Diego Caíno es un conductor de radio paceño que volvió a su primer amor luego de 11 años de parate. Su historia, la de su corazón, y el ida y vuelta con los oyentes, en este mano a mano con MIRADOR ENTRE RÍOS.
A punto de cumplir los 50 años, Diego Caíno se mete todos los días en las casas paceñas para llevar su música a domicilio, como el nombre de su programa lo indica. Este personaje bonachón es muy querido en la ciudad y tuvo en la pandemia la prueba más difícil de su vida.
Comenzó en la radio cuando la FM recién arrancaba y estuvo 20 años al aire, sin parar. Se fue de La Paz y se tomó una pausa de 11 años sin estar al aire, pero el amor fue más fuerte y el año pasado volvió con todo.
En MIRADOR ENTRE RÍOS dialogamos con un hombre de radio.
–¿Cuándo comenzaste tu trabajo en la radio?
–Fue en el año 1991, en la vieja FM La Paz 89.1, que era la frecuencia modulada de la AM LT 40. Era una radio nueva donde en la cabina entraba una sola persona y había casetera, pasadiscos y la persona que hablaba también operaba. Comencé con Sergio Sosa con quien aún estoy en contacto. Allí dimos nuestros primeros pasos con un programa que se llamaba Música en Compañía, de las 12 a las 15. Era todo a pulmón, teníamos que enganchar los temas de discos a casete.
–¿Cómo fueron esos tiempos?
–Creo que no tomaba conciencia que estábamos en una radio, sí sabía que era raro que del otro lado te escuchen, recién arrancaba todo, pero guardo los mejores recuerdos de ese tiempo.
–¿Pudiste vivir de este trabajo?
–Lamentablemente lo que es pasión y hobby, cuando uno va creciendo se da cuenta de que, en nuestra ciudad, la cuestión no es redituable. Siempre dependemos del apoyo publicitario, no te contratan, sino que vivís del auspicio, por lo que no podés vivir de eso.
–¿Qué era lo mejor y lo peor de hacer radio antes de internet y las redes sociales?
–Con el tiempo te das cuenta de que antes la magia era mucho más grande. En esa época se interactuaba a través de cartas o mensajes escritos o por el teléfono fijo, que no todos tenían. Las personas se iban identificando con vos y con tu música. Hoy, de grandes, muchos recuerdan su adolescencia con el programa acompañándolos. Hemos hecho fiestas con barras de oyentes y ese encuentro fue inolvidable. Hoy la cosa ha cambiado y te pueden escuchar en todos lados, y eso es positivo.
Nosotros, por ejemplo, teníamos un referente uruguayo que era Gabriel Duarte que tenía un programa en Uruguay que se llamaba “Musicalísimo” y todos los temas que él pasaba llegaban acá a los dos meses más o menos, y nosotros intentábamos tenerlos antes que nadie. Eso hoy no pasaría, todos podemos escuchar un tema al mismo tiempo en cualquier parte.
–¿Cómo te adaptaste al cambio tecnológico en relación a la música y la manera de reproducirla?
–En el año 2011, luego de 20 años ininterrumpidos, nosotros cortamos con el programa, sólo seguimos en el Facebook para tener contactos con nuestros seguidores. Pero radio, nada. Desde allí nos fuimos adaptando al Instagram o al Whatsapp, en la medida que iban apareciendo. Ya hoy con el streaming, mostramos a los invitados y ese ida y vuelta es para mejor en todos los sentidos.
–¿Cómo fuiste creando tu estilo?
–Desde el primer momento mantuve un estilo con la música, por ejemplo, nacionales e internacionales latinos-pop es lo que pasamos hasta el día de hoy.
–¿Qué anécdotas con oyentes recordás?
–Una de las anécdotas que recordamos, con todo el equipo, porque gracias a Dios nos mantenemos casi los mismos que arrancamos y eso está muy bueno, fue en Santa Elena. De lunes a sábado teníamos programa en La Paz y los domingos viajábamos 100 km entre ida y vuelta para ir a FM Brisas, de Santa Elena. Allí se dio una situación en la que, al llegar un oyente a la radio a pedir el tema, pregunta dónde está el locutor, cuando le dije que el locutor era yo, pegó la vuelta y no pidió ningún tema (risas), creo que se desilusionó…
–¿Por qué te fuiste de La Paz y en qué contexto?
–Tuve que dejar la radio por razones de trabajo en el año 2011. Ya en pareja, tuve que mirar para otro lado, porque tenía más responsabilidades por cuestiones familiares, nunca dejé de estar presente pero siempre extrañando. Por eso el Facebook me ayudó mucho a seguir en contacto con los oyentes cuando me fui de la ciudad.
–¿Cómo fue regresar al éter paceño?
–Fue todo un tema. No fue fácil arrancar. Volvimos el 13 de junio de 2022, 11 años después del último programa. Nos fuimos reuniendo antes para delinear todo el trabajo, arrancamos el programa con un oyente que nos trajo unas gorras con el logo del programa y ese regreso estuvo muy bueno. De lunes a viernes, de 21 a 23, y teníamos gente de distintos países que nos escuchaba a la hora que sea en su lugar.
–Estuviste muy enfermo hace un tiempo, ¿cómo fue ese proceso?
–Lo de mi enfermedad fue muy casual, los que me conocen saben que tengo obesidad y más allá de eso yo no sabía que estaba enfermo. Ni bien empezó el Covid, tenía licencia por ser hipertenso y cuando me agitaba yo pensaba que era por mi sobrepeso. En ese contexto, voy a un control de rutina y me dicen que me tienen que internar al instante. No había camas en ningún lado y me derivaron a Crespo, donde me hacen una prueba en el corazón y me descompenso. No entendía nada de lo que estaba pasando. Me hacen otros estudios y se planifica una operación para ver si se podía salvar el corazón o ir a un trasplante. Me hicieron cuatro bypass. Todo el proceso duró 18 días y la verdad es que podría haber muerto allí. Me funcionaba bien una arteria semi tapada, todo lo demás era caótico. El doctor Gutiérrez, de acá de La Paz, tuvo la lucidez de derivarme al instante, sino, no llegaba.
Aprendí que el valor de la vida es otro, que no importa lo material y cuando bajas las revoluciones te das cuenta que lo que verdaderamente importa es lo más simple. Aferrarme a Dios me ayudó mucho; la gente de La Paz armó cadenas de oraciones. Uno a veces no le da importancia, pero esa energía llega. Cuando volví valoré mucho más todo lo que tengo.