El nuevo año comenzó con el crimen de un joven que había ido a pasear en la costanera, pero los hechos violentos no terminaron ahí. El avance del narcotráfico está directamente vinculado con los conflictos.
El 8 de enero quedó para siempre marcado como un día oscuro en la vida de la familia Junco. Viven en Concordia y son trabajadores, pero una noche que debía ser de disfrute terminó arrebatándoles a un integrante. Eric Junco había ido a la costanera a pasar un buen momento con sus amigos. Todo iba bien, hasta que aproximadamente a las 5 de la mañana dos grupos se enfrentaron y comenzaron los disparos.
Aunque Eric no formaba parte del conflicto, que sucedió a varios metros de donde se encontraba, una bala lo alcanzó. La herida que le provocó fue profunda y mortal, y falleció, a los 28 años.
Por el hecho detuvieron, en primera instancia, a dos jóvenes, uno de 17 años y otro de 22, relacionados presuntamente con grupos armados y narco. Luego los liberaron y detuvieron a otros dos, de 21 años. Estos últimos, señalados como quien conducía la moto en la costanera y quien disparó, pasarán 90 días en prisión preventiva mientras avanza la investigación.
A pesar del aumento de controles policiales, la violencia no terminó. Además de asaltos perpetrados por motochorros y de balaceras en los barrios –hecho casi “común” en el día a día de la zona periférica– dos fines de semana después de la muerte de Junco asesinaron a otro hombre. El nuevo homicidio tuvo otras características. Esta vez no fue una “bala perdida”, sino que fueron directamente a ejecutarlo.
Matías Walton, de 39 años, perdió la vida luego de recibir al menos nueve impactos de bala de unos 13 que se ejecutaron. Todo sucedió el domingo 22 de enero a la siesta, en el cruce de las rutas 4 a 14, mientras iba en su bicicleta a pescar. Walton había salido de prisión en diciembre de 2022 tras cumplir una condena por homicidio y, según trascendió luego, desde ese entonces había sido atacado en varias oportunidades. En la última, los atacantes lograron su cometido.
Por esa segunda muerte no hay detenidos y, hasta el momento, la investigación avanza a paso lento. Hay varias hipótesis, pero para los investigadores, la más firme es la que lleva a pensar que el de Walton fue un crimen con sello narco.
Las características del hecho son similares a un asesinato perpetrado en diciembre de 2020 en una estancia cercana a la Autovía Artigas. Allí, el empresario tabacalero Raúl Molina fue abordado por dos personas en moto que dispararon varias veces contra su humanidad. Recibió 13 impactos de bala y falleció. Por ese crimen, también llevado a cabo por personas en moto que se concentraron en agredir solamente a la víctima –dicen, sicarios profesionales–, tampoco hay detenidos, a pesar de que la investigación se inició hace más de dos años; lo que hace pensar que la situación de violencia narco no es reciente ni casual.
Francisco Azcué fue fiscal en Concordia. Renunció a ese cargo para dedicarse a la política y hoy es precandidato a intendente por el espacio “Evolución Radical”. En su rol de fiscal investigó a grupos narcos y desbarató bandas que ejercían poder en los barrios. Por eso relaciona la escalada de violencia en la ciudad con el crecimiento de este tipo de grupos. “Concordia se volvió una ciudad violenta e insegura, todos sabemos que hay mucha gente armada, gente que vive en conflicto y creo que se ha hecho poco por buscar una solución. Los dirigentes saben que creció el poder narco y eso genera inseguridad”, dijo en diálogo con Mirador Entre Ríos.
“El narcotráfico encontró una ciudad que le brinda condiciones óptimas para desarrollarse, hay barrios tomados por delincuentes y hoy el Estado no tiene la capacidad para hacer frente a este flagelo”, aseguró.
El subjefe de la Departamental de Policía de Concordia, Danilo Parodi, coincidió con ese análisis. “El abuso de armas y la venta de droga es permanente. Siempre estamos secuestrando armas y realizando allanamientos por narcomenudeo. La situación es preocupante”, dijo. “Hay un nivel de violencia en crecimiento, conflictos armados entre jóvenes y mucho delito. Hacemos nuestro trabajo casi sin descanso, la gente sabe y lo valora, pero hay que actuar para que esto no siga creciendo”, aseguró.
Pocos días después del asesinato de Eric Junco, familiares y amigos organizaron una marcha de silencio en la costanera. Al lugar asistieron no solo conocidos del joven, sino también ciudadanos que están disconformes con la inseguridad reinante. Luego de esa convocatoria multitudinaria, los familiares siguen reuniéndose todas las semanas en silencio en la costanera, precisamente en la zona en que Eric fue asesinado, para hacer visible su reclamo y encender velas. “Desde el día de la muerte de mi hijo me quedé sin palabras. No sé qué decir porque es mucho el dolor. Solamente quiero que se haga justicia, que condenen a los responsables y que no haya más inseguridad en ese lugar al que van tantas personas, tantas familias a pasear, disfrutar y compartir”, dijo a Mirador Entre Ríos la mamá, Mónica Badin.