La Galería Crudo de Italia 1044, de la ciudad de Rosario expone tres muestras plásticas. Daniela Rodi presenta "Encuentro y manifestación" con curaduría de Hernán Camoletto. "Todo puede ser otra cosa" de Martina Zorzón con curaduría de Julia Levstein, y "Chispazo" colectiva de participantes del taller compartido. En comunicación con Hernán Camoletto y Martina Zorzón charlamos sobre sus muestras.
La imponente Galería Crudo de Italia 1044, de la ciudad de Rosario expone tres muestras plásticas de diversas temáticas, que podrán ser visitadas hasta el mes de abril. En la sala Viamonte Daniela Rodi presenta "Encuentro y manifestación" con curaduría de Hernán Camoletto. En la planta alta se podrá ver "Todo puede ser otra cosa" de Martina Zorzón con curaduría de Julia Levstein. En la sala I se inaugurará "Chispazo" colectiva de les participantes del taller compartido.
En la sala Viamonte Daniela Rodi presenta "Encuentro y manifestación" con curaduría de Hernan Camoletto, quién en dialogo con Mirador dijo: “Daniela Rodi trabaja fundamentalmente con la voz en tanto voz articulada pero también (o conjuntamente) la voz como estructura de pensamiento, voz interior, subjetividad atravesada por otras presentes y ausentes”. Más adelante agregó “En su obra -y justamente para poder asir eso tan elusivo que es la voz- trabaja diferentes estrategias para lo que se sirve de diversos materiales y soportes”.
Gentileza.
Encuentro y manifestación
La muestra consta de dos líneas de trabajo: banderas y pasacalles. En ambas series, la artista “cose” fragmentos de textos propios y ajenos de diversas procedencias: mensajes o audios de whatsapp, mails, fragmentos de escritura poética o de ensayos científicos son algunos de los géneros que predominan.
Hernán poné el acento en el “coser” ya que Daniela no los considera bordados. Necesita del concepto de la costura como unión, como adhesión para que su obra (le) cierre. Camoletto agrega “considero que trabaja un territorio que nos implica a todas en tanto subjetividades que se estructuran desde materiales fundamentalmente ajenos. Como las banderas o los pasacalles, somos soporte de nuestra voz siempre atravesada (cosida a) la de tantas otras a veces elegidas elegidas otras, no tanto”.
Así, el encuentro y manifestación del título se da en diferentes planos: entre el autor y su propia obra -que en el caso de Daniela siempre aparece con un grado de ajenidad importante-; entre el espectador y las piezas exhibidas; en términos curatoriales, entre las dos series presentadas. Cada una de ellas ocupa un territorio de la sala, un ángulo desde el cual se enfrentan con -o avanzan hacia- la otra.
Hernán articula más adelante “Para pensar el montaje me interesó el aspecto político de estos trabajos. Tanto las banderas como los pasacalles tienen una fuerte resonancia política. Daniela trabaja la voz y, desde ahí abre a un campo de preguntas e inquietudes fuertemente políticas. No me refiero a la política partidaria, claro, sino a una ecopolítica, a una glotopolítica, a la política de los vínculos. Para destacar la polisemia siempre presente en su forma de pensar la obra y en los fragmentos -que, donados a quienes somos espectadores, están donados a una permanente reinterpretación y ordenamiento- me interesó recuperar algunos aspectos de la bandera política o el pasacalle de marcha, de manifestación popular. De este modo, la voz ocupa se encabalga entre el imaginario del espacio público (la calle o los diferentes ámbitos abiertos en los que Daniela ha leído, accionado, exhibido) y el privado (la galería). Las líneas de tensión de las telas son una forma de visibilizar las tensiones que se dan entre las palabras, los fragmentos, su dimensión sonora, el sentido que propone la artista y las apropiaciones de las espectadoras”.
Finalmente cierra: “Me interesó no clausurar la vista de la sala desde el exterior, que todo fuera visible de entrada, desde afuera. Reponer algo del origen sonoro de esas costuras. Sabemos que no podemos poner límites al sonido. El límite está dado por su propia naturaleza: su duración, su volumen, la inteligibilidad (o no) de lo que suena. En este sentido de reposición sonora y de registro del encuentro, decidimos cubrir el piso con una capa de barbotina (arcilla muy diluida) que genera una textura diferente bajo la pisada y, a la vez, se resquebraja por lo que el paso por la sala es algo que queda evidenciado en esas marcas. Las marcas generadas en el piso por quienes atraviesan y son -más o menos- atravesadas por la obra se manifestarán como huellas de los encuentros que esperamos y deseamos se produzcan en este juego que proponemos”.
Todo puede ser otra cosa
En dialogo con Martina Zorzón nos contó que la muestra "Todo puede ser otra cosa" es su primer muestra individual en la galería Crudo. “Esta habitada por obras que vengo desarrollando en los últimos dos años”. Su práctica artística se desenvuelve con el dibujo, la pintura, y en este último tiempo, la cerámica. El objeto, la palabra, el recuerdo, la pregunta son algunos de los puntos de partida de todas estas obras. “Con Julia Levstein(curadora) estuvimos trabajando durante varios meses en la idea de la misma. Generamos un recorrido de diferentes escenas y situaciones dentro de la sala. Se pueden encontrar recuerdos dibujados que cuelgan de un extremo a otro de una de las paredes de la sala, que generan una especie de nube en movimiento; pequeñas piezas de cerámica que habitan toda la sala, generando una pausa y un nuevo ritmo sobre el espectador; una pared completamente empapelada con pinturas que se sostienen de la misma proyectado su propia sombra y un balcón donde el dibujo cobra vida y transparencia para construir una nueva imagen”, cierra la artista.
Consultada acerca de que aspectos tomó como idea y cuáles dejó de lado para culminar la obra, Martina dijo que durante estos últimos años estuvo produciendo mucho, en diferentes formatos, tamaños y materialidades. “Se hacía presente más esa necesidad en el hacer, no tenia un proyecto de muestra específico. Siempre tuve un apego y un interés muy grande sobre los objetos, sus posibles estados y contextos que los envuelven, y sentía que retratandolos lograba dejar huellas, recuerdos y sostener la memoria. La propuesta de mostrar estas obras fue un desafío ya que no tenía muy pensado como irían montadas, con qué soportes, si lograrían convivir todas juntas, etc. Así que fuimos tomando diferentes propuestas para cada conjunto de piezas. Nos propusimos corrernos del marco con vidrio tradicional para enmarcar la obra, y nos abrimos a montajes donde la obra pueda tener su propia fuerza, sin necesidad de encerrarla y distanciarla del espectador”.
-¿Cómo fue el proceso de trabajar con la curadora Julia Levstein? ¿En qué se pusieron de acuerdo y en qué momentos hubo diferencias?
-Con Juli estuvimos trabajando casi un año para esta muestra. Nos encontrábamos una vez al mes en mi taller, compartimos mensajes y charlamos mucho sobre mis procesos, mis ideas y mi forma de abordar mi práctica artística. La verdad que construimos un equipo muy lindo entre las dos, coincidimos en muchas cosas y disfrutamos muchísimo de ver como iban avanzando las ideas. Es la primera experiencia como curadora de Juli, y mi primer muestra individual en una galería, así que fue compartir y apoyarnos en muchas cosas. Terminamos muy contentas por el resultado, el proceso y la experiencia. Se puede decir que no hubo diferencia alguna en el proceso.
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Las muestras van a estar para recorrer hasta fines de abril, de miércoles a viernes de 16 a 20