Orgullo provincial

Un hito para el arbitraje femenino


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Faltan pocos minutos para que la caprichosa vuelva a rodar por el rectángulo verde. Las ansiedades están a flor de piel en las más de mil almas que se hicieron presentes en el Polideportivo Municipal de General Ramírez. No es para menos, una nueva final de la Unión Deportiva de Ligas está a punto de dar inicio y los equipos buscarán obtener la gloria máxima. Por un lado, Nobleza y por el otro Cultural de Aranguren. Las hinchadas, desde temprano, alientan sin cesar, aguardando la salida de los equipos a la cancha, que sin lugar a duda vivirán una jornada especial. Una mitad con la alegría del deber cumplido y la otra mitad con la tristeza del campeonato que se escapó.

Para Paula Eisenacht no fue un partido más. La ramirense abandonó el vestuario y se dirigió al túnel. La peregrinación hacia el campo de juego se hizo larga y en el camino un sinfín de imágenes se le vinieron a la mente, especialmente de sus inicios en el arbitraje. Con el banderín en la mano y las tarjetas en el bolsillo, la joven de 32 años salió a la cancha con la ilusión de dejar lo mejor como asistente. Ella es consciente de todo el recorriendo que tuvo que atravesar para llegar hasta allí y por eso cada paso dado sobre la línea de cal no fueron en vano.

Pero la historia de la entrerriana no terminó en aquellos 90 minutos. En abril de este año, luego de mucho esfuerzo y sacrificio, Paula logró cumplir el sueño que anhelaba desde hace años. La estudiante del profesorado de educación física obtuvo el flamante título de Árbitro Federal de Futbol, convirtiéndose en la primera mujer árbitro de la provincia de Entre Ríos. Dicha certificación fue emitida por el Centro de Desarrollo y Capacitación Federal de Árbitro en Villa Mercedes (San Luis), a través de la Universidad Provincial de Oficios y el Consejo Federal del Fútbol.

-¿Cómo resumirías esto que estás viviendo?

-Es un sueño cumplido. A los árbitros nacionales se los miraba con mucho respeto y que ahora me encuentre en este lugar con ellos, no tomo dimensión de todo. De hecho, hubo toda una repercusión atrás que todavía sigo sin entender porque para mí era algo personal y no entendía por qué tanto por afuera.

-¿Cómo arrancas en el arbitraje?

-Arranqué desde bien abajo, de estar en la planilla de futsal, dirigir chiquititos y pararme de cuarto árbitro. Al principio, no me animaba a ir a la línea en un partido de reserva o de primera. Siempre aspiré a un poquito más. Sabemos que todas las carreras son sacrificadas pero el arbitraje tiene un plus. Hagas lo que hagas siempre va a estar mal para una mitad. Es mucho el sacrificio, yo dejé todo para realizar los entrenamientos. También hay que tener en cuenta la alimentación, el estudio del reglamento.

-¿Cómo surge lo del curso nacional?

-Esto arrancó en el 2019 con un curso nacional que dura dos años. Después se cortó esto de los cursos nacionales, vino la pandemia, un montón de cosas y esto no era una continuación, pero era como para darle un cierre a eso y la validez del título. Al curso lo dictaban Tito Pompei, Gustavo Rossi y Marcelo Aumente, entre otros árbitros nacionales. Fueron varias veces que tuvimos que ir a San Luis a hacer exámenes y clases tanto en el aula como en el campo de juego, que lo hicimos en el Estadio La Pedrera de Villa Mercedes (San Luis).

-¿Dónde te gustaría dirigir el día de mañana?

-La verdad que acá en la liga nogoyaense conseguí todo. Esto, en Santa Fe, hubiera sido un poco más difícil porque éramos muchos más. En ese tiempo yo no me imaginaba esto que está pasando ahora. Cuando vine acá, que Alexis Romero presenta el proyecto del colegio de árbitro, me ponen en tabla de mérito y estar en tabla de mérito es lo que por ahí te facilita después a dirigir a nivel provincial.

-Hablando del mérito, no podemos dejar de lado el rol de la mujer.

-Al principio, cuando entraba a una cancha ya sea de asistente que iba corriendo con mi banderín a la línea, vos escuchabas a la gente atrás que decían ‘mira una chica’. Ahora, no me pasa eso. Hablamos siempre con Cristian Cardenal y con Lautaro Castañola, dos árbitros de acá. Nosotros hacemos un trabajo y tratamos de hacerlo siempre desde la honestidad. Creo que nos ganamos también ese lugar y ese terreno. En la zona ya somos bastante conocidos. Me parece que esto es el resultado de un trabajo que viene de atrás. En cuanto al campo de la mujer, yo siempre me acuerdo que mi mamá me inculcaba eso de marcar la diferencia, de aportar mi granito de arena siendo mujer.

-¿Caes en que sos la única mujer de Entre Ríos en recibir la certificación?

-Eso yo no lo supe hasta que lo leí en una nota. Sinceramente no sabía que era así, no tenía idea. Sé que en la provincia vengo encabezando el arbitraje femenino. Vengo de hacer una final de la Copa Entre Ríos de mujeres y final como asistente de la Unión Deportiva de Ligas.

-¿Cómo te preparas para los partidos?

