo, mientras los padres duermen la siesta, que rememora las películas que vio en el cine junto a su madre y va creando en su mente un discurso en el que las reinventa y en el que su propia vida, sus propias preocupaciones, miedos, deseos, etc., se mezclan y lo vuelven un personaje más de esa trama loca que va construyendo. La escena de Gandolfo aparece en “Filial”, un cuento con carácter autobiográfico, en el que Gandolfo hace un retrato de su padre (el poeta Francisco Gandolfo) y vuelve hacia los días compartidos con él. Allí aparecen los tiempos en los que Elvio trabajaba en la imprenta familiar, en la máquina Minerva: mientras coloca los tipos o pasa las hojas que se van a imprimir con una mano, con la otra sostiene el libro que está leyendo, o conversa con su padre o sus amigos acerca de lecturas o acerca de la revista que hacen juntos, el lagrimal trifurca. Trabajo y literatura aparecen allí ligados de manera potente y enigmática.

Influencias y lo que se viene
-¿Cuáles son tus influencias literarias?

-La primera influencia que se me ocurre es Saer, que nos enseñó, entre otras cosas, la importancia del cuidado en la construcción de la frase. Para la escritura de Moto, sin embargo, hay dos influencias fuertes y obvias que estuvieron presentes desde el germen mismo del libro y sin las cuales ni siquiera se me podría haber ocurrido escribirlo. La primera son los diarios de Alberto Giordano (El tiempo de la convalecencia, El tiempo de la improvisación y Tiempo de más, los tres de la editorial rosarina Iván Rosado). La lectura de esos diarios, que se iban publicando en Facebook antes de salir en libro, fue la que me dio la idea de que podía hacer algo parecido. El modo de titular cada fragmento del libro y hasta alguna frase del libro son literalmente robos a Giordano. La segunda influencia es Ómnibus, de Elvio E. Gandolfo. Es un librito excelente que abre una etapa de corte autobiográfico en su literatura y en el que se propone narrar los viajes en ómnibus que hace, en cierto momento, entre Buenos Aires y Rosario, siguiendo el precepto enunciado por Georges Perec de narrar lo infraordinario. Si Gandolfo podía narrar sus viajes en colectivo, ¿por qué no narrar mis viajes en moto entre San Lorenzo y Rosario? Finalmente, Benjamin aparece con cierta insistencia en Moto, pero fue algo que apareció una vez ya iniciado el proyecto y de casualidad: la lectura de Infancia en Berlín hacia 1900 llegó en el momento justo y me partió al medio.

-¿Qué estás leyendo en la actualidad?

-Ahora estoy leyendo Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, y Altísima pobreza: reglas monásticas y formas de vida, de Giorgio Agamben.

-¿Estás trabajando en algún proyecto literario?

-Tengo listo un libro de cuentos titulado Los gastos de la carne, que está a la espera de una editorial que lo quiera sacar a la luz. Son once cuentos, muchos de los cuales ya han aparecido en antologías en papel o en publicaciones digitales. Vengo de no escribir demasiado este último tiempo: la vida, como quien dice, me pasó por encima. Pero siempre en algún cuento –que es lo mío: la escritura autobiográfica fue solo un affair– estoy trabajando. Que haya salido antes Moto que Los gastos de la carne se debe solamente a la inescrutabilidad del mercado editorial.

Inicio del cuento “Las chicas sabor”, de Los gastos de la carne (inédito):


La Vero tiene la cara bañada en sangre. Está tirada sobre las baldosas de la San Martín, despatarrada, inmóvil. Parece un gigante abatido. Se puede sentir el temblor de la caída en las miradas de las que ahora la rodeamos. No hubo chance. Todas recibimos. Estamos solas en la plaza ahora. El viento empuja el agua de la fuente y nos salpica. No lo notamos. Milanesa putea a los gritos hasta que Sil la abraza y logra calmarla. Las demás no tenemos fuerza ni para eso. Estamos en silencio alrededor de la Vero. No sé qué siento al mirarla, pero sé que pienso que algo se terminó para siempre. Otra cosa no puede significar ese rostro teñido en rojo que ya toce y balbucea.

Bio


Leonardo Berneri (1991, San Lorenzo) es profesor de Lengua y literatura y bibliotecario. Escribió su tesis de maestría acerca de la ficcionalización de la lectura en las novelas de Manuel Puig y actualmente escribe su tesis doctoral sobre la obra de Elvio E. Gandolfo. Tiene cuentos y poesías publicados en distintas antologías en papel y sitios web, además de reseñas y artículos en revistas académicas nacionales e internacionales. Fue ganador de diversos concursos literarios, entre ellos el 1 .er Concurso de Narrativa de Fundación La Balandra (2020) con su cuento “En vela” y el 2.do Certamen Nacional de Relato Alfonsina te lee de la Biblioteca Popular Alfonsina Storni con su cuento “Una sombra sobre el agua”. Su libro de cuentos Los gastos de la carne fue finalista en el Concurso Municipal de Narrativa Manuel Musto 2021, de la Editorial Municipal de Rosario. Acaba de publicar Moto: cuaderno de un año sobre ruedas con la editorial rosarina Casagrande.



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