Aprovechó a fondo lo poco que creó en ofensiva y luego defendió con uñas y dientes la victoria ante un rival impotente y hostilizado desde las tribunas, pero que lo metió en un arco en el segundo tiempo. Salió del último puesto.
(Enviado Especial a Buenos Aires)
Aquel golpe de lucidez que tuvo el Gallego Méndez para armar lo que armó en Santiago del Estero, le marcó el camino para plantear algo parecido en el Ducó, con idéntica suerte. Y le salió bien desde el mismo arranque del partido, porque a excepción de algunos contratiempos por el sector izquierdo (la subida de Soto y las apariciones de Mazzanti por allí fueron un problema para Zenón), el rendimiento defensivo de Unión no supo de fisuras. Concentración, solidez y firmeza fueron los calificativos que tuvo un equipo ordenado de mitad de cancha para atrás, que apenas sufrió por un remate desde afuera del área de Acevedo que motivó una gran atajada de Mele para sacar la pelota por encima del travesaño.
El zurdazo de Luna Diale cuando promediaba la etapa inicial, cruzado e inatajable para Chaves, marcó un antes y un después. Más sereno y seguro, Unión empezó a mandar en el partido. Zenón, que había arrancado con problemas para marcar, empezó a aportar lo que más sabe por izquierda y por allí se encontró cómodo Unión para atacar. A Zenón, que se venía desde el fondo, se sumaba Luna Diale y las diagonales de Machuca. Fue una trilogía que complicó la tambaleante estructura defensiva de Huracán, mientras desde la tribuna ya se escuchaban los gritos de hostilidad contra los jugadores.
Mientras a Huracán le costaba perforar la defensa de Unión, daba la impresión de que cuando Unión superaba la mitad de la cancha le podía generar algún peligro a Chaves. Los espacios en el sector defensivo de Huracán, eran muy superiores a los que se le podían abrir a Huracán en el terreno de Unión. Juan Manuel García estaba absorbido por los defensores rojiblancos, Fattori y Hezze empujaban pero faltaba claridad y era inevitable que se cayera en la impotencia.
Esa intrascendencia ofensiva trató de solucionarla, el técnico Battaglia, con la entrada de Cóccaro por Gómez. Y enseguida se notó la mayor determinación del local, cuando Mele (la figura de Unión) tapó un mano a mano de manera espectacular a Juan Manuel García, ahogando un grito de gol casi seguro, en la jugada más clara de gol que tuvo Huracán hasta el momento y la única vez que el Globo pudo quebrar el férreo sistema defensivo del Tate.
El partido se convirtió en un monólogo de Huracán y a Unión le costó muchísimo salir de su sector defensivo. Hasta el travesaño se apiadó para convertirse en otro elemento determinante para que el cero se mantenga en el arco de Mele, aunque ya nada tenía que ver con lo que había ocurrido en el primer tiempo.
Luego de esos primeros 15 del segundo tiempo que fueron netamente favorables a Huracán, el partido entró en un terreno de muchos cortes y eso fue bueno para Unión, que estaba desbordado y le costaba salir del asedio. Para colmo, algunos contragolpes no terminaron de armarse porque algún exceso en la individualidad por parte de Machuca impedía que se pudieran concretar ese tipo de jugadas.
El partido era un frontón. La pelota era rechazada como se podía desde el área de Unión y enseguida volvía. Por ese motivo, Méndez decidió poner a Cañete para tener un poco más la pelota. Unos minutos antes había entrado Roldán por un exhausto Luna Diale. Así, Unión quedó con cinco atrás, tres en el medio (Mosqueira, Gordillo y Roldán), más Cañete de enganche y Machuca como única punta. Pero todo era de Huracán, que no paraba de atacar.
Ya en el final, Méndez utilizó la última ventana para que entren el Rayo González, Marabel y Ludueña, en lugar de Machuca, Mosqueira y Paz. La idea con Marabel y el Rayo, aún faltando tan poco para el final, fue la de tratar de aguantar la pelota lo más lejos posible. Algo que resultó muy difícil de conseguir.
Entre la impotencia de Huracán, los gritos de la gente en contra de los jugadores y la comisión, Unión –que ya sufrió este tipo de situaciones-, tuvo en el final la posibilidad de convertir el segundo cuando Roldán habilitó a González, que entró solito y su remate fue tapado por Chaves en la única jugada de peligro cierto que creó el Tate en el complemento.
Doble alegría de visitante, eficacia para convertir lo poco que creó y mucha solidez y temperamento para aguantar en defensa y sostener el cero en su arco. Unión aprendió de qué manera hay que jugar cuando las “papas queman” y la angustia se apodera de la situación. Con el cuchillo entre los dientes, aguantó y defendió lo que había conseguido con el gol de Luna Diale en el primer tiempo.