El nombre de Tatiana Sfiligoy arroja más de dos mil resultados en Google. Hay fotos, videos, un artículo en Wikipedia y también un capítulo de la serie Televisión por la Identidad. Se trata de la primera nieta (junto con su hermana) recuperada por Abuelas de Plaza de Mayo. Hace poco se mudó a Gualeguaychú y en esta ciudad del sur entrerriano fue donde marchó el pasado 24 de marzo.
Entre las muchísimas personas que el 24 de marzo marcharon por las calles de Gualeguaychú haciendo oír su pedido de memoria, de verdad y de justicia, estaba Tatiana Sfiligoy Ruarte Britos, la primera nieta recuperada por Abuelas de Plaza de Mayo. “Fue emocionante compartir ese momento con tanta gente que se sumó a lo largo de las seis cuadras, que se comprometió con este aniversario y salió a la calle una vez más a decir lo que todavía muchos quieren acallar, ese aniversario que particularmente es a los 40 años de democracia en nuestro país”, expresó en diálogo con MIRADOR ENTRE RÍOS.
La historia de Tatiana aparece narrada tantas veces que torna un desafío difícil no volver a hacerle las mismas preguntas que viene respondiendo hace tanto, pero su presencia ya desde hace meses en Entre Ríos, puede ser un disparador interesante. “Actualmente estoy viviendo y trabajando en Gualeguaychú, porque aposté a un nuevo proyecto de vida, más saludable. Vengo de Buenos Aires, CABA, donde todo es inmediato, compulsivo, sin registro del malestar, autómatas en un sinfín que no es vida; así que decidimos vivir en otro tipo de ámbito, donde la calidad de vida sea nuestra meta, y a pesar de que nos es fácil, porque es muy diferente a Buenos Aires, día tras día sigo eligiendo a la hermosa ciudad de Gualeguaychú”, señaló.
Tatiana trabaja para la delegación de Entre Ríos del Consejo Federal de DDHH de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Por las mañanas es probable encontrarla en el Museo de la Memoria Popular de Gualeguaychú donde trabaja en la planificación de actividades, agenda y nuevas propuestas dirigidas especialmente a la juventud y a las nuevas generaciones. “El eje está puesto en poder dejar en claro algunas cuestiones que todavía muchos por temor, dolor o simplemente ignorancia no quieren hablar, como es el tema de los desaparecidos en nuestro país, y en particular en la ciudad de Gualeguaychú”, manifestó Tatiana, quien paralelamente participa del nodo local de Abuelas de Plaza de Mayo: “Por obvias razones mi compromiso es seguir buscando a los nietos y nietas que nos faltan, muchos hermanos que todavía no encontramos”.
En ese sentido aseguró que “hay mucha gente que tiene información que todavía nunca la dijo. Por ello mismo todavía buscamos alrededor de 300 nietos que tienen alrededor de 40 y pico de años, que pueden estar en nuestra ciudad o en el resto de la provincia”.
IDENTIDAD
Una introducción concisa se oye de la voz de Víctor Hugo Morales en “Nietos, historias con Identidad”: Mirta Britos era cordobesa, Oscar Ruarte había nacido en Santa Fe y vivían en la ciudad de Córdoba. Fruto de la pareja, en julio de 1973, nació Tatiana. Tiempo después se separaron. En agosto de 1976 Oscar fue secuestrado. Mirta había formado pareja con Alberto Jotar y producto de esa unión, en agosto de 1977 nació Laura. Tres meses después Mirta y Alberto fueron secuestrados. Un operativo encontró a Mirta con sus hijas en una plaza, las dos nenas fueron abandonadas en el lugar y luego fueron dadas en adopción. Mirta, Oscar y Alberto permanecen desaparecidos.
Lo que Tatiana recuerda es a su mamá despidiéndose y diciéndole algo así como que cuide mucho a su hermana, “después se va hacia un costado de la plaza y veo el operativo, eran alrededor de diez uniformados que la encapuchan y se la llevan, habrá sido como a la tarde, después de comer. Recuerdo que pasamos varias horas ahí, yo con Mara (Laura) en brazos y sin poder hacer nada más, tenía 4 años, estaba esperando no sé qué”, recuerda.
LA ADOPCIÓN Y LAS ABUELAS
El 20 de marzo de 1978, Carlos e Inés Sfiligoy solicitaron la guarda de las hermanitas. Cuando preguntaban por la familia de las niñas, les decían que habían sido abandonadas en una plaza, que nadie reclamaba por ellas. Pero esas respuestas por más repetitivas y tajantes que fueran, no los convencían. “Las Abuelas aparecen por una denuncia que hacen unos amigos de mis padres adoptivos. Mi mamá (adoptiva) era profesora de francés en la Alianza Francesa y tenía un alumno que era cura tercermundista. Ella tenía buena relación con ellos, por eso a veces se juntaban en casa. Yo me acuerdo del señor, no sé por qué. Cuando él se fue a vivir a Canadá, hizo la denuncia desde allá. Dijo que estábamos bien, con una familia que nos había adoptado pero que suponía que podíamos llegar a ser hijas de desaparecidos. Y a raíz de esa denuncia, Abuelas empieza a rastrear y a través del juzgado de San Martín nos localizan”, narra Tatiana.
Cuando las Abuelas de Plaza de Mayo las encontraron, Carlos e Inés conocieron la verdadera historia. La pareja entendió de inmediato que Tatiana y Laura debían crecer con la verdad. De modo que las niñas siguieron viviendo con ellos, quienes más tarde obtuvieron la guarda plena, pero en estrecho contacto con sus abuelas.
UN PESO SIMBÓLICO IMPORTANTE
“El hecho de ser las primeras nietas localizadas con mi hermana, en 1980, por las Abuelas en Argentina, hace que tenga un peso simbólico importante que uno sigue asumiendo como un rol social con su peso específico, pero al mismo tiempo lo que tratamos de hacer es balancear esa responsabilidad de visibilizar la temática con saber que tenemos una vida con cierta privacidad y cuestiones que queremos reservar y que son importantes para nuestra subjetividad. Ese equilibrio es difícil, es un trabajo diario que por momentos creo que lo puedo resolver y otros me dan ganas de ser más anónima”, contó Tatiana ante la inquietud de saber cómo ha ido llevando durante todos estos años el hecho no menor de ser la primera nieta recuperada.
POR QUÉ LUCHAMOS
“Nadie se salva solo. Los seres humanos estamos inmersos en una red que, si no sabemos utilizarla para nuestro favor como especie, estamos perdidos. Y utilizarla a nuestro favor es no dejarse convencer, por ejemplo, que para qué vamos a hacer algo si después viene el sistema de poder y nos arrasa como siempre; como cuando nuestros padres lucharon en la época de los ‘70. Entonces por qué luchamos es la pregunta, y la respuesta es: para las nuevas generaciones, para ellos, para nuestros hijos, para nuestros nietos, para los jóvenes que hoy nos escuchan muy atentamente”, reflexiona Tatiana.