Kevin Merlo Florentín, estudiante de Abogacía, dejó todo por cumplir un sueño. Le falta poco para llegar al fin del mundo y, en el camino, se tomó un tiempo para dialogar con MIRADOR ENTRE RÍOS.
Kevin Merlo Florentín nació en La Paz, tiene 34 años y hoy anda por el Sur argentino pedaleando y disfrutando. Recorre en bicicleta el último tramo de la mítica ruta 40, que nace en Jujuy y termina en el fin del mundo. Al finalizar cada etapa, Kevin se toma su tiempo para subir a las redes los detalles de su ubicación y la experiencia vivida en esa jornada.
Sin prisa pero sin pausa, Kevin, con pasado como triatleta, hoy nos da una lección sobre la felicidad y lo que hay que hacer para conseguirla.
–¿Cómo definís el viaje que estás haciendo?
–La definición que encuentro al viaje es de una especie de locura o sueño, siempre creo que fui un poco aventurero, y encontré en la bici un medio para dar rienda suelta a esa pasión, una especie de síntesis de todo lo que sentí siempre.
–¿Cómo y cuándo surgió la idea de este viaje?
–El viaje, como idea, nació en 2017 después de un viaje con mi hermano a Punta Arenas (Chile), fuimos en auto y allí vi por todo el camino viajeros y viajeras en bici. En ese momento dije que algún día quería hacer eso en el Sur. Desde allí empecé a viajar, primero en mi mente y luego materializándolo, porque creo que primero hay que soñar algo tan fuerte para que se cumpla. Cuando casi estaba listo allá por 2020, la pandemia dijo no a todos los proyectos, mucha gente se fue, dos años que el mundo quedó patas para arriba. Terminadas las restricciones por la pandemia, no lo pensé mucho más y salí.
–¿Cuál es tu objetivo principal?
–El objetivo principal es conocer paisajes, lugares, personas (la mejor parte) y todo ello montado en mi bici, llevando todo lo que necesito, viviendo más simple, más conectado con la naturaleza y, sobre todo, un poco más libre.
–¿Qué trabas tuviste en la logística previa?
–Como logística previa lo principal es informarse mucho sobre equipamiento y demás; en cuanto a logística en sí, mucho no llevo, sólo cargo en la bici el equipo que me permite ser autosuficiente: carpa, saco de dormir, un poco de ropa, comida para dos o tres días, y no mucho más.
–¿Cuándo y dónde termina?
–El viaje comenzó en La Paz y terminaría en Ushuaia, se basa principalmente en realizar la mítica Ruta 40 (en mi caso empezó en el Sosneado (San Rafael, Mendoza) casi al km 3000 de los 5000 que tiene la ruta desde La Quiaca a Río Gallegos.
–Qué cosas dejaste por hacerlo?
–Tuve que poner en pausa mi carrera de Abogacía, trabajo y esas responsabilidades, como dejar no considero que haya dejado nada atrás porque es algo que siempre quise hacer y hoy lo estoy logrando, casi 4000 km después. Es un viaje que me ha cambiado como persona, me enriqueció en muchísimos aspectos, me hizo vivir un poco más libre, simple, pero por sobre todo en el presente sin saber dónde dormiré, dónde comeré, con quién me encontraré.
El viaje de Kevin Merlo Florentín comenzó en La Paz y terminará en Ushuaia, principalmente pedaleando por la mítica Ruta 40.
–¿Qué diferencias encontraste entre lo que te imaginas y la realidad?
–La verdad es que mi imaginación quedó corta, el viaje me sorprendió muchísimo, desde los lugares que conocí, los lugares a los que llegué, paisajes, personas increíbles a las que conocí, y sobre todo los momentos que tuve que pasar, en su gran mayoría increíbles, obviamente también días malos porque pedalear por la Patagonia es bastante difícil ya que estás expuesto a miles de factores climáticos, pero creo que ha valido cada segundo, incluso los que me han llevado a mi límite.
–¿Cómo reacciona la gente que va conociendo tu historia en el camino?
–La gente es la mejor parte del viaje, desde las personas que conocí el primer día que salí de La Paz cuando solo estaba a 100 km (que me miraban atónitos cuando les decía que iba a Ushuaia) hasta la que conocí a lo largo del camino, desde viajeros igual que yo, pero de todas las nacionalidades, hasta las personas que te encuentran en el camino y te abren las puertas de su casa. Creo que cada persona que me encontré en el viaje puso su granito de arena para que lo pueda lograr, tienen mi eterna gratitud y amor.
–¿Qué fue lo que más te sorprendió?
–Sorpresas a lo largo del viaje fueron muchísimas, creo que la lista es interminable, porque todos los días sucedía algo, eso en la vida cotidiana y normal no pasa, muchas veces estamos tan enfrascados en nuestras cosas que no nos permitimos esos detalles. Pero si tuviera que elegir una creo que fue en Gobernador Gregores (Santa Cruz), en el medio de la nada, me encontraba haciendo dedo porque el viento no me dejaba avanzar (había ráfagas de más de 100 km/h), que pare una camioneta y que en esa camioneta vaya una persona de La Paz. Mario Zwetzig. Como esas tuve varias situaciones donde el universo me ayudó.
–¿Cómo se solventa un viaje así?
–El viaje lo solvento con ahorros que tenía y también tengo mi bitácora en Instagram, donde las personas pueden ayudarme con un cafecito (app) o donaciones a mi mercado pago, si les gusta el contenido que subo, y si no, lo pueden ver gratis también, no me haré millonario por esto.
–¿Cuál fue el momento más duro del viaje?
–Momentos duros fueron muchos, el pasar un desierto en San Luis con 35 grados, etapas de 160 km, la verdad que fueron muchos, pero creo que la Patagonia fue la parte más difícil, desde los vientos, el terreno también duro, pero por sobre todo creo que terminó de moldearme por el hecho de que hay que aceptar que hay días que no se puede luchar contra el clima y tratar de tomar las cosas como vienen.
–¿Qué le recomendás a quien quiere hacer algo así y no se anima?
–Como consejo lo único que puedo decir es que los sueños se cumplen en vida, una de las lecciones que aprendí de la pandemia fue eso, mucha gente se fue dejando sueños inconclusos, vivimos en una sociedad que para lo único que te prepara es para estar siempre pensando en el futuro, siempre olvidándose del presente, corriendo atrás del tan ansiado éxito (siempre material), no es de extrañar que haya personas con trastornos de ansiedad y demás. Y si quieren viajar en bici, lo que a mí me sirvió fue empezar de a poco, un viaje de tres o cuatro días cerca de su casa para sentir si les gusta o no, y si van a tener miedo porque todo lo desconocido lo engendra, pero si les gusta es un viaje de ida.