Tango y aventuras

Une Argentina y Japón con su arte

Alejandro vive en el país asiático hace 5 años, pero vuelve a su tierra para dar seminarios y reencontrarse con los lugares en los que dio sus primeros pasos. Aunque hay diferencias, los dos países significan mucho en su vida.


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El tango está definido como un género musical y una danza característica de la región del Río de la Plata y su zona de influencia, pero principalmente de las ciudades de Buenos Aires y Montevideo. Para los que son apasionados del género, es mucho más. Significa encuentro, alegría, arraigo, costumbres y oportunidades.

Alejandro González Crivelli nació en Concordia, pero su pasión por bailar tango lo llevó a vivir cosas que jamás imaginó. Actualmente, además de desempeñarse como bailarín es profesor y coreógrafo.

En su ciudad natal, González Crivelli notó que su relación con la danza iba más allá, y también estudió para ser instructor de Tango Danza e Historia del Tango. Cuando se dio cuenta de que quería vivir de lo que lo apasionaba, inició su carrera exhibiendo lo que aprendió en encuentros, seminarios y festivales de Entre Ríos y de la República Oriental del Uruguay. Así fue que realizó giras por la Argentina y Europa. Y hasta se animó a ir a Asia, en donde ahora vive.

A pesar de haberse establecido en Japón, en donde es director del Tango College Japan y en donde formó una familia, vuelve a su país para formar bailarines y conectarse con sus raíces. Dice que no quiere olvidarse de su lugar de origen y que quiere que su hijo conozca de donde viene. Además, se reúne con quienes lo acompañaron en su formación y con su familia.

Marzo fue el mes elegido por Alejandro y su esposa Kumiko -que además es su compañera de baile- para viajar con su pequeño hijo Takumi a Argentina. Además de dar seminarios y visitar a sus seres queridos, González Crivelli fue reconocido en el Concejo Deliberante de Concordia como personalidad destacada por su aporte a la cultura y recibió otros reconocimientos en Buenos Aires y en Paraná.

Entre las aventuras y el intercambio

En diálogo con Mirador Entre Ríos, el bailarín contó detalles sobre su vida en Japón, su relación con el tango y el arraigo con Argentina y su amada Concordia.

“Volví a Argentina después de 5 años. Si bien teníamos todo preparado para viajar en febrero de 2020 porque hacía un año y medio que no viajaba, justo todo el tema de la pandemia de Coronavirus nos paró y debimos esperar 2 años. Ahora se dieron todas las condiciones para que viajemos y podemos hacerlo, siempre de la mano del tango, que practico desde los 10 años”, explicó.

Las condiciones de las que Alejandro habla fueron invitaciones para que diera clases. En primer lugar, fue convocado para el Congreso Internacional de Tango Argentino (CITA) que se llevó a cabo en Buenos Aires. Además, brindó capacitaciones en Paraná, Santa Fe, Rosario y Concordia, en donde se quedó durante una semana que cerró con una capacitación y milonga en el Club del Tango, lugar en el que siempre expone cuando visita su ciudad.

 

“En Japón yo veo que tienen mucho amor por la danza y la música tanguera”, reconoció Alejandro.

 

Además del calor, el bailarín encontró otras diferencias entre Japón y Argentina, pero asegura que son países hermanados. “Hay una relación entre estos países por el tango que tiene unos 120 años, casi la misma edad que este género. En Japón yo veo que tienen mucho amor por la danza y la música tanguera. Viajé por primera vez en 2005 a dar clases y después repetí dos años más. Luego volví y me quedé porque firmé contrato para trabajar, además formé mi familia con Kumiko, a quien conocí en Buenos Aires, y decidí quedarme”, aseguró.

Al hablar sobre las diferencias entre un lugar y otro remarcó que la cuestión económica está marcada, pero en Argentina sobresale el arte. “En Japón conviene dar clases por una cuestión de cambio, y de que lo ven de manera comercial. En nuestro país tiene arte, es otra cosa, pero tal vez haya que ser más bohemio”, comentó.

Al ser más una disciplina con exigencias que artística, las diferencias son notorias, además Japón tiene otra idiosincrasia y comportamientos a los que debió acostumbrarse el entrerriano. “Hay otras exigencias porque tienen otra forma de ser. No tengo problemas con el idioma porque manejo muy bien el inglés y así doy las clases, también sé algo de japonés y mi esposa Kumiko, con quien bailo, habla perfecto español porque vivió en Buenos Aires. En Japón ponen categorías y yo estoy en la de maestro, y a ese título le dan otra jerarquía, así que se manejan con mucho respeto conmigo. Así son en todos los aspectos y como tengo ese nivel debo ser ejemplar, no puedo tener errores o conductas que sean irrespetuosas según ellos entienden como el desorden, o llegar tarde a los lugares”, mencionó.

“A mí me encantan las aventuras. Viajé mucho por el mundo, di clases en Europa, en distintos países de América y debo adaptarme. Eso es lo que hago, siempre tratando de intercambiar igualmente mis costumbres argentinas”, aseguró.

La vuelta a casa

El sábado 11 de marzo, durante una de las jornadas más agobiantes del año, Alejandro volvió a pisar el Club del Tango de Concordia. Allí llevó a cabo una clase y luego hubo una milonga entre más de 300 presentes.

Acerca de lo que vivió en su ciudad, explicó: “Para mí es una alegría. La gente de Concordia me reconoce, volví a ver a alumnos con los que había perdido contacto, me encontré con mi familia y me sentí acompañado por viejos amigos. Así que para mi gira por el país, fue el cierre perfecto”. A todo lo que vivió el bailarín se sumó el reconocimiento que recibió el jueves 16 como “personalidad destacada” en el Concejo Deliberante.

“Estoy muy emocionado, no me esperaba este reconocimiento, siempre venir a mi ciudad me pone muy contento, es una vuelta a casa. Este reconocimiento se lo quiero dedicar a mi querido padre, que falleció hace dos años y no lo pude venir a ver por la pandemia, y él estaría muy contento de que reciba este premio”, comentó emocionado.

Luego de la visita a Argentina, el tanguero prometió no dejar pasar tanto tiempo. Mientras tanto, retomará su vida en el lejano país asiático llevando su pasión a distintos rincones y recordando, al hacer lo que le gusta, lo que lo relaciona con su tierra.


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