-El domingo arranco temprano, ya con el desayuno. Luego preparo el bolso con la ropa, que se elige en base a las camisetas de los jugadores para que no sea tan similar. Acá ya sabemos más o menos la camiseta que usan los clubes, pero por ahí en otros partidos que vas a dirigir no conoces los clubes. Yo le doy mucha mucha importancia siempre al pelo, me preocupa mucho. Darío García, que fue el que nos dictó el curso el primer año en Salto, decía que “la elegancia es sinónimo de seguridad” y me quedó grabado. Mis compañeros ya saben que si salen conmigo yo los tengo zumbando con eso. Recuerdo que los árbitros nacionales nos dijeron que siempre hay que estar preparado. Yo siempre estoy preparada porque por ahí te llaman y te dicen ‘¿podes hacer una prueba física?’.

-¿Sensaciones de tu llegada a Ramírez?

-Cuando llegué al barrio, todos los vecinos estaban afuera aplaudiendo. Estaban con un cartel en mi casa. Ahí fue como que dije qué pasó nada y la verdad que fue un momento de felicidad que hacía mucho tiempo que no sentía. En el 2019, cuando empecé el curso, mi mamá, que estaba conmigo todavía físicamente, salía a pedir plata para que yo pueda ir a Salto una vez por mes. Esto es una mezcla de emociones. Mi familia siempre me acompañó en esto. Mi papá estaba feliz y verlo feliz por algo que yo hice con tanto sacrificio, me parece que eso ya es un montón.

Primeras clases

La ramirense siempre tuvo en claro qué iba a estudiar una vez finalizado el secundario. Ya desde el segundo grado de la primaria, la pequeña le comentaba a su mamá que lo suyo era educación física. Su pasión por el deporte fue el gran motivador para que siguiera esta carrera en el Instituto Superior Nº 27 “Prof. César Vásquez” de la ciudad de Santa Fe.

Su primera participación dentro de la Liga Santafesina de Futbol fue en el campeonato de Futsal. Los partidos se disputaban en los estadios de la Universidad Tecnológica Nacional y CILSA. Al principio, todo era incertidumbre pero, con el transcurrir de los encuentros, fue ganando confianza, conocimiento y mucha actitud. La oriunda de la Capital Provincial de la Juventud se desempeñaba como cronometrista y tenía la tarea de anotar los cambios, las expulsiones y controlar los tiempos del reloj.

“En las clases te dicen que desde el principio vayas estudiando. No es que vos llegas a un determinado punto, te dan el título o te toman un examen para poder ejercer. Cuando ellos consideran que vos sos capaz de arbitrar, te mandan a hacerlo”, sostuvo. El reglamento pasó a formar parte de su cotidianidad y su lectura era necesaria para poder llevar a cabo la labor de árbitro.

Dentro del campo de juego, desde el primer momento en que sus pies entran en contacto con el césped, los árbitros se convierten en el centro de todas las miradas. La función que tienen estos hombres de negro no es nada sencilla: impartir justicia entre dos equipos, que anhelan a toda costa conseguir el triunfo. Tanto el juez principal como sus dos asistentes no tienen una hinchada que aliente por ellos sino que, al contrario, tienen dos hinchadas que controlan cada gesto, cada sanción dentro del rectángulo verde y ante el menor error los simpatizantes lanzan todo tipo de augurios.

Como asistente en futbol 11, debutó en el partido femenino que disputaron UNL y Ciclón Racing por el Torneo Apertura “Clara A. Zuccarelli de Rosso”. En tal ocasión, estuvo acompañada por Edgardo Arce y Gastón Freire. Las primeras jornadas tuvieron muchos nervios de por medio, con el miedo latente a equivocarse ante la atenta mirada tanto de los colegas y jugadores como de la tribuna, ubicada detrás de ella. “Siempre a nosotros nos piden que vayamos vestidos, por eso me levantaba cinco horas antes para preparar todo. Trato de no pensar antes de los partidos y de hacer lo mejor posible”, lanzó.

“La forma de dirigir va en cada partido. Vos no podes hacer un rato el famoso ‘siga siga’ y después cobrar todo. Más vale cobra y que esté mal que dejarlo pasar y no cobrarlo. Una vez que lo hiciste ya está, tenés que sostenerlo. No hay forma de arrepentirte. Por ahí quieren más a las mujeres para arbitrar porque no se van a sacar como se sacan con los hombres. Es increíble el respeto que hay hacia nosotras. Una vez tenía a uno colgado del tejido y me gritó de todo, menos que era linda. Pero, yo seguía con el banderín de acá para allá. No me rio, no me enojo. Me han felicitado por la presencia, por la voz, la forma de expresarme”, argumentó Paula.

Desde pequeña, practicó diversas disciplinas deportivas como voley, gimnasia deportiva y atletismo. Pero, lo más curioso es que nunca jugó al futbol. “En el instituto, tuvimos futbol en el primer año. Encima poco tiempo porque eran 40 minutos por semana, más que nada por lo que es este deporte en la Argentina. La verdad que nunca le di bola. Nunca jugué. Pero me gusta, entiendo y más ahora que estoy estudiando. Igualmente, si vos me preguntas si jugaría al futbol, no lo haría. Me visto de árbitro, nada más”, comentó.

Con el transcurrir de los años, la entrerriana comenzó poco a poco a ver partidos por televisión. “Llega el sábado o el domingo y le digo a mi papá si no hay algún partido para mirar. Solamente miro al árbitro. Aprendí un montón mirando”, responde la hincha de San Lorenzo de Almagro, quien tiene como referente al Néstor Pitana.


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