“La Canción del Mundo Entrerriano”, el libro del cantor y compositor Guille Lugrín, ha sido publicado por el Movimiento de Costa a Costa y Editorial El Miércoles. El autor busca desentramar esos aportes que “son la construcción colectiva de nuestro pueblo”.
Como aleteando surgen las palabras que trazan un vuelo y dibujan las notas de esas creaciones que han marcado un rumbo muy certero en el cancionero musical. Guille Lugrín ahonda en los estilos de Linares Cardozo, Abelardo Dimotta, José Ramón Maciel Varela, Víctor Velázquez, Miguel Martínez, Aníbal Sampayo, Carlos Santa María, expresiones máximas de una incontable cantera de arte.
Lugrín nació el 1 abril 1982 en Concepción del Uruguay, hijo de padre y abuelo acordeonista y madre guitarrera. Emprendió temprano su camino y la nostalgia en Buenos aires le hicieron surgir la idea de la investigación del folclore entrerriano, especialmente a través de la conformación de un archivo musical y mapa sonoro de la música de raíz entrerriana.
En diálogo con Mirador Entre Ríos, Lugrín se define como un melómano curioso de la cancionística, unión de texto y música. Cuando en el año 2004 se fue a vivir a Buenos Aires y “con sed de conocer sobre la música de mi tierra compré discos, rastreé nombres para poder desentrañarla y poder encontrar vínculos sobre los hechos culturales y sociales de la historia. Eran tiempos de auge de la música entrerriana con protagonismo de la chamarrita”.
Esta investigación al menos lleva 20 años, comenta Lugrín. “No se ha realizado de manera sistemática porque responde a la necesidad de los entrerrianos y entrerrianas. Hace dos décadas me di cuenta lo poco que sabía del género folclórico y la canción de mi provincia. Eso fue transformando mi vida, unos nueve años antes de surgir el Movimiento de Costa a Costa, armando un archivo de música entrerriana. En ese sentido puede tener una sistematización, pero fue respondiendo a una necesidad personal, no ajena al colectivo de la mayoría de los entrerrianos y entrerrianas que desconocemos a cultores y especies folclóricas que representan a la provincia".
El libro tiene 440 páginas con muchas imágenes en color. “Trata de ser un ensayo que hable de una forma amable, intentando abrir todos los caminos posibles con amplitud. Una lectura que pueda hacerla un estudiante de secundaria, los músicos, un vecino, un difusor, un docente”, comentó.
Ahondando en los objetivos mencionó que “no es un texto de musicología, si bien trata de revalorizar la tradición oral presenta documentaciones y principalmente permite trabajar en el cancionero: chamamé, milonga, estilo, chamarrita o el tanguito montielero, con las letras, su música y modismos entrerrianos principalmente”.
La tapa del libro de Lugrín fue realizada por Martín Bianchi.
En las páginas de su libro el autor habla de “la constitución musical, poética y social del cancionero entrerriano desde las revoluciones jordanistas en 1871 donde se pueden encontrar coplas anónimas hasta nuestros días, pasando por distintos procesos. Desde el siglo XIX hasta la llegada de la radio y el disco en los años 20, ahí hay una etapa. Después con todos los movimientos sociales de entrerrianos que se fueron a las grandes urbes también hay otra etapa que va hasta el boom folclórico de los años 60. En esos casi 30 años, el chamamé tiene un auge muy grande y muchos entrerrianos, particularmente villaguayenses y de la zona, anduvieron en esos movimientos”, detalló.
Lugrín menciona de esa época a Julio Luján, Abelardo Dimotta y otros previos que ya se habían sumado como Evaristo Fernández Rudaz; y Lorenzo y Eusebio Vega, de Sauce de Luna. “Fueron en la oleada inmigratoria y llegaron a grabar en los grandes sellos discográficos en Buenos Aires. Tocaron con los correntinos y misioneros encabezando conjuntos y grabaciones. Hablo de una constitución musical porque hay una forma de tocar el chamamé en Entre Ríos, pero también social porque todo está vinculado a los distintos movimientos que fue adoptando la población de nuestra provincia”.
En cuanto a la propuesta que surge, además de acercarse al conocimiento de nuestra realidad cultural y social, “la idea es encontrarse y romper el cerco todo el tiempo, no solo desde la televisión sino desde los celulares porque ver siempre lo mismo nunca tiene que ver con nosotros mismos”, analizó.
Lugrín define que “quien es cultor del chamamé puede enterarse de otras cosas, aquel que está centrado en la chamarrita puede abrirse el panorama hacia otros puntos. La música de Entre Ríos, por su situación geográfica tiene algo del Río de la Plata y algo de Litoral, entonces es una mixtura de ambas. Es complejo hablar de música entrerriana; por algo el libro es tan largo. Hoy no podemos decir tal género identifica a nuestra música por sobre los otros. Nuestra música tiene que ver con La Pampa, el Río de la Plata, el Litoral, con la chamarrita, el chamamé, el tanguito montielero, pero también con el estilo. Esa diversidad es en la que vivimos, tenemos un cementerio de negros en una colonia judía habitada por criollos y eso es la que tenemos que tratar de ver, no simplificarla sino complejizarla. Tenemos que tratar de sintetizar, no de contraponer; hacer una síntesis, un diálogo entre ellas”, finalizó.
La sugerente tapa realizada por Martín Bianchi, muestra una guitarra fundida a un cardenal y una vegetación que da sombra y cobijo a un acordeón brotando del centro mismo del entorno del mapa entrerriano